XCIII

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¿Cómo podemos escapar de este laberinto y superar los siete muros, los límites del tiempo y el espacio e ir hacia donde está ⸷ⵥᕒᖭᘠ?

—Tenemos que encontrarlo y salir rápido de acá.— Dijo Ray, exhalando. —O no vamos a poder detener el plan de Norman. Además...— Miraba la pared, agujereada de balas, fallar como una programación. —Cuando más vagamos por este laberinto, más confusos se vuelven mis sentidos. Si me distraigo, siento que voy a perder la noción de mí mismo... ¿Qué día es? ¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Es un sueño o es la realidad? Esto no tiene fin... Siento que me vuelvo loco.— Le acariciaste la espalda y sonreíste.

—Ya vamos a salir de esta, te lo prometo.— Suspiró y te tomó de la mano antes de entrar a la siguiente habitación, que Emma había abierto. La analizaron por encima y continuaron hacia la próxima puerta; pero al abrirla, se dieron con un muro de ladrillos. La cerraron y volvieron a abrir, pero el muro no cambiaba. La puerta por la que entraron también se encontraba en el mismo estado.

—Esta habitación... Es distinta a las anteriores.— Balbuceó Emma. Volviste a mirar a tu alrededor y te apresuraste hacia la ventana, abriéndola tan rápido como pudiste. Del otro lado había un desierto, con remolinos de arena que subían hacia el cielo y con molinetes entre las dunas y los desperdigados armarios.

—Asombroso... Es un desierto.— Balbuceaste.

—Al fin salimos a un lugar nuevo.— Dijo tu novio. 

—Acá hay arena y sol... Debe ser el sitio al que se refiere cuando dice "cuando la flecha se detiene entre la arena y el sol se pone por el este"— Mencionó tu amiga.

—Detener el tiempo y volverlo atrás... Acá debería ser el lugar donde nos volvemos bebés, ¿No?— Reíste, tratando de disimular el cansancio. La de cabellos anaranjados rió también.

—Sí... Acá deberíamos poder resolverlo.

—Intentemos disparar una flecha a ese remolino.— Sugeriste.

—Sí... No perdemos nada intentando cualquier cosa.— Suspiró el azabache. Sacaste tu carcaj mientras Emma sacaba el arco, y de pronto sentiste que te encogías, pero no creías que se detendría. Ray se acercó corriendo a ambas, sosteniéndolas en sus brazos, las dos siendo infantes de menos de un año. 

—¡Aguanten! Volvamos a la habitación anterior...— Pero en el momento en el que se puso de pie para volver, se deshicieron en sus brazos como rompecabezas de arena siendo despedazados por el viento. Cuando abriste los ojos estabas frente a una ventana en el cielo, viendo a un anciano con los ropajes del refugio en el suelo arenoso. Tardaste unos segundos en darte cuenta de que era Ray, pero tan pronto como lo notaste bajaste. Al mismo tiempo, Emma encogida abría la puerta por la que entraron.

—¡Creo que ya lo entendí!— Exclamó. El anciano la miró sin entender y levantó su mano hacia su oído, indicando que no había escuchado con claridad. Te acercaste y le diste una fuerte bofetada.

—¡Reacciona, abuelito!— Al parecer con esto volvió a la normalidad y se arrodilló con velocidad.

—¿_______, Emma? ¿Las de verdad?— Inquirió.

—¡Sí, las mismas!— Contestaste.

—¡Ya lo entendí!— Repitió la de ojos verdes. —Es como vos dijiste, Ray. Los siete muros son el tiempo y el espacio, este lugar es absurdo y la clave es la cabeza.— Él se quedó en silencio durante algunos segundos, como si le hubieran hablado en otro idioma.

—What?— Preguntó, finalmente.

—Ya, ya, mejor lo explico yo.— Interviniste. —Primero, acá el tiempo y el espacio son inestables, y todo conectaba con paisajes que conocemos.

—Sí.

—Este lugar, por ende, está conectado a nuestra conciencia. Consciente e inconscientemente. Nosotros, nuestras conciencias, lo están afectando. Este es el lugar donde eso puede suceder. Lo importante es que depende de nuestros cerebros. No nos habíamos dad cuenta, pero en este lugar es posible, en este laberinto podemos superar los límites del tiempo y el espacio.

—Esperen un momento...— Te detuvo. —Esa es una hipótesis absurda, ¿En qué se basan?

—¡En nada!— Exclamó Emma.

—Pero recién pudimos hacerlo un poco, creo yo.— Continuaste. —Pensamos en hacernos bebés, en volver de vuelta en el tiempo... Y lo hicimos, pero no pudimos parar. Pensá, ¿Por qué te volviste un viejito, Ray? ¿Y por qué volviste a la normalidad?

—Entonces, ¿Mi conciencia fue el disparador? Pero jamás vimos un desierto así...— SE quedó callado un par de segundos, pensando. —No... Debe ser porque estábamos buscando un lugar amplio, y la arena aparecía en el acertijo. Cuando me volvía chiquito y cuando me volvía viejo, mis ropas también cambiaban... Porque todo era una proyección de mi subconsciente. 

—La razón por la que estábamos perdidos todo el tiempo es porque al no entender este lugar y confundirnos, no podíamos procesar correctamente este sitio.— Explicó la de ojos verdes. —Este lugar tiene una verdadera forma. 

—Sí, que probablemente aparezca si detenemos el tiempo y volvemos atrás. A eso se debe referir con "las paredes aparecerán".— Tomaste sus manos. —Podemos hacerlo. Creelo, imaginalo. Vamos, Ray, Emma, detengamos un poco el tiempo y volvámoslo atrás. Todo depende de la mente. Depende de uno, el mundo cambia con la forma de pensar, incluso un lugar así.— El chico comenzó a reír, y cunado parpadeaste, lo viste como un niño de seis años nuevamente.

—Ustedes sí que están locas.

—Sí, pero no perdemos nada con probarlo.— Emma se les unió, formando una pequeña ronda. Cerraste los ojos, sintiendo aún tus mejillas alzadas por la sonrisa que mantenías. Cuando era chica ni siquiera pensaba en qué era posible y qué no. Tengo que recordar la sensación de ese momento. ¿Cómo me sentí cuando me subí al techo del Hogar? No dudaba, sabía que podía hacerlo. Tengo que creer, no tengo que tener ni una duda en mi corazón. Yo puedo. Detenete... Y volvé atrás.

No lo viste, pero el ecosistema a tu alrededor comenzó a cambiar. Los remolinos se hacían más violentos, succionando toda la arena del lugar, desapareciendo en nubes doradas guiadas por el viento. Crecían árboles, y tan pronto como aparecían caían nuevamente al suelo, pues algo iba más rápido que ellos. Entonces la flecha se detuvo entre el sol y la arena... El sol se puso por el este, la tierra gritó y las paredes aparecieron.

La verdadera forma de aquel laberinto.

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora