XLV

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No hay humanos libres en este mundo.

—No hay nadie, vamos.— Dijo Emma, luego de asomarse a la salida del laberinto. 

—Hace ya seis días que entramos a este bosque, y finalmente llegamos a la salida.— Dijiste, mirando el páramo desierto que se alzaba frente a ti. La arena reflejaba el brillo del sol, haciendo parecer que se alejaba cada vez más y más. Los únicos animales que habían eran lagartos y pájaros. 

—¡Que grande!— Sonrió Yvette.

—¡Sí, es enorme!— Apoyó Don.  

—Si siguen para el sur, van a encontrar el lugar que buscan.— Dijo Sonju, señalando con el dedo hacia el horizonte. 

—¡No! ¡No quiero que Mujika se vaya!— Exclamó Alicia. —¡No quiero que nos separemos!

—¿No pueden... quedarse un poco más?— Pidió Jemima.

—¡Sí, por favor, quédense!— Empezaron a pedir los niños.

—No sean caprichosos.— Dijo Ray. —Ellos tienen que ir a otro lado. Nosotros también tenemos que poder vivir por nuestra cuenta. 

—No se preocupen.— Habló Sonju. —Mientras se mantengan en el páramo, no se van a encontrar con ningún demonio salvaje. Si tienen suerte, pueden que esta noche se encuentren con ese señor Minerva.— Luego se volteó a ver a Nat, Lannio y Thoma. —No se acerquen al bosque o a la costa ni por equivocación, ¿Entienden?

—¡Sí!— Exclamaron aterrados.

—Gracias, Sonju.— Dijiste, sonriendo. 

—Tengan cuidado.— Te contestó. 

—Cuídense, cuídense mucho.— Dijo Mujika, abrazando a Gilda.

—Ustedes también cuídense.— Respondió Anna. La demonio se dio vuelta para mirar a su acompañante, y al notar que estaba distraído, te llamó a ti y a Emma.

—Cuídense.— Dijo, tomando ambas manos de Emma entre las suyas. La niña subió las cejas, confundida.

—¿Mujika?— La mencionada se llevó un dedo a los labios, indicándole que hiciera silencio.

—Les regalo este amuleto.— Dijo, sonriendo. —Estoy segura de que las va a proteger cuando sea necesario.— Las abrazó por última vez, murmurando algo. —Busquen los "Siete muros". El futuro que anhelan está más adelante.— Aunque no entendiste bien lo que quiso decir, le devolviste el abrazo, haciendo un sonido con la garganta para indicarle que la habías escuchado.

—Chicas.—Las llamó Ray. —¿Vamos?— Ambas se separaron de la demonio, sonriendo.

—Sonju, Mujika.— Saludó la de cabellos anaranjados por última vez, mientras se alejaban. —Muchas, muchas gracias. Ojalá nos veamos de vuelta.

—¿Vamos en la dirección correcta?— Preguntó Gilda.

—Sí.— Contestaste, mirando la brújula. —Todo perfecto. 

—En serio no hay nada en este lugar.— Se quejó Don.

—Hay rocas.— Respondió Chris, señalando algunas. Sonreíste. Primero hay que encontrarnos con el señor Minerva y luego, preguntarle cómo cruzamos entre los mundos. Para eso tenemos que seguir con vida. Vamos a salvar a Phil y al resto. Nos vamos a esforzar mucho. Por Valentino. Por Norman. Por Conny. Por todos. 

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora