Christmas Special

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¡Felices navidades a todos!

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—¡Es hoy! ¡Es hoy!— Emma saltaba emocionada, pasando en frente de cada cama de la habitación y gritando con una sonrisa. —¡Hoy es Navidad!

—Navidad es a las doce, no ahora.— La corrigió Ray. Emma lo miró haciendo un puchero.

—¡Bueno, entiendes lo que quiero decir!— Juntó sus manos y miró hacia arriba. —¿Qué nos darán este año?— Valentino sonrió.

—Lo que pedimos, como todos los años.

—¿Y qué pediste, hermano?— Le preguntaste.

—¡Es sorpresa!— Sonrió. Le devolviste la sonrisa.

—¿Con que así estamos? ¡Muy bien, yo tampoco te diré!

—¡Yo pedí una jirafa!— Habló la de cabellos naranjas.

—No creo que la consigas.— Comentó el azabache.

—¡Ray, no seas malo!— Le reprochaste. —¿Tú qué pediste?

—Más libros.

—¡Todos los años lo mismo! ¿No puedes ser un poco más original?

—Yo pedí un cubo de Rubik.— Mencionó Norman.

—Un... ¿Un qué?— Dudó la de ojos verdes.

—Es un cubo de colores para armar y desarmar, sale en uno de los libros de la biblioteca.— Le explicó el chico de _______ cabellos. Emma rodó los ojos.

—¡Ustedes siempre hablan de libros! ¡Hablemos de otra cosa!— Se sentó de piernas cruzadas en el suelo. —¡Ya sé! Hablemos de las actividades favoritas para hacer para navidad! ¡A mí me gusta decorar todo!

—Hornear galletas con mamá es interesante.— Comentó Ray.

—Jugar en la nieve.— Dijo Norman.

—¡Cantar villancicos!— Mencionaste.

—Usar estos sombreros rojos con pompones.— Completó tu hermano, señalando dicho gorro.

—Por cierto, ¿Por qué tenemos que usar esto? ¿Significa algo?— Preguntó Emma.

—¡Por supuesto, Emma! ¡Es el sombrero de Papá Noél!— Le señalaste. —¿No conoces su historia?— La chica negó con la cabeza, acomodándose para escuchar la historia. —Bueno, Papá Noél es un señor gordo y barbudo que vive en el Polo Norte, donde hace mucho, muuucho frío todo el año. Cada Navidad, le mandas una carta y él a las doce de la noche el 24 de Diciembre te deja lo que pediste bajo el arbolito de Navidad si te portaste bien, pero si te portas mal, te deja carbón. Tiene una lista en dónde pone a los niños que se podrán bien, la lista blanca, y una donde pone a los que se portan mal, la lista negra.

—¡Yo me porté bien todo el año! ¿Verdad?— Preguntó la niña. Ray rio.

—Te metiste en varias travesuras, Emma.

—¡Pero me porté bien! ¿Cierto? ¿Cierto?— Se levantó y corrió por el pasillo, exclamando por su madre. Le pegaste en el hombro a Ray.

—¡No seas malo con ella!

—¡Auch! ¡Solo soy honesto!— Se acarició la parte lastimada en el hombro, gruñendo por lo bajo. Emma volvió momentos después, con una sonrisa triunfante.

—¡Mamá dice que soy una niña buena y que no estoy en la lista negra! ¿Ves? ¡Te lo dije, Ray!— Le sacó la lengua y se volvió a sentar en el suelo, alzando la cabeza triunfante. Luego, miró por la ventana. —Esta es la única noche del año en la que nos dejan quedarnos despiertos hasta tan tarde.— Bostezó. —Ya hasta tengo un poco de sueño.— Mamá hizo sonar una campana desde el comedor y la de cabellos anaranjados se puso de pie de un salto. —¡Ya es hora! ¡Ya es hora, vamos vamos vamos!

—¿No era que tenía sueño?— Dudó Ray. En un parpadeo, se vió siendo arrastrado de cada lado por tí y tu hermano, que lo llevaban a rastras al comedor. Norman los seguía por atrás, riendo. —¡Oigan! ¡Puedo ir solo!

—¡Pero tú caminas muy lento, nos harás perder tiempo!— Reprochaste.

—¡Es cierto!— Apoyó Valentino. El azabache de vió obligado a llegar al comedor de esa forma y recién entonces poder ser libre. Mamá se aclaró la garganta.

—Bueno, niños. Esta noche estamos aquí para celebrar la Navidad. Ya que todos se han portado maravillosamente este año, estoy segura de que todos tendrán regalos.— Todos los niños saltaron en un festejo. —Ahora vamos a comer, y más tarde, vamos a ir a ver los arbolitos de cada habitación.— Dicho y hecho, los niños comieron sus platos de comida con una velocidad preocupante y corrieron a ver los árboles, debajo los cuales se encontraban varias cajas perfectamente envueltas de distintos colores, con sus respectivos nombres. Se entregaron los regalos entre sí riendo, abriéndolos y exclamando de la felicidad.

—¡Chicos, chicos! ¡Encontré mi regalo!— Exclamaste. Los otros cuatro niños se acercaron.

—¡Ábrelo!— Pidió Emma, cosa que hiciste, encontrando un peluche de un oso negro del tamaño de tu brazo.

—¡Que bonito!— Exclamaste. Tu hermano se acercó con su regalo, aún envuelto.

—¡Encontré el mío!— Lo abrieron, encontrando tu mismo osito pero en blanco.

—¡Mira, son mellizos también!— Dijeron al mismo tiempo. Emma saltó a su lado poco tiempo después.

—¡ES UNA JIRAFA, UNA JIRAFAAA!— Chilló, emocionada. El peluche de jirafa era sacudido de aquí para allá. Ray se sentó a tu lado con una pila de libros y una sonrisa satisfecha. Norman ya estaba enfrascado resolviendo su cubo de Rubik, o uno de los tres de distintos tamaños que tenía. Sonreíste.

—¡Esta es una navidad muy bonita!

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La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora