LXXVIII

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“Para cuando ya hayas escapado.”

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—¿________?— Ray te acarició la cabeza, sin estar completamente seguro sobre despertarte. Pudo ver por la expresión de tu rostro que no había sido una noche fácil. Se quedó a tu lado un rato, hasta que consideró que había suficiente movimiento de gente al rededor. Entonces, volvió a intentar despertarte.

—¿Qué?— Balbuceaste, luchando por abrir los ojos.

—Ya nos tenemos que empezar a preparar para salir.— Te pusiste de pie y miraste rápidamente hacia tu mochila; al revisar que todo estuviera en orden, fueron al centro de reunión junto con los otros chicos.

—7-3-5, 9-4-1, 10-10-7, 13-11-2, 21-8-4, 150-6-3.— Emma leía la serie de números escrita en el papel, mientras los niños se miraban entre sí.

—Estos números... Son iguales a los otros.— Mencionó Gilda. —Deben ser del libro de códigos del señor Minerva.— Lo sacaste de tu mochila y se lo entendiste a Emma.

—Debe ser lo mismo que cuando encontramos el refugio.— Mencionaste, acompañando tu acción. La de cabellos anaranjados lo fue hojeando, anotando las palabras correspondientes en una libreta.

—Si unimos las palabras que nos indicaron, nos queda... “Go to the jaw of lion”. ¿Vayan a la mandíbula del león?— Dudó.

—¿La mandíbula del león?— Repetiste. —Me suena de alguna parte...

—¡Ah!— Exclamó Yvette a tu lado. —Eso estaba en el mapa del refugio. Lo ví mientras estábamos buscando el templo y el agua dorada. Es un páramo que está a unos... Diez días, caminando hacia el oeste. Ahí es adonde este “señor Minerva” que nos llamó dice que vayamos.

—¡Está bien, vamos!— Saltó Lannion.

—¡Eso! Primero la mandíbula del león.— Apoyó Don.

—Antes quiero hacer algo.— Los detuvo la de ojos verdes. Trajo una piedra redondeada y larga, que enterró en parte. Entonces, junto con unas flores, hizo una perfecta lápida. Todos se quedaron en silencio por un rato, mostrando respeto. Y luego, salieron del lugar.

Una vez arriba en la superficie, revisaron el mapa con más cuidado.

—Si usamos el camino de cuando fuimos a Cuvitidala hasta esta parte y después seguimos por el oeste...— Mencionaste, señalando el camino por el mapa con tu dedo índice. —Creo que llegaríamos en diez días.

—Sí, además es más seguro ir por un lugar que más o menos conocemos.— Agregó Ray. —Entonces, para allá vamos.

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Te giraste para ver al grupo a tus espaldas. Parece que todos la están pasando mal... Avanzamos menos de lo planeado en estos tres días... Aunque claro, esa vez éramos siete y ahora somos 56. Siendo tantos no podemos movernos tan fácilmente. Y para los más chicos debe ser muy difícil seguir este ritmo. Buscar comida y un lugar para dormir... Es mucho más distinto a cuando éramos siete. Para colmo la fatiga por estrés... Tenemos que estar muy alertas, no solo por los demonios si no también por el clan Ratri. Y además el temor de que haya más cámaras como esa no nos deja descansar ni un segundo. No... No, no podemos descansar, los tengo que proteger y tenemos que apurar el paso. Así, no vamos a perder a ningún miembro más de nuestra familia.

—Ya vamos a comer.— Te informó tu pareja, tocando suavemente tu hombro. Asentiste con la cabeza.

—Emma, vayamos a buscar comida.— Mencionaste. —Los demás, descansen.

—Chicas.— Las llamaron un grupo de niños. —Déjennos acompañarlas.— Ambas se miraron y asintieron.

—Estos hongos deberían poder comerse.— Mencionaste, agachándote frente a un grupo de hongos. —Esos creo que son venenosos...

—Sí, pero si le podemos sacar el veneno con estas hierbas.— Mencionó Jemima, poniendo hongos en la canasta mientras otro niño los envolvía con dicha planta. —Tampoco hay que sacarlos todos del mismo lugar, porque sería muy evidente.

—¿Qué buscas, Yvette?— Preguntó Emma.

—Huellas de mono.— Informó la menor. Luego de un rato se oyó un chillido, y todos fueron corriendo disparados hacia el lugar proveniente.

—¿Quieren comer mono?— Cuestionaste, confundida.

—No, pero los animales saben dónde está la comida.— Contestó uno. —Y si son monos... Yugo dijo que podemos comer casi todo lo que comen ellos.— Y de una rama se asomó un grupo de monos con el cabello dorado. Dejaron caer unas frutas al suelo, e Yvette las tomó. —Gracias, nos vamos a llevar un poco.— Agradeció. Pronto, las canastas estaban rebosantes de comida.

—¡Increíble!— Balbuceó Emma.

—Con esto podemos hacer una sopa.— Dijiste, luego de revisar. —Si tuviéramos pescado, sería nutricionalmente perfecto...

—Puede que nosotros seamos mejores consiguiendo comida para mucha gente.— Rio Jemima. La miraste, asombrada. —En este año que ustedes no estuvieron, aprendimos a hacer muchas cosas. Podemos hacer este viaje. Todos aprendimos de Yugo y de Lucas. Y es por eso que nosotros también nos vamos a esforzar. Ustedes también pueden descansar si se hace muy difícil.— Mirándola, te diste cuenta de lo alta que estaba y de lo largo que tenía el pelo. Y con una sonrisa te inclinaste a abrazarla. Pero si soy una tonta... Mientras nosotros estábamos viajando estos chicos crecieron. Ahora entiendo lo que quiso decir Lucas... Vamos a estar bien. Por muy difícil que sea el viaje...

vamos a estar bien.

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Hola! AnonymousAnngels reportándose:

¿Cómo están? Espero que se encuentren maravillosamente.

Hoy estuve cansada y realmente no tenía ganas de publicar, pero mi mejor amiga me animó a hacerlo lol. Así que aquí les entrego el capítulo de la semana.

Tal vez está muy corto, pido disculpas.

Sin nada más que decir,

Cambio y fuera.

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora