XXXI

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En realidad no te rendiste, ¿No, Emma?

Ella sonrió, apoyándose en una de sus muletas.

—Sí, yo no me rendí, vos tampoco ¿No, Ray?— Contestó.

—No, parece que estábamos pensando lo mismo.— Afirmó el chico. —Simulamos habernos rendido pero continuamos con el escape.

—Escapemos, Ray.— Reclamó la muchacha. —Se eso vine a hablarte.

—Justo a tiempo, también quería hablar con vos.— Agregó el azabache. —Estábamos bajo la mira de mamá, por lo que no pudimos hablar estos últimos dos meses.

—Sí.— Concordó la de cabellos anaranjados. —No quería que mamá se diera cuenta de nuestras verdaderas intenciones.

—¿Verdaderas intenciones?— Cuestionó Ray.

—Sí.— Afirmó. —Mamá es fuerte, ya nos estaba vigilando todo el tiempo. No podía bajar la guardia ni un segundo. Por más que ni yo ni vos ni _______ hicimos nada, no dejó de vigilarnos. Es muy cuidadosa. Pero entonces decidí que iba a usar eso. Si tanto se enfoca en mí... Entonces no le puede prestar tanta atención a los demás.

—Don y Gilda...— Murmuró él.

—Exactamente. Aunque aumente la vigilancia, mamá solo tiene dos ojos, mientras más se enfoque en nosotros, menos le va a prestar atención al resto. Así que dejé que se encargaran de todo, de el entrenamiento y de todos los otros preparativos.

—¿Y? ¿Cuánto avanzaron?

—Ya tenemos herramientas, provisiones y ropa para el frío listos. Tenemos todo preparado para salir en cualquier momento.

—Bien hecho.— Sonrió el muchacho. —Queda el modo, cómo escapar.

—Ya tenemos eso pesando.— Agregó Emma. —Vamos a escapar mañana a la tarde.

—Esperá.— La detuvo el de ojos negruzcos. —¿Mañana a la tarde? Es imposible, la situación es distinta ahora. Para mí hay que escapar a la noche. Sentate.— Siguiendo sus palabras, la de orbes verdes se sentó en una de las sillas. —Escuchame. Del otro lado del muro hay un precipicio, no sé puede bajar por él. Para escapar tenemos que usar un puente, pero solamente hay uno y sale a la central. Esa es nuestra situación actual. Tenemos dos problemas. Primero, la vigilancia de mamá, y segundo, la seguridad del puente.

—Con el primer punto.— Interrumpió la chica. —¿Te referís a que siempre nos está vigilando a nosotros y que siempre tiene un bebé en sus brazos? A la noche también duerme en la habitación de los bebés.

—Sí, por eso primero tenemos que liberarnos de esa vigilancia para escapar. Si no la separamos de los bebés, no tenemos forma de escapar todos. Lo siguiente es el segundo punto. Como es la única salida, debe estar vigilada. Con el escándalo del escape, seguro se va a llenar de guardias. Y aunque eso no pase, está justo en frente de la central, los demonios pueden llegar rápido porque está cerca. Es decir, que si mamá nos detiene, estamos acabados. Que si informan del escape a la central, estamos acabados... Y que si nos encuentran en el puente, estamos acabados. Normalmente nos daríamos por vencidos porque es imposible.

—¿Entonces qué hacemos?— Preguntó Emma.

—Para mí, esta es la mejor idea.— Dijo Ray, apoyando su mano en una caja. Cuando la abrió, se vió que estaba llena de potes de aceite. —A la noche, prendemos fuego el hogar.

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora