XCVI

407 41 34
                                    

Llegaste tarde, Emma.

—Todos están...— Habló Ray, con la mirada oscurecida.

—Sí, muertos.— Confirmó Norman, sonriendo aún. —Hicimos que se mataran entre ellos. La realeza, la nobleza, el clan Geelan... No queda ninguno.— Sentiste tu estómago crepitar y las náuseas escalar por tu garganta como animal histérico, lo que te obligó a taparte la boca. Emma dió un paso hacia adelante, con el rostro pálido de espanto.

—¡Norman! ¡Hicimos una nueva promesa! ¡Podemos escapar todos al mundo humano! Ya no hace falta que peleemos... Detengamos el exterminio, ¿Sí?— Rogó tu amiga.

—Es imposible, Emma. Ya es demasiado tarde. La monarquía cayó... La misma que gobernó durante miles de años. No puede haber paz cuando no hay manera de gobernarlos. Yo maté al último, Yverk. Hicimos una grieta fatal en este mundo de demonios. Con un empujoncito más, todo quedará hecho añicos. Todos los demonios van a morir, no falta nada para su extinción. Ya no se puede dar marcha atrás. No hay otra opción más que el exterminio, Emma. No interfieras.— La de cabellos anaranjados se quedó en silencio solo por algunos segundos antes de tomar una bocanada de aire.

—No quiero.— Cislo retrocedió, sorprendido. —¡No entiendo qué sentido tiene seguir con guerras y masacres si ya no hace falta pelear! Yo no quiero ningún exterminio, ¡Y menos quiero que seas vos el que lo cause, Norman!

—Sí.— Apoyaste. —Busquemos otra forma, sigamos pensando, aunque sea imposible. No podemos rendirnos, por muy difícil que sea. Nunca es demasiado tarde.

—Yo lo decidí.— Sentenció Emma. —Ya no voy a dejar que te sacrifiques, no te voy a dejar solo. 

—¿De qué hablás...? Ya te dije que no me iba a ningún lado.— Respondió el albino.

—¡Sos un mentiroso, no te creo nada!— Gritó la chica. —¡Sí, nos engañaste un montón de veces, no me trates de tonta! ¡No subestimes a tu familia, quienes crecimos con vos! Nos damos cuenta de todo. No me respondiste cuando te pregunté qué era lo que pensabas, ni si todo esto te era difícil. En realidad es difícil, ¿No? Pero sos inteligente, así que elegís un camino infalible. Y sos amable, así que cargás con la parte de todos. En realidad no querés exterminarlos. No querés hacer una masacre. No te mientas a vos mismo, Norman. No te guardes nada. ¿Qué estás escondiendo? ¿A qué le tenés miedo?

—¿Miedo?— Rio Norman.

—El Norman que tengo frente a mí... Parece un nene chiquito temblando de miedo.— La de ojos verdes se había acercado hasta tomarle las manos y mirarlo con fiereza. —Sos más fuerte y amable que nadie, Norman, pero... ¡Sos igualmente cobarde y orgulloso! Ya no estás solo, dejá de tener miedo y confiá en nosotros. Compartí lo que te es difícil, lo que te cuesta, lo que te da miedo... Dejanos cargar con eso. 

—Así es, dejá de creerte que podés estar bien cargando tanto.— Intervino Ray. —¡Escupí todo!— Esa frase te recordó a cuando estaban en Grace Field, planeando el escape, desconociendo todos los peligros y dificultades que vendrían. Parpadeaste para no llorar.

—Ya no hace falta que nos protejas, Norman.— Hablaste. —Queremos caminar a tu lado. No seas tan distante, somos tu familia, tus hermanos, tus amigos. Nosotros no queremos un futuro en el que sufras, tenga el resultado que tenga. ¿Y vos? ¿Qué querés...? ¿Qué querés hacer, Norman?— Pareció pensarlo unos segundos, pero luego se salió del agarre de Emma y dió algunos pasos para atrás.

—No puedo... Es demasiado tarde... Estoy en un lugar del que no puedo volver. No puedo caminar a su lado. No saben las cosas que hice... 

—Sabemos.— Lo corregiste. —Sobre el veneno que esparciste afuera del castillo, sobre lo que quisiste hacerles a Sonju y Mujika, sobre el "experimento" en el sótano.

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora