- ¡Por fin salimos! - Gritó la ojiverde, saltando. Te encontrabas caminado tranquilamente al lado de Ray, mirando la escena con diversión.
- Esperá, Emma. - La llamó mamá. - Tenés el cuello mal doblado. - Continuó, acomodando el cuello de la camisa de la niña.
- ¡Ah! No me dí cuenta. ¿Desde cuándo está así? - La pelinaranja tenía una cara de sorpresa.
- Que chiquilina. - Mencionó el ojinegro, ganándose un puchero de parte de Emma y risas de vos y mamá.
- Andá a jugar. - Indicó la mujer, acomodando suavemente el cabello de la ojiverde detrás de su oreja, que le dió un beso en la mejilla.
- ¡Hasta luego! - Se despidió.
- Bien hecho. - La felicitó el azabache cuando la chica pasó corriendo.
- Gracias, ¡Nos vemos! - Se acercó a Norman, con quien intercambió unas palabras antes de acercarse al bosque.
- Así que en la oreja... - Habló el pelinegro, tocando suavemente su oreja izquierda. - Es verdad que no se nota para nada, pero si sabés que está ahí lo podés sentir.
- Es la primera vez que escucho sobre esta "Marca de extracción de sangre"... - Mencionó el albino, siendo acompañado por Ray con un "yo también". - No se me habría ocurrido que pudieran desaparecer tan rápido...
- Sí... Son tan chiquitas que desaparecen... Debería haber pensado en eso antes... - Apretabas el libro contra tu pecho, un poco culpable.
- ¿Bromeas? Nosotros ni siquiera sabíamos de la existencia de la supuesta extracción de sangre, y además lograste descubrir dónde está y que forma tiene. - El ojinegro te miraba con una sonrisa reconfortante, que te tiñó las mejillas de un suave carmesí. Lo que sigue es...
- Cómo destruirlo. - hablaron los cuatro al mismo tiempo.
- ¿Qué hacemos...? - Preguntó el ojiazul, tocando su oreja. - Si hacemos un corte para investigarlo...
- Nos vs a descubrir. - Completó su oración Emma. - Por más que tapemos el corte con pelo... Si nos toca el pelo como hizo conmigo recién... Apenas pude disimular los nervios. ¿Y todas las otras veces lo hizo por lo mismo? ¿Para comprobar que no le haya pasado nada a la oreja izquierda?
- Puede ser. - Contestó Ray. - El rastreador no identifica a quién corresponde la señal... A menos que se fije, no puede saber dónde estamos... Tampoco le notifica si nos acercamos al portón o al muro. - Enumeró.
- El rastreador que tenemos... En realidad es bastante limitado. - Concluiste. - Pero por algo nos implantaron estos. ¿Por qué? - Jugabas con tu pelo, casi pensando en voz alta. - Deben pensar que pueden seguirnos hasta donde sea mientras el rastreador esté sano... Por más que crucemos el portón o el muro. No está roto. Así que seguimos a su alcance.
- Esperen. - Te detuvo Norman. - ¿Puede ser que el rastreador notifique cuando se rompe?
- Es posible. - Respondió el azabache.
- ¿Eh? ¿A qué de refieren? - Preguntó la pelinaranja, confundida.
- Pueden seguirnos mientras estén sanos y no pueden seguirnos cuando se rompen, así que puede que tengan algún tipo de alarma que les avise instantáneamente cuando dejen de funcionar. - Explicaste.
- ¿Eso quiere decir que si lo rompemos, mamá lo va a saber? - Preguntó la ojiverde.
- Solamente si es verdad que tienen algún sistema de notificación. - contestó el pelinegro.
- Pero también tenemos que pensar en que mamá nos mostró adrede que existen estos rastreadores. - Agregó el albino, con una mano en la barbilla. - ¿Quiere decir que no le preocupa que lo sepamos?
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La letrista {Rayxtú}
FanfictionSabías que desde niño Ray cantaba esa canción de hermosa melodía. Aunque cuando la cantaba, tenía una expresión triste, como si hiciera alusión a un recuerdo amargo. "Ray... Otra vez cantas esa canción triste. ¿Por qué la cantas si te hace sentir m...