La letrista {Rayxtú}

III

(N/A: amo la imagen de multimedia)

Caminabas hacia la biblioteca tarareando una canción. "Encuéntrate conmigo y con Norman en la biblioteca antes de la hora de la comida" había dicho Emma. En cierta forma, te causaba muchísima curiosidad lo que te tenían que decir. Abriste la enorme puerta de la biblioteca y entraste.

- ¿Emma? ¿Norman? - A primera vista, no había nadie. Caminaste por los pasillos, solo oyendo el sonido de tus propios pasos en el piso de madera. ¿Dónde están? De pronto, un fuerte golpe sonó a tus espaldas. - Ay virgencita de Guadalupe que fue eso - Murmuraste, asustada. Entonces, Norman se asomó por el pasillo.

- _____, aquí estás. Ven conmigo. - Dijo, para darse media vuelta y empezar a caminar. Lo seguiste en silencio. Se sentaron en el suelo de la biblioteca. - Emma no llegó todavía, tenemos que esperarla. - Luego de un rato, la puerta se abrió y una pelinaranja entró apresurada dirigiéndose hacia donde estaban sentados.

- ¿Ya le contaste? - Preguntó, mientras se sentaba a tu lado.

- No, te estaba esperando. - aclaraste tu garganta para decir algo.

- A ver, no más suspenso. ¿Qué se supone que me tienen que contar? Hablen de una vez. - Te sentías bastante ansiosa. Ellos se miraron y asintieron con la cabeza.

- _____, este lugar en realidad no es un orfanato... Es una granja. - Palidesiste.

- Oh Dios mío, ¿Cómo se enteraron? Fue... Fue por Conny, ¿Cierto? - Ellos abrieron los ojos desorbitados.

- ¿Ya lo sabías? ¿¡Cómo!? ¿¡Desde hace cuánto!? - Emma empezaba a exaltarse. Norman permanecía en silencio, pensando.

- _____ nunca desobedecería a mamá... La única persona por la que se atrevería a hacer eso fue... - Levantó la cabeza y te miró con pena. - Oh Dios mío. Lo siento tanto, _____. - Tu cara te ardía de la impotencia y tus ojos se empezaban a cristalizar.

- No estoy entendiendo... - Dijo Emma, ladeando la cabeza. Luego se tensó súbitamente. - Oh _____... Eso... ¿Qué no se fue hace seis años? ¿Desde entonces lo sabes?... - Se tapó la boca con ambas mano. - Y encima te enfermaste...

- Creo que eso fue por la conexión de sangre. - Mencionó Norman, meditando sus palabras para no decir algo que pueda herirte. - Ya sabes, se dice que los mellizos tienen conexiones que les hacen sentir lo mismo... - La ojiverde asintió con la cabeza. Aunque estabas dirigiendo tu vista al suelo, podías sentir la mirada apenada de ambos clavarse en tí. Recordabas perfectamente su cadáver. Cada vez que cerrabas los ojos esa imagen te atormentaba sin descanso hasta que caías dormida. No era algo fácil de olvidar.

- Ustedes... Planean hacer algo al respecto, ¿Verdad? - Sonreíste, triste. - Muy bien. Yo... No fui lo suficientemente valiente para hacer algún cambio sobre eso... Además preferí que vivieran una bella vida de mentira antes que una cruda vida real llena de preocupaciones. No sé si fue exactamente lo que se consideraría correcto... Pero no quería que... Se enteraran. Perdón... Tal vez lo mejor que debí hacer fue contarles la verdad... Pero me daba mucho miedo... - Llorabas, por fin pudiendo descargar todo lo que te guardaste durante todos estos años de sufrimiento silencioso. - Perdón... - Repentinamente, sentiste un peso encima tuyo.

- ¡No llores, _____! - Gritó Emma, lagrimeando también. Norman también te abrazaba.

- ¿Cómo hiciste para guardarte eso sola durante tantos años? - El albino no lloraba, pero su voz se oía entrecortada. Sonreíste limpiándote la cara.

- Supongo que solo traté de ignorarlo lo más que pude... Emma, no me dejas respirar. - La ojiverde se separó de tí pidiendo perdón. Hiciste una mueca. - ¿Por qué lloras?