LXXXVII

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A uno de los "peones".

Oías bullicio de afuera, puesto que Dominic estaba finalmente tratando de caminar con muletas. Dentro de la habitación de Chris, sin embargo, el ambiente era tenso. Emma le sostenía la mano con una mirada triste.

—Tiene buen color y su pulso y respiración están estables.— Habló Ray. —Vincent dijo que no había lesiones en el cerebro. No te preocupes, ya va a despertar.— No dijiste nada, pero trataste de aferrarte a esa idea tanto como te fue posible. Emma Suspiró.

—Sí... Por otro lado, Norman ayer no volvió...— Mencionó. —Quiero hablar rápido con él y decirle todo. Lo estuve pensando mucho desde que nos encontramos con Bárbara y los demás... Aunque nos llevemos muy bien con ellos, aunque son divertidos y buenas personas... Hablan así, tan llenos de odio y de ansias de matar.— Le soltó la mano al niño. —En Goldy Pond Oliver y el resto también odiaban a los demonios, pero... Es la primera vez que veo un odio tan visceral... Me dio miedo. No es que sienta compasión por los demonios, es que en ese momento, la profundidad del odio que tenía frente a mis ojos me dió miedo. Pero cuando dijeron que son todos iguales... ¿Y Mujika? ¿Y esos chicos demonios que seguramente no saben nada? No me parece que todos sean iguales... ¡No me parece!

—Sí, pero eso no les importa a esas personas.— Dijo el azabache. —No podés decirles “no los odies”. Ellos que sufrieron tanto.

—Una vez que empieza el odio sigue creciendo sin parar.— Hablaste, suspirando. —Se crea una cadena sin fin. Es que esto es guerra para ellos. Su temor hacia ellos, sus propias miserias, los intereses del gobierno, la confusión mutua... Puede comenzar por distintas razones. En primer lugar, si te permitís pensar en el otro, es porque no pensás dejarte matar. Y cuando se ahí nace la cadena del odio, es imposible detenerla. Termina en matanza, odio y más matanza.— Miraste al pequeño niño, tendido en la cama con los ojos cerrados y una expresión de paz. —Por eso no desaparece, y los humanos venimos repitiendo esto desde hace miles de años.

—Pero yo...— Empezó la de ojos verdes, antes de oír un fuerte grito de afuera, que anunciaba la llegada del jefe. Los tres se miraron y corrieron hacia el exterior de esa habitación. Lo esperaron en la puerta de su oficina, donde momentos después apareció sacándose la capa y respondiendo algunas preguntas de Bárbara y Vincent.

—¿Emma, Ray, _______?— Preguntó.

—Norman, queremos hablar con vos.— Sentenció tu amiga. El mencionado los hizo entrar a su oficina con una sonrisa. —Perdón, sabemos que acabas de llegar.

—No pasa nada.— Los tranquilizó. —¿De qué quieren hablar?

—De varias cosas.— Respondiste. —Primero que todo, queremos que nos digas algo. ¿Cuál es tu plan? ¿Cómo pensás extinguir a los demonios sin perder a nadie, como dijiste?

—¿Con una guerra civil?— Cuestionó tu pareja.

—¡Sí! Con vos la charla avanza rápido, Ray.— Bromeó Norman.

—¿Guerra civil?— Cuestionó Emma.

—Es decir, provocar una guerra civil entre los demonios.— Explicaste. —Hacer que los demonios se destruyan entre sí. Entonces, ese peón que decís que fuiste a ver es probablemente un demonio, ¿No?

—Sí, es cierto. Formamos una alianza. La sociedad de los demonios no es un bloque uniforme. Se divide en realeza, nobleza, plebeyos que serían los asentamientos de demonios comunes y el resto, los salvajes. Es una estructura jerárquica. Ahí tenemos particularmente a la familia real y a las cinco familias regentes.

—¿Las cinco familias regentes?— Preguntó Emma.

—Son las cinco familias nobles con más poder después de la familia real.

—Los que crearon Lambda...— Mencionaste.

—Exactamente. La familia real y las cinco familias regentes gestionan y dirigen todas las granjas. Se jactan de tener una inmensa autoridad y riqueza que les permite controlar la sociedad de los demonios mediante el abastecimiento de carne humana. Durante años, las diferencias entre la familia real y las cinco familias regentes con respecto al resto fue creciendo, y ahora estamos en un contexto de insatisfacción entre los demonios. Eso es lo que vamos a utilizar para empezar.

—¿Quiénes son concretamente?— Quiso saber el de ojos negros.

—El clan Geelan, expulsados de la nobleza. Hace aproximadamente unos setecientos años, la familia real y las cinco familias regentes hicieron una maniobra para atribuirles la culpa de cierto crimen y quitarles su prestigio de familia distinguida. Una especie de exilio en donde los degradaron a una casta sin posibilidades a la carne humana. Se dice que los llevaron a involucionar y convertirse en demonios salvajes. Pero estuvieron escondidos esperando la posibilidad de vengarse durante siete siglos. Siguieron alimentándose robando de las granjas de la gente común manteniendo a duras penas la inteligencia y la forma humanoide.

—Me sorprende que pudieras encontrar demonios así...— Balbuceó Emma.

—¿Pero es realmente seguro tenerlos como aliados? Siendo nosotros humanos y ellos demonios...— Dijiste.

—Voy a hacer que funcione.— Contestó el albino. —Es cierto que los riesgos no son pocos, en cuanto dejáramos de tener valor para ellos sin duda alguna nos comerían. Pero eso es igual para nosotros. Ambos buscamos manipularnos mutuamente, es ese tipo de negociación. Pero está bien.— La expresión de calma, combinada con aquella mirada tan profunda, te paralizó. El muchacho siguió con su explicación. —Hasta que no consigan su venganza, no nos van a hacer nada. Ahora lo único que les importa es eso. Porque además tienen cierta información por lo que no van a hacer nada hasta ese momento. Si hacemos las cosas bien, no va a morir ninguno de nosotros. Esto es muchísimas veces más provechoso para nosotros que enfrentarnos a los demonios directamente. Si se trata de adelantarse al enemigo, no podemos perder. Esto no es orgullo o exceso de confianza, es determinación. Vamos a ganar sin derramar sangre.

—Pero...— Emma rompió el pequeño silencio que se había formado después de la explicación del falso Minerva, que giró la cabeza para mirarla. —¿Vos sabés, Norman? Que hay demonios que no son así. Existen demonios que no involucionan aunque que no coman humanos. Probablemente no se vean afectados por comer cosas nuevas.— El chico parecía sorprendido.

—Sí.— Apoyó tu novio. —Y si hay muchos demonios que de todas maneras quieren comer humanos, la base de tu plan se caería, Norman. Así que por lo menos queríamos avisarte.— La de ojos verdes pareció querer agregar algo más, pero se quedó en silencio al ver el rostro del albino.

—¿Porqué saben eso?— Cuestionó. —¿Dónde escucharon eso?— Rápidamente le explicaron su viaje con Sonju y Mujika, el cómo los cuidaron y su ayuda. —¿La vieron? ¿La conocieron? ¿Se encontraron con ella? No puede ser... No lo puedo creer...

¿La “doncella de la sangre maldita” sigue con vida?

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora