57.

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- Buenos días.
- ¿Y mamá?
- Me la dejó a mí.- sonrió y se sentó en el taburete, dejando la silla de Emma a su lado con ella ahí.- ¿No está el jefe?
- No, hoy no viene.
Salí de la barra para acercarme a la silla y tomar a Emma en mis brazos. No le había contado a nadie de aquello, ya que tendría que nombrar a Mauro, con el que no hablo desde que se fue de mi casa. Con su hermana, en cambio, sigo igual de bien y cada día mejor.
- ¿Y que tal por acá?
- Bien, tranquilo, ¿Vos?
- Bien, como siempre.- me miró mientras volvía detrás de la barra con Emma.- Hace una bocha de tiempo que no veo a Lautaro.
- Está ocupado.
- Ya...siempre lo está.
- A mí no me digas.
- Lo sé, lo sé...por eso le pregunté a él.
Levanté mi mirada de Emma a mí hermano mayor y sus ojos seguían igual de fijos en mí que antes, además de estar serio.
- ¿Qué hiciste qué?
- Bueno, ya que veía que vos no me decías nada le llamé a él y le pregunté.
- Santino.
- ¿Por qué no me lo dijiste?
- Porque no es importante, ya fue.
- ¿Terminas con tu novio y no es importante? Angie.
- ¿Qué? No es el primero ni va a ser el último.
- ¿Por qué fue?
- Por nada.
- Se veía que le gustabas mucho, vos y Emma, así que dejate de joder y decime ya qué pasa, ¿Querés?
Chasqueé la lengua y fui de nuevo a la silla para dejar allá a Emma, así poder agarrar el trapo y limpiar la barra mientras pensaba mi respuesta.
- Angie.
- Fue por Mauro.
- ¿Se enteró de lo que hiciste?
- No, es sólo que...
- ¿Qué?
- Cuando estábamos en el boliche, la última vez que salimos de fiesta juntos, vos viniste a nosotros borracho y me preguntaste si ya olvidé a Mauro, así que...
- ¿Es joda?
- No, eso me contó él antes de dejarme porque seguía pensando en mi ex y según él, todavía sin olvidarle.
- Hombre, cuando pensás en tu ex por algo es...
- Santino.
- ¿Qué? Es la verdad, puede ser bueno o malo hacerlo, pero hacer lo haces.
- Bueno, ¿Y qué hago a ver? ¿Borró todo lo que viví con él?
- ¿Seguís pensando en él?
- A veces.
- Bueno, no sé, pasará supongo.
- Eso también me dijo mamá.
- ¿Lo sabe?
- Se lo conté hace tiempo, al principio se enojó por si descubría lo de Emma, pero al final me dijo que era cuestión de tiempo olvidarle.
- Bueno, tiene razón en las dos cosas. Ni debes hablar con él ni debes pensar en él.
- Como digas.
Puso los ojos en blanco y yo suspiré, llenando un vaso de Coca- Cola para él antes de cruzarme de brazos, mirándole beber.
- ¿Y ahora qué?
- ¿De qué?
- Lautaro y vos.
- Nada, me dejó y ya, no hemos vuelto a hablar.
- Volvés a ser madre soltera.
- Estaré bien, supongo.
- Sino siempre podés pedir ayuda.
- Si contestáis al teléfono, sí.
- Bueno, sólo fue una vez y era porque se le había perdido el juguete preferido a Emma.- sí, esa mentira les conté por las llamadas que hice.
- Si vos la oyeras llorar.
- Créeme que lo hago y cada día confirmo más que no quiero ser padre.
Reí levemente y él sonrió antes de volver a beber. Seguimos hablando de otra cosa que no fuese Mauro hasta que se fue con Emma, dejándome de nuevo sola en el bar.
Cuando tuve mi descanso, hablé con Candela por mensajes y después seguí laburando. Mis amigos parecían todos desaparecidos y al menos sé que Juan está laburando, por los demás nada de nada. Así que, ahora sólo tenía a Candela al parecer.
- Nos vemos mañana.
Me despedí del cocinero y este se fue, dejándome sola con tan sólo las mesas y sillas por colocar. Agarré mis cosas cuando terminé y salí.
Cerré el bar completamente y saqué el celular para llamar a un taxi. Cuando me giré mientras comunicaba, me encontré con él, que me sonrió levemente cuando nuestras miradas por fin se cruzaron. Al segundo, colgué la llamada.
- ¿Qué hacés acá?
- Cande me dijo que ahora nadie te llevaba a casa después de laburar así que te conseguí un Uber, al menos hoy.
- No hacía falta.
- Dale, es gratis.- le miré con una ceja levantada y él rió, dejando de apoyarse en la pared.- Es un amigo, te acerca a vos y después nos vamos.
- Bueno, está bien, todo lo que sea ahorrar plata ahora...
Sonrió y le dio una última calada a su cigarro antes de tirarlo mientras que yo caminaba hacia él sin estar muy segura. Pero, al final, ¿Qué perdería en ir con él?
Subí al auto, saludando a su amigo que estaba fumando también un cigarro mientras nos esperaba. Mauro se subió al asiento del copiloto y entonces arrancó, llevándonos a la dirección que Mauro le dijo, la mía.
Al llegar, salí del auto con algo de torpeza al estar nerviosa. No sabía cómo despedirme de él ahora. Él  salió después de mí.
- Bueno, gracias.
- Era demasiado tarde para que vinieras sola.
- Ya...decile a Cande también que gracias.
- Lo haré, lo haré.- sonrió y nos quedamos los dos en silencio, quietos, tan sólo mirándonos sin saber qué hacer.- Bueno...
- Será mejor que me vaya.
- Si necesitas algo, ya sabés que podés llamarme.
- Y eso haré.
Volvió a sonreír e instintivamente, yo también. Se acercó lentamente y de la misma forma me abrazó levemente, casi sin fuerza. Igual hice yo, aún un poco paralizada por no saber cómo despedirme.
Se separó de mí, me volvió a sonreír y se dio la vuelta, entrando en el auto de nuevo. Yo sonreí cuando me miró y entonces, el auto comenzó a estar en marcha, desapareciendo. Cuando me giré, me encontré a mi madre con Emma en sus brazos, esperándome en el portal del edificio.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora