Hagamos un trato.
El señor no dijo nada, mirando a los niños con desconfianza.
—Me presento, yo soy Emma.— Continuó ella. —¿Cuál es su nombre?
—Váyanse.— Sentenció el adulto. —No hace falta que nos presentemos.— La de cabellos naranjas, sin inmutarse, sacó dos sillas de la mesa del comedor y las acomodó una delante de la otra.
—Siéntese.— Pidió. Al ver que el mayor no se movía, suspiró, sin borrar su sonrisa. —Yo me voy a sentar.— Dijo, acomodándose en su asiento. Se dió la vuelta para ver a la muchacha de lentes. —Gilda.— Indicó, y ella entendió al instante y corrió a la cocina. —¿Cómo está?— Preguntó la de ojos verdes.
—Mal.— Contestó el señor.
—Perdón por haberlo atado.— Dijo Emma. —Y por las galletitas. Imagino que debe tener hambre.— Gilda entró con un plato de sopa caliente, entregándoselo a la muchacha —Desayune esta sopa, como compensación. No está envenenada.— Tomó lo cuchara y la probó, demostrando que era inofensiva. —Está rica.— El mayor tomó el plato y lo olió, dudoso. Luego la volvió a dejar en la mesa, sin decir una palabra. —Pero la calentamos para usted...— Agregó la pelinaranja. —Esta sopa... La hicimos con los ingredientes que trajimos, no usamos sus cosas. A partir de ahora, nosostros nos vamos a abastecer. Y vamos a usar poca agua y electricidad, así como las habitaciones.
—¿“Entonces compartamos el refugio”?— Atajó el adulto. —No, váyanse.
—No, no iba a decir eso.— Lo corrigió Emma. —Esto es solamente por educación... No tiene que ver con el trato. Porque que los recursos sean limitados... En realidad no le interesa, ¿No? Después de lo de ayer, revisamos el refugio. Usted habló de las cosas inútiles y de los límites... Pero es todo mentira. Usted se comportó como una persona que vive una buena vida porque este refugio permite incluso más que eso. Así que, debe tener otra razón por la que quiere que nos vayamos. Dejaré de dar vueltas e iré al grano. Decidimos ir a ver al señor Minerva. Y queremos pedirle a usted que sea nuestro guía y guardaespaldas.
—¿Guía y guardaespaldas?— Dudó el adulto.
—Usted es fuerte, ¿No?— Continuó la de ojos verdes. —Logró vivir estos trece años... Por su propio esfuerzo... Y probablemente sale frecuentemente a la superficie.
—¿Eh? ¿Y cómo sabés eso?— Preguntó Chris.
—Porque tenía las suelas de los zapatos gastadas y no tiene el cuerpo de alguien que lleva una vida sedentaria. Además, hay fruta madura de árboles en la despensa, y no hay árboles de ese tipo en las huertas, y también parece bastante nueva. Debe haberlas encontrado en el bosque o en la costa.— Explicó Ray.
—¡La costa!— Exclamaron Thoma y Lanny. —¡Ese lugar súper peligroso porque hay muchos demonios!
—Además, ayer apenas me rozó con la bala, y hacer eso a propósito requiere mucha habilidad... Y pudo liberarse de nuestro encierro.— Agregaste.
—Usted no es un “principiante” y también tiene experiencia buscando al señor Minerva.— Reanudó la de cabellos naranjas. —Imagino que recuerda la carta que dejó el señor Minerva aquí... Cuando la encontramos, ya estaba abierta, así que ustedes también lo buscaron, ¿No? Aunque se hayan dado pro vencidos. Ray, _________ y yo vamos a ir a buscarlo. Quiero que nos preste su experiencia y habilidad.

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La letrista {Rayxtú}
FanfictionSabías que desde niño Ray cantaba esa canción de hermosa melodía. Aunque cuando la cantaba, tenía una expresión triste, como si hiciera alusión a un recuerdo amargo. "Ray... Otra vez cantas esa canción triste. ¿Por qué la cantas si te hace sentir m...