LXVIII

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Lo vamos a lograr, Valentino.

Las seis en punto. El día en el refugio B06-32 comienza con el sonido de las cacerolas.

—¡Arriba!— Gritó Chris, golpeando las cacerolas una contra la otra. —¡Ya está el desayuno listo!— Viste a los niños ser guiados por el pequeño hacia el comedor. Hacía ya medio mes que habías despertado desde lo sucedido en Goldy Pond, y las cosas iban de maravilla. Se sentaron a desayunar, charlando animadamente. De habían repartido las tareas del refugio hace tiempo; algunos llevaban despiertos desde hace rato, cuidando de la huerta, saliendo a cazar, lavando ropa, arreglando cosas del lugar, modificando ropa para que sea más cómoda, atendiendo a los que aún estaban heridos, limpiando, cocinando y otras actividades más. Violet se acercó a unos niños que cambiaban una lamparita.

—¿Dónde está Emma?— Preguntó.

—Probablemente esté con ___________ y Ray en el cuarto secreto.— Asintió en silencio y volvió a sus asuntos. Ray, sentándose en la silla a tu lado, te alcanzó una taza de té. Emma seguía bajando la escalera.

—¿Se contactaron los ayudantes?— Preguntó, mirando hacia el teléfono en el centro de la habitación.

—No, sin noticias todavía.— Dijiste.

—Primero contactemos a los ayudantes.— Habló Emma.

—Sí, tenemos que confirmar que podamos hacerlo.— Continuó Yugo. —Para eso, primero tenemos que arreglar todas las líneas que están rotas ahora, y después...

—Pero... ¿Es seguro contactarlos?— Preguntó Sonya. Si nuestros enemigos ya descubrieron a esos ayudantes y los eliminaron... No podemos estar seguros de que no sea un enemigo quien responda a nuestro llamado, haciéndose pasar por un ayudante... También puede que este lugar quede al descubierto solo con reparar las líneas...

—Es verdad, el mismo Minerva nos advirtió de estos peligros.— Contestó Lucas. —“No dejen rastros al volver al refugio”, “Tengan cuidado al salir y entrar del refugio”, siguiendo esas instrucciones llegamos hasta acá. Todo indica que el sistema del refugio está configurado para que no se puedan detectar las líneas desde el exterior. Y parece que también hay varios refugios falsos.

—También hay una palabra clave para que podamos confirmar nuestras identidades. —Continuó Ray. —Entendemos que igual quedan peligros.

—Aunque sea peligroso, quiero confirmarlo.— Hablaste. —Si quedan ayudantes, quiero su ayuda. Y si no hay, vamos a pensar en otro plan. Mientras tengamos tiempo, quiero que todo quede claro.— Hubo un silencio por un rato.

—Entonces, ¿Cómo nos vamos a contactar con ellos?— Preguntó Gillian.

—Sobre eso...— Emma se paró, dirigiéndose hacia el pasillo. Todos la siguieron hasta la sala de monitores, donde tecleó algunas letras en un teclado y activó la lapicera, que hizo un holograma en la pared. Así, se abrió un pasadizo secreto.

—¿Conocías este cuarto, Yugo?— Preguntó Chris, trepado en los hombros del mencionado. Sus bracitos se acomodaban entre los cabellos blancos y azabaches del adulto.

—No, para nada.— Contestó.

—Así que debajo de ese lugar estaba esta habitación.— Dijo Don, mirando al rededor.

—Un teléfono...— Señaló Oliver.

—Para comunicarnos, solamente tenemos que marcar el número correcto en este teléfono.— Hablaste, tomando el aparato. —Y en las siguientes veinticuatro horas, se van a contactar con nosotros.— Tomaste aire. —Bueno, voy a llamar.

—Ya pasaron siete días desde que llamamos.— Suspiraste, soplando el vapor de la taza de té. —Y todavía seguimos sin noticias.

—La grabación de Minerva tiene quince años...— Comentó Ray. —Es posible que ya no haya más ayudantes.

—Pero las líneas no estaban cortadas, y tampoco nos atendió el enemigo ni trató de comunicarse con nosotros...— Opinó Emma. De pronto, la habitación se llenó con el tono de sonido de un teléfono, anunciando una llamada. Te pusiste de pie y miraste a tus acompañantes antes de tomar el aparato decidida. Al principio oíste solo un pitido intermitente, pero pronto se convirtió en algo más.

—¡Código morse!— Exclamaste, acercando el teléfono a tu pareja, que se puso a escuchar atento a tu lado. “Perdón, no puedo verlos ahora, yo me comunicaré con ustedes. Cuidado, enemigo Peter Ratri, hermano de Minerva, líder del clan Ratri”. —¡Espera! ¡¿Y la clave?!— Exigiste. Compartiste una mirada de asombro con tu novio al oír como el código se interrumpía para transmitir la clave designada. Luego, prosiguió. “No se muevan, yo voy a ir a buscarlos”. Cortó segundo después pusiste el teléfono en su lugar.

—Era un ayudante...— Habló Ray.

—No era una grabación, estaba vivo y estaba hablando con nosotros.— Compartiste una mirada con la gente que estaba en el cuarto secreto. —Era un aliado. Si fuera un enemigo habría intentado saber dónde estamos o nos habría hecho salir, pero nos dijo que nos quedemos acá y no nos movamos. Además si fuera un enemigo nos habría llamado antes.

—No perdemos nada siendo precavidos y no es imposible que sea un enemigo, pero...— Continuó el azabache. —Yo creo que es verdadero.

—Menos mal.— Suspiró con una sonrisa Emma. Con esto, ya pudimos confirmar si podíamos ponernos en contacto con los ayudantes.

—Nos van a ayudar, ¿No?— Preguntó un niño emocionado.

—No todavía no podemos saberlo.— Negó Ray. —Probablemente lo que piense es que queremos escapar disimuladamente. No sabe que queremos buscar los “Siete Muros” y que queremos liberar a todos los chicos ganado. Aunque Minerva lo haya presentado como una opción, no hay forma de que sepa que fue la que elegimos.

—Sí, tenemos que comunicarle eso de alguna forma.— Espetaste. —Aún así, sabemos que está de nuestro lado.

—Pero...— Comenzó Lucas. —Se lo notó bastante apremiado. La llamada fue corta, y aunque se suponía que nos iba a llamar en menos de veinticuatro horas, pasó una semana sin noticias. Y además dijo que ahora no nos podía ver. ¿Tan cerca está la amenaza enemiga?

—Pero igualmente son buenas noticias.— Dijiste. —El ayudante dijo que se iba a comunicar con nosotros y que van a venir a buscarnos.

—Pongamos turnos para vigilar el teléfono, para que pueda contactarnos en cualquier momento.— Opinó tu pareja.

—Y lo posible, me gustaría que todos se memorizaran código morse.— Agregó Lucas.

—Sí.— Apoyaste. —También me gustaría seguir avanzando hasta que nos contacte...

Con la búsqueda de los Siete Muros.

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora