LXVII

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Tal vez. Pero no permitas que ellos se enteren.

—Sí, seguro...— Lo molestaste. El frunció el ceño.

—Más te vale.— Susurró. Se separó y se dirigió a la puerta, mirando sobre su hombro para no perderte de vista. —Ya vuelvo. Hay muchas cosas que vos y Emma nos tienen que explicar.— Asentiste con la cabeza, pensando en la información que habían encontrado con Emma y Lucas en la sala secreta de Minerva. Momentos más tarde volvió Ray, acompañado de la chica de cabellos naranjas.

—¿Cómo te sientes, _________?— Te preguntó.

—Bien, dentro de todo. Aunque me cuesta moverme y siento el cuerpo bastante entumecido. Pero está bien, podría estar peor. Mucho peor.— Sonreíste, soltando una suave risa. —Creo que con muletas voy a poder levantarme.

—Ni siquiera pienses en levantarte aún.— Te retó tu pareja. —Recién despiertas de cuatro semanas de sueño. Va a pasar un tiempo antes de que puedas recuperarte lo suficiente como para caminar.— Bufaste.

—Con cuatro semanas de reposo absoluto, creo que es suficiente para recuperarme lo suficiente como para caminar.

—No.

—Sí.

—No.

—¡Sí!

—Te lo prohíbo.

—No eres mi mamá como para andarme prohibiendo cosas. 

—Te lo prohíbo de todas maneras.— Bufaste, resignada. Acomodaste tu cabeza entre las almohadas, empezando a sentir los ojos pesados. 

—Bien, mamá. Supongo que volveré a dormir entonces...— Y para cuando el azabache trató de replicar, ya estabas soñando.

{~°~}

—¡Estás fuera de la cama de nuevo!— Exclamó Ray, claramente exasperado. —¡Despertaste hace solo dos semanas! ¡Aún no puedes caminar!

—Para algo dejaron las muletas en mi habitación, ¿No? Sería una decoración muy rara.— Él gruño.

—Le dije a Emma que no era buena idea dejarte las muletas...— Susurró. —De todas formas, ¿Qué haces levantada de vuelta?

—Llama a los chicos. Es momento de que expliquemos lo que pasó en Goldy Pond.— El de ojos negros se quedó callado. Luego se dio la vuelta, para llamar al resto de personas. Después de un rato, ya estaban todos los de Grace Field House juntos en el comedor del refugio. Emma estaba parada a tu lado, sosteniendo la lapicera.

—“Conseguí el futuro que deseas”. Eso fue lo que nos dijo el señor Minerva.

—Vamos a ayudar a Phil y al resto.— Continuó la de ojos verdes. —Quiero que escuchen nuestro plan.— Le entregó la lapicera a Ray, que la activó dudoso. Una duda que se convirtió en sopresa cuando vio los distintos hologramas de información salir disparados. Fueron explicando a la medida que les iban enseñando los distintos archivos.

—¿El señor Minerva murió?— Lloraron algunos niños.

—¿Había un camino para ir...?— Preguntó Thoma.

—¿Un ascensor sobre una laguna?— Completó Lannion.

—No puede ser...— Balbuceó Anna. —¡En Grace Field House, dónde nos criamos, había una salida!

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora