LXII

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Tanto tiempo sin verte, Leuvis.

El señor... ¡Y Ray! ¡Menos mal! Estaban sanos y salvos los dos... Y vinieron por nosotras... Devolviste tu vista hacia Leuvis, comprobando que su máscara efectivamente se caía a pedazos. Pepe, siguiendo el plan sin demora, le lanzó una granada a Leuvis. El demonio no trató de evitar el impacto, dándose cuenta demasiado tarde que era una granada cegadora. Luego de oírla desarmarse, destapaste tus ojos. El comegente se llevó la mano a la cabeza, tambaleando. Luego se tapó la cara y se tiró al suelo. ¿Se está cubriendo la cara? Es inútil. Somos cinco desde cuatro direcciones, podemos dispararle. De pronto, el monstruo lanzó los trozos de su máscara rota por los aires, haciendo que te tengas que agachar. Pepe soltó un quejido cuando fue golpeado y, en menos de un segundo, Leuvis ya estaba ahí a su lado, cortando su hombro de una arañada. Todos se quedaron de piedra ¡Pepe! ¡¿Cómo contraataca?! Si no puede ver, entonces... Es por el sonido, se dió cuenta que Pepe estaba ahí por el sonido. Hay que cambiar de posición. Sentiste unos disparos por el aire y te diste la vuelta, viendo al señor disparando continuamente. Leuvis se cubrió de los disparos con una mano, destrozándosela en el proceso. No tardó en responder con una lluvia de fragmentos de máscara.

—Bien.— Empezó a decir. —Bien, bien, bien, bien, bien.— El señor volvió con Ray, diciéndole algo que no llegaste a escuchar. El demonio comenzó a reír. —¡Qué emoción! ¡¿Hace cuántos siglos no sentía esto?!— Miraste a tu alrededor y viste a Emma arrastrando el cuerpo de Pepe, por lo que corriste a ayudarla. Leuvis golpeó la pared de la casa donde se encontraba Nigel. Lo viste alejarse de la ventana con velocidad, adentrándose en el edificio. El comegente derrumbó la casa a escombros y se acomodó el sombrero. Mientras, todo se reunieron en una casa alejada al monstruo. Los tres de Grace Field House se encontraban arrodillados frente a Pepe.

—¡Pepe!— Lo llamó Emma.

—Ya detuvimos la hemorragia.— Le dijiste. —Pero no podemos hacer nada más por ahora. Tenemos... Que dejarlo acá.

—Mierda...— Balbuceó Nigel. —¿Cuánto...? ¡¿Cuánto más puede aguantar ese monstruo?! Hicimos tal como planeamos, le rompimos la máscara... ¡La granada cegadora también funcionó, pero...! ¡Superó todo eso!

—Ya usaron todo lo que tenían.— Habló el señor. ¿Qué hacemos? ¿Cómo lo derrotamos?— Apretaste los puños. Tenemos que hacer algo, tengo que hacer algo. Pepe está muriendo... Y Leuvis recuperará sus sentidos tarde o temprano. Esta es la única oportunidad para atacarlo. ¿Pero cómo?

—Preparémonos de nuevo.— Rompió el silencio Nigel. —Cambiemos de posición y apuntemos desde ahí a su punto débil de vuelta.

—Es inútil.— Habló el adulto. —Yo ya lo intenté.

—Pero si lo hacemos todos juntos...

—¿Te parece que podemos? En serio... ¿Te parece?— Todos se quedaron en silencio. —Sí. No podemos matarlo. Es un monstruo. Si seguimos así...— El hombre hizo un sonido de reprimidas náuseas y se llevó la mano a la boca. —Tenemos que escapar. Ya no hay nada que podamos hacer. ¡Esta es nuestra oportunidad de escapar! ¡Antes de que recupere todos los sentidos!— Nigel miró a los presentes, resignado.

—Emma, ____________.

—No.— Dijiste. —Si escapamos ahora, no vamos a poder salvar a todos.

—¿Todos...?

—Oliver, Zack, Theo y los otros chicos... Nigel, Pepe, Emma, Ray, yo... Lucas y usted. No quiero dejar que nadie muera.

—Sí.— Te apoyó Emma. —Vamos a escapar todos con vida de este coto de caza.

—¿Qué estan diciendo?— Las confrontó el adulto. —No podemos derrotarlo, vamos a morir todos. Si vamos a morir de todas formas, intentemos escapar los más que podamos.

—Pero aunque escapemos, ¡Aún puede que nos maten!— Negaste. —Aunque nos escapemos, van a perseguirnos. Y si nos persiguen, vamos a morir. Nigel, ¿Lucas te contó sobre el “Plan Final”?— El chico asintió con la cabeza. —Todavía es temprano para eso también.

—Pero...— Trató de protestar. —Pero es lo único que podemos hacer, ¿No? Hicimos todo... Todo lo que pudimos, pero... Nada de eso fue suficiente al final, ¿No?

—Todavía tenemos opciones.— Refutó Emma. —Estoy segura de que tenemos.

—Pero que...

—No nos rindamos y pensemos.— Continuó. —Tiene que haber algo...

—No.— Se interpuso el señor de nuevo. —No hay nada. No siquiera tenemos tiempo para pensar. Si desperdiciamos esta oportunidad, ni siquiera vamos a tener la opción de escapar.

—Sí.— Aceptaste. —Pero si escapamos de acá ahora... Volvemos al camino de hacer sacrificios para sobrevivir.— Todos se callaron. —Da miedo, ¿No? Yo también tengo miedo. De Leuvis, de ver la muerte de mis amigos de vuelta, de las decisiones que tomo. Pero yo ya... Estoy cansada de ser una cobarde y tomar el camino fácil. Todos perdimos a gente que queremos. Quiero evitar que pase de vuelta. No, más bien, voy a evitar que pase de vuelta.— Emma te puso una mano en el hombro y tomó la palabra.

—Descubrimos que hay un camino desde acá al mundo humano. Hoy todos vamos a ser libres. Los días con miedo a ser cazados se terminan, vamos a ir todos juntos a un mundo sin demonios. Hay momentos en donde es mejor retirarse... Pero no creo que este sea uno de esos momentos. ¡Ganemos! Ganemos y escapemos de este coto de caza... ¡Todos juntos! Esta vez, ¡Sí!— El adulto se quedó en silencio un segundo, antes de pegarle un zape en la cabeza a la chica de cabellos naranjas.

—Callate.— Le exigió. —Cómo hablan la enana antenuda y la mapache...— La chica se sobaba la zona adolorida de la cabeza, suspirando. —Ya entendí, Emma, ___________, voy a hacer lo que digan.— Los tres chicos de Grace Field House se quedaron en silencio, mirándose entre sí en sorpresa. Emma sonrió de oreja a oreja.

—¿Dijo nuestros nombres recién? Entonces, usted...— Empezó a decir, llena de una repentina felicidad.

—¡Qué molesta...!— La esquivó.

—¡¿Cómo se llama?!— Le preguntaste, mientras te acercabas con una gran sonrisa. Te miró con el ceño fruncido.

—Qué pesadas... Si derrotamos a Leuvis y escapamos de acá sanos y salvos, les digo.— Eso las dejó a Emma y a tí más que satisfechas. Nigel carraspeó.

—Entonces, ¿Cómo lo derrotamos concretamente?

—Como dijeron _________ y Emma, tiene que haber algo que podamos hacer.— Habló Ray, después de analizar la situación en silencio. —Recién cuando estaba viendo desde arriba se me ocurrió que... Por muy increíble que sea, ese tipo no deja de ser un ser vivo, ¿No? Si le disparamos en el núcleo, muere, las balas lo lastiman. También se electrocutó y perdió los sentidos, es un ser vivo que puede morir. Su regeneración, su fuerza, el tamaño de su cuerpo, la velocidad se sus movimientos... Todo eso tiene un límite, por excepcional que sea. Pensemos todo con calma una vez más... Sin que el miedo nuble nuestros ojos. Tiene que haber una forma de matarlo.

—Ahora que lo decís...— Mencionaste. —Me dí cuenta de una cosa.

—¿De qué, ___________?

¿Porqué el demonio en ese momento... No regeneró su mano inmediatamente?

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora