IV

10.1K 773 1.1K
                                    

Estabas en el bosque, balanceándote en una rama impaciente. Desde donde estabas sentada, se podía ver a la lejanía el muro si se prestaba atención, pero solo si conocías su existencia lo notarías. Después de un rato, oíste pasos acercarse, por lo que te quedaste quieta viendo quiénes eran las personas que corrían hacia ti. No tardaste en reconocer la cabellera anaranjada que resaltaba en el verde pasto. Cuando se detuvieron, saltaste del árbol en un movimiento rápido, asustando a ambos niños.

- ¿Lo consiguieron? - Preguntaste, limpiándote la tierra de tu ropa. El albino te sonrió. Ambos dejaron caer unas tiras de manteles de debajo de sus camisas.

- ¡Conseguimos "sogas"! - Dijo la ojiverde, orgullosa. Sonreíste mientras las guardabas en una bolsa y las escondías en el hueco del mismo árbol al que estabas subida anteriormente.

- Bueno, ahora se complica. - Dijo Norman, mirando un poco alrededor.

- Sí... - Murmuró Emma. Luego te miró. - ¿Pudiste hablar con Ray? - Negaste con la cabeza.

- Ya voy a encontrar un momento para contarle... - Dijiste, excusándote.

- ¿Por qué? Podés contarme ahora. - Cuestionó el pelinegro sentado en una piedra mientras leía. Los tres se dieron lo vuelta, sorprendidos.

- ¡¿RAY...!? - Gritó la pelinaranja, abriendo muchos los ojos. El ojinegro cerró su libro.

- Perdón, los estaba siguiendo. - Dijo, levantándose y apoyando su espalda en un árbol. La ojiverde tenía una cara de sorpresa total, mientras que el albino y tú miraban la escena sorprendidos pero resignados. Soltaste una risita al ver a Emma tratar de decir algo, pero estaba tan perpleja que las palabras no salían de su boca. - Ya venía sospechando que algo me escondían... Así que pensé en preguntarles directamente. - Continuó Ray, ignorando sus reacciones y entregándote su libro, mientras lo mirabas confundida. Luego, el ojinegro se tiró hacia tus dos cómplices, abrazándolos por lo hombros. - ¿Qué había en el portón? - El ojiazul evitaba mirarlo directamente, mientras que Emma solo estaba demasiado confundida, y esbozó un "¿Eh?" Sólo para decir algo al respecto. - Porque es obvio que no se comportan como siempre, y dijeron que no hablan llegado a tiempo, pero no tenían nada en las manos - Ahora, parecía que les ahorcaba más que abrazarlos.

- Que agudo. - Dijo Norman, tratando de soltarse.

- ¿Y vos, _____? Hablá. No me digan que no pasa nada. Escupan. - Agregó, mirándote. Tú sólo reías sin poder parar, apretando el libro contra tu pecho.

- ¿Cómo querés que hablen, si les estás ahorcando? - Respondiste, calmándote. Ray los soltó sin más.

- ¿Nos vas a ayudar? - Preguntó Norman, mientras la ojiverde recuperaba el aliento sentada en el suelo. El azabache se mostró confundido por un segundo, pero luego dió su consentimiento. El albino te miró y asintió con la cabeza. Vos te acercaste a Ray.

- Te vamos a contar. Tenemos que escapar de este lugar.

{~•~}

- Demonios... Una granja... _____ siempre lo supo... ¿ Mamá es el enemigo? - El joven trataba de procesar todo lo que le habías dicho. Repentinamente levantó la cabeza y los miró. - ¡Son pésimas noticias, ¿No?! ¡Ahh, por eso las rejas en las ventanas! - ¡Entendió todo muy rápido! Los tres compartían el mismo pensamiento, pero con distintos grados de sorpresa.

- ¿Nos estás creyendo todo sin chistar?... - Preguntó Emma, perpleja, señalando al azabache.

- ¿Ni siquiera pensás que estamos locos? - Murmuraste, aunque lo suficientemente fuerte para que lo escuchara.

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora