XIX

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La pelinaranja corría por el pasillo, tratando de alcanzar a los dos de diez años.

- Don, Gilda. - Habló cuando los encontró.

- Emma... - Balbucearon los mencionados.

- ¡Perdón! Me equivoqué. - Dijo la de once años. - No estaba entendiendo la situación, no estaba lo suficientemente preparada como para confiar. Gracias por creer en mí y remarcar mi error.

- Yo también lo lamento... - Hablaste, acercándote.

- Yo también les quiero pedir disculpas. - Continuó el albino.

- ¡Ah! No... No hace falta... Perdón por haberlos golpeado también. - Anunció el castaño. - ¿Están bien...? ¡Obvio que no están bien, vamos a la enfermería!

- No pasa nada, tranquilo. - Balbuceó el de ojos azules.

- Perdón por hacer cosas por nuestra cuenta. - Mencionó la chica de lentes.

- Sí, es lógico que Ray se enoje... - Agregó el moreno. - Así que, perdón... - Terminaron los dos, arrepentidos. Te diste vuelta para ver al azabache.

- Vos también, Ray. - El mencionado soltó un suspiro.

- Da igual. En cualquier caso, yo me ocupo de todo. - Al ver la agradecida mirada que le dirigías sintió algo de culpa por las cosas que hizo. - Yo también... Me porté mal, perdón. - Concluyó.

- Ya no hay más mentiras, así que les pregunto de nuevo. - Habló la de ojos verdes. - Si nos equivocamos, podemos morir... Y en el peor de los casos, "afuera" hay una sociedad de demonios. ¿Quieren escapar con nosotros igualmente? - Gilda y Don se miraron antes de responder, cosa que te generó escalofríos.

- ¡Obvio! - Contestaron al mismo tiempo. - Nos vamos a esforzar para que confíen en nosotros. Así que los vamos a ayudar.

- ¡Gracias! - Dijiste, con una sonrisa.

- Lo que sigue es la inspección de los alrededores. - Empezó a explicar Norman. - Necesitamos que haga algo.

{~°~}

Estabas en la biblioteca, rodeada de libros. Porque aunque la planificación del plan de inspección era muy importante, también lo era el hecho de disimular y por eso había que hacer cosas que normalmente hacían. No eras una aficionada al estudio o algo por el estilo, pero te facinaba profundamente leer, por lo que nunca tuviste muchos problemas en los exámenes. Miraste por la ventana como dos de tus cómplices tendían las sábanas en el patio, mientras sostenían lo que parecía ser una conversación muy importante. Luego volviste a mirar hacia la sala, aquel salón repleto de libros hasta el techo. Y el cuaderno negro que estaba a tu lado, junto con la hoja de lo que parecía ser... Una partitura, tal vez. Una carta, también. Era ambas para tí, era una especie de testamento llegado a este punto. Una hoja que te recordaba a cierto azabache que charlaba con su madre en algún lugar de la casa, distrayéndola, consiguiéndoles más tiempo. Antes de que te adentraras más en tus pensamientos oíste el sonido de la enorme puerta de madera resonar por la biblioteca, haciendo que dirijas tu vista hacia la entrada. Tus ojos se encontraron con Don y con Gilda, que traían unas cosas que había pedido cierto albino de ojos azulados.

- _______, Norman nos dijo que te diéramos las cosas a vos. - Mencionó el moreno chico, entregándote jabón para la ropa y herbicida. Las recibiste con una sonrisa mientras te dirigías al final de la sala para ocultarla en un punto ciego que había entre la pared y unos estantes. - Una pregunta... - Comentó el chico. - ¿Para qué vamos a usar esas cosas?

- Nos van a servir para la inspección. - Fue lo único que dijiste al respecto. Una vez que escondiste cuidadosamente todo, los tres se dirigieron a la puerta y salieron hacia el bosque para reunirse con la pelinaranja y el albino.

- Norman... - Empezó a hablar la de cabellos verdosos. - Esta inspección consiste en cruzar la valla, subir el muro y ver que hay afuera, ¿No? ¿Qué es lo que vamos a hacer con los rastreadores?

- Lo que tenemos que hacer es que no se fije. - Anunció Emma.

- Exactamente. - La apoyó el de orbes azules.

- Tanto mamá como la hermana tienen que estar mirando para otro lado. - Explicaste. - y para eso tenemos que crear una situación en la que no necesiten mirar sus relojes. Vamos a aprovechar ese momento para inspeccionar rápidamente.

- ¿Pero cómo? - Cuestionó el castaño.

- Ray se va a ocupar de mamá.. - Tu semblante se veía algo sombrío mientras decías esto. - Le va a pasar información falsa. - Cada vez se adentraban más en el bosque, haciendo que las voces de los demás niños se oyeran lejanas.

- Pero... - Mencionó la chica de diez años. - Si Ray se ocupa de mamá, ¿Qué es lo que va a pasar con la hermana? Porque si la hermana nos descubre, quedamos eliminados automáticamente, ¿No?

- No te preocupes, tengo una idea. - La tranquilizó el albino se once años. Siguieron caminando en silencio, hasta que de reojo vieron aparecer la alta figura de la hermana Krone desde detrás de un árbol, haciendo que por poco tengas un paro cardíaco de los nervios. El de orbes celestes tomó el mando de la situación rápidamente. - ¿Necesitas algo--?

- Lo ví todo. - Lo interrumpió la mujer. - Escuché todo lo que dijeron en el comedor. - Podías oír tu corazón latir desembocado en tus oídos, casi mareándote. La adulta sonrió. - ¡Ustedes seis saben la verdad! Norman, Emma, Don, Gilda, Ray, _______... - Agregó, mencionando a cada uno de tus cómplices. - Ustedes seis... - Empezó a decir, inclinándose hacia adelante. - ¿Quieren aliarse contigo?

¿Eh?

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora