VII

6.3K 610 268
                                    

Los niños corrían por el comedor, jugando o dibujando. Los dos más grandes se encontraban lavando los platos, en un silencio que no duraría mucho.

- Se está adaptando. - Dijo Norman, mirando de reojo hacia atrás.

- Sí, demasiado. - Contestó Ray, sin levantar la vista de la taza que lavaba. - Tenemos que pensar en los transmisores, obviamente... Pero también en una forma de escapar con todos.

- Sí... - el ojiazul parecía un poco preocupado al no tener una clara idea de lo que debían hacer.

- Tenemos que superar a esas dos, pero no creo que sea muy fácil. - Continuó el azabache.

- Tenés razón. - El albino recuperó la compostura rápidamente. ¡No podemos permitir que le informen a los demonios...! - Es muy probable que estén cerca. Somos productos de máxima seguridad, no creo que mis dejen acá sin seguridad. Por lo tanto, lo peor que podría pagar es que les informen. - Porque nos perseguírian apenas escapemos de acá.

- Hay una manera de impedirlo. - Habló el ojinegro, girando la cabeza para ver al otro chico. - A mamá y a la hermana... - Se quedaron callados, viendo a una silueta que se interponía entre ellos.

- Norman y Ray, ¿No? - Preguntó la hermana Krone, luego de soltar una risita. Los chicos respondieron con un bago "Sí...". - Tienen puntuación perfecta en los exámenes, ¿No? - Preguntó, para recibir la misma respuesta. - ¡Increíble! Encantada de conocerlos. Espero que nos llevemos bien. - Continuó, extendiendo ambas manos, que fueron tomadas por los dos chicos en un saludo. Luego, sin decir nada más, se alejó a paso lento.

- ¿Nos escuchó? - Preguntó en un susurro el pelinegro.

- No, dejaste de hablar justo a tiempo. - Lo tranquilizó el albino. - Pero Ray... ¿Puede ser que mamá...?

En otra parte

¡Tengo que encontrar el rastreador! Sí o sí. Pero... ¿Dónde está? No veo ninguna cicatriz! Ni Emma ni yo la encontramos... ¿Tal vez no está implantado? ¿Y si mamá nos hizo creer que teníamos un rastreador para asustarnos? No, TIENE que haber un rastreador. Mamá sabe con certeza que fueron dos personas las que llevaron a Little Bunny aquél día, no podría saberlo sin los rastreadores. Pero cuando ví a Carol, no tenía ni una pequeñísima marca de nada..
Tu mente era un torbellino de pensamientos y confusión.
Tengo que pensar. Esa beba recién llega de la base, tiene que tener una pista, aunque sea mínima.
Tu mente hizo un rápido "click" y tus ojos se abrieron, dirigiendo su atención hacia la ojiverde, que sostenía a una bebé de su mismo color de cabello.

- Emma. - Dijiste, con una sonrisa. - ¿Te molestaría darme a Carol un segundo? Quiero alzarla. - Eso fue lo que salió de tu boca, pero tu mirada decía otra cosa. "Creo que sé dónde está la marca del rastreador." La pelinaranja te pasó a la pequeña niña, que cargaste en tus brazos con una expresión calmada, únicamente delatada por el brillo de emoción que emitían tus ojos. Pasaste tu mano por la cabeza de la bebé, deteniéndote en la oreja izquierda, que palpaste con cuidado. Una expresión triunfadora ocupó tu rostro por un segundo mientras apoyabas a Carol en una de las cunas. Giraste cuidadosamente la cabeza de la pequeña pelinaranja para delatar una marca en la parte trasera de la oreja izquierda. Gilda, que llevaba viendo la situación desde hace un rato, se acercó a tí.

- ¿Qué es eso? ¿Una picadura? - preguntó, con un poco de preocupación reflejada en el rostro.

- Tranquila, solo es la marca que les queda a los bebés cuando les sacan sangre para un análisis... Eso fue lo que me dijo mamá. - Apretaste levemente la marca, sintiendo un "guip" que delató la presencia de algo implantado allí.
¡Acá está! ¡Lo encontramos! ¡Sí! Pero... Es muchísimo más pequeño de lo que creí que sería... En mi oreja no se siente nada, y en Carol sólo lo noto cuando lo aprieto... Ni siquiera puedo imaginarme cómo es. Y si es tecnología de los demonios, no creo que podamos hacer nada... ¿Cómo lo destruimos? No vamos a poder siquiera investigarlo...
Tu rostro ya empezaba a delatar la frustración, por lo que Emma te puso una mano en el hombro, dándote ánimos. "Aún hay esperanza", eso era lo que decía su mirada. Sonreíste, recuperando la determinación que se había ido por un segundo. Volviste a alzar a Carol, meciéndola suavemente mientras tarareabas una canción de cuna. La pequeña no tardó en caer dormida en tus brazos, por lo que la pusiste en la cuna correspondiente y empezaste a caminar por la sala, tarareando dulcemente. Emma sonreía, mirándote desde el marco de la puerta.

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora