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Salí de nuevo del bar tras haber terminado por fin una semana más de la laburar. Mañana, aunque me negase, mi jefe me obligó a tomarme un día libre ya que no quería que dejase de ver a mi hija por laburar y para que no me quejase me prometió que me daría un adelanto de este mes para comenzar a ver pronto departamentos. Por lo tanto, acepté.
Comencé a andar hacia casa de Juan porque habíamos quedado allá con Santino, que iría con Emma, y mis otros amigos para cenar antes de ir a algún bar a tomar algo, donde sí podría llevar a mi hija.
Mientras, pensaba en lo que había ocurrido a inicios de esta semana. Lautaro y yo seguíamos igual, aunque cada día me comenzaba a gustar más y seguramente en unos días comenzaríamos por fin una relación tras darme un tiempo más para estar segura de todo. Como también me dijo, no volví a ver a Candela y aunque Mauro me comenzase a seguir por Instagram yo no hice lo mismo y tampoco recibí algún mensaje suyo. Además, como no utilizaba mi cuenta ya para subir nada, me daba bastante igual que me siguiese.
Entre esos pensamientos, llegué por fin a su casa y llamé a la puerta esperando que abriesen rápido y estuviera allá Santino con Emma.
- La última, por fin.
- Eso es que está.
- Hola a ti también.
Dijo Juan viéndome entrar directa a buscarla. Fui al salón, saludé rápido a todos y por fin la tuve en mis brazos. Hoy sólo habían ido una vez a verme con ella.
- Si que la echás de menos.
- Mucho, más cuando estoy cansada.
- El amor de una madre...
- Pará, filósofo.
Sonreí mirando a Santino y me senté en la silla que había vacía, viendo a Juan entrar ya en la sala.
Les hablé resumidamente como fue mi día y por fin decidieron traer las pizzas que hacía unos minutos, antes de que yo llegase, habían pedido.
Ahora, les tocaba a ellos contar su día y después ya fuimos a otros temas. Nicolás nos hablaba de una piba que había conocido y le gustaba, Diana de cómo sus padres no la dejaba entrar en casa hasta que dejase de fumar los porros, Claudia no tenía nada en especial que contar, Juan seguía haciendo lo mismo de siempre y Matías era Matías. Santino todo lo que hablaba, ya lo sabía, porque era su hermana.
- ¿Y vos con Lautaro?
- ¿Qué?
- No sé, ¿Qué onda con él?
- Yo aún no le conozco.- dijo Diana levantando la mano.
- Sólo le conozco yo de acá en realidad.- respondió Santino.
- Si quieren le llamo, seguro que viene.
- Bueno, pará, a ver si se va a asustar.
- ¿Él? Ni le importó cuando supo quien era el padre de Emma.
- ¿Lo sabe?
- Sí, nos encontramos con Candela en la calle y se lo conté, ¿No os lo dije?
- Cariño, entre tú trabajo y Emma casi ni hablás por el grupo.
- Perdón.- sonreí con inocencia y Juan puso los ojos en blanco.
- Bueno, si no le importó fue porque va en serio de verdad.- añadió Nicolás.- A mí una piba que sólo quiero para un tiempo o una noche me habla de que tiene una hija con un famoso y primero, no habría ido ni a conocer a su hija.
- Pero eso lo sabemos todos, la única que lo ignora es Angie.
- No lo ignoro, sólo le pedí tiempo.
- A ver, no lo conozco personalmente pero he visto fotos y yo a ese pibe no le daba tiempo, le daba otra cosa.- dijo Claudia.
- Pará, pelotuda.
- Uh, se pone celosa.- dijo entre carcajadas Santino.
- No, gil, pero tampoco es eso, al final una relación es difícil e imagínate si es conmigo.
- Eso es verdad.
- Pero él quiere.
- Lo sé.
- La cosa acá es, ¿Y vos?
- ¿Yo? Bueno, sí, es lindo en todos los sentidos, divertido y trata bien a Emma, ¿Qué querés?
- Nena, una vez te ayudamos a que comprendas tus sentimientos y acabaste enamorada del tipo equivocado, pero acá date cuenta que vos sola sabés que te gusta así que igual significa algo.
- ¿El qué?- pregunté sonriendo.
- Que igual es el indicado.- respondió Matías.
- A ver, tampoco me voy a casar eh.
- Ya, pero igual este te dura un año.
- Pelotudo.- Juan sonrió y Santino rió.- Pero igual tienen razón.
- A ver, sabemos que es difícil todo esto, la situación en general...bueno, Emma, yo te quiero pero un hijo es algo importante y al final el pibe hasta se puede llegar a sentir su padre.
- Pero no parece que le importe, sino no estaría tanto tiempo ni con Angie ni con Emma. Posta, siempre que viene a casa va a saludar a Emma aunque no salgan con ella.
- ¿Vos cómo sabés si no vivís en casa?- pregunté a mi hermano y él sonrió.
- Me lo dijeron nuestros viejos, parece que también les gusta.
- Si hiciéramos más caso a nuestros viejos...
- Pues igual Emma no estaría acá.- dijo Diana.- Pero yo la quiero eh.
- Bueno, basta, vámonos ya a algún bar, ¿No?
Todos se miraron y sonrieron, lo que tomé como un sí. Nos levantamos y cuando ya estábamos todos listos, salimos del departamento de Juan para ir a la calle con Emma en su carro y yo tirando de este mientras hablaba con Matías y Claudia de otras cosas que no fuesen Lautaro y en general mi vida amorosa. Pero parecía que esta siempre venía a mí.
- ¿Sí?
- Acá Lautaro llamando a tierras García, ¿Estás en casa?
- No, ahora mismo no.
- ¿Tenés que hacer inventario o algo en el bar?
- No, estoy con mis amigos.
- Uh, ¿Puedo ir? Estoy re al pedo y ayer ni te vi, además, así les conozco.
- Eh...- les miré a todos mientras hablaban entre ellos y suspiré.- Bueno, ¿Por qué no?
- Listo, decime dónde van y voy de una.
- Está bien, cuando lleguemos a un lugar te aviso.
- Ya estoy en mi auto.
- Pelotudo.
Dije sonriendo antes de terminar la llamada. Guardé el celular en mi bolso y al levantar mi mirada Matías me miraba sonriendo porque seguro se dio cuenta.
- Chicos, tenemos un invitado.
- ¿Quién?- preguntó Nicolás.
- Lautaro.
Respondió por mí Matías, haciendo que todos celebren como pelotudos. Cuando llegamos por fin a un bar le mandé ubicación a Lautaro y mientras nosotros ya habíamos pedido.
En unos minutos, su auto ya estaba aparcado y él estaba entrando por la puerta con una sonrisa que se llevó mi atención porque ya la conocía.
Les presenté y mientras se saludaban pidió rápido también su bebida y buscó una silla para sentarse con nosotros, saludando a Emma cuando ya se pudo sentar.
A partir de ahí, comenzaron a hacerle preguntas para conocerlo un poco más y él también a ellos, contando anécdotas en general de nosotros para  entrar más en confianza.
Yo solía ser más reservada conociendo a gente, prefería hacerlo con alguien que ya conocía aunque tener a Emma me hacía sentirme más segura. Pero él, en cambio, se hacía amigo de todos rápido sin quitar su sonrisa de siempre y sin dejar de hablarme.
Mientras hablábamos y se conocía con ellos, seguíamos tomando hasta que se hizo suficientemente tarde para irnos, además de que Claudia, como siempre, ya parecía afectada por sus birras.
- Un placer conocerlos, chicos.- dijo Lautaro en la puerta del bar.
- Nada, el placer es nuestro.
- A ver si te volvemos a ver pronto.
- Y más a menudo.- añadió Juan a lo que dijo Diana, mirándome después para guiñarme un ojo que hizo sonreír aún más a Lautaro.
- Yo también lo espero.
Y poco a poco, despidiéndose cada uno, comenzaron a andar para irse mientras hablaban entre ellos, quedándome casi a solas con él.
- ¿Te veo mañana?
- Según, para un día libre que tengo seguramente me lo pase en casa con Emma.
- Bueno, si te aburrís ya sabés que podés llamarme, al final siempre estoy para la hora de cenar.- sonrió, refiriéndose a que por culpa de mi laburo o nos veíamos porque venía al bar y se quedaba haciéndome compañía o porque cenábamos juntos después de salir.
- Lo sé, igual podés venirte mañana a cenar a casa.
- ¿Con o sin tus viejos?
- Eso ya lo dirán ellos, los tenés enamorados al parecer.
- Bueno, no es a ellos a los que quiero enamorar.- bajó y subió su mirada del suelo, sonriendo una vez más y haciéndome a mí sonreír.
- Te avisaré, ¿Sí?
- Está bien, chao.
- Chao, idiota.
Rió levemente y se dio la vuelta con sus manos en su campera, caminando hacia su auto.
Yo me di la vuelta y volví con mis amigos, que después no paraban de hacerme burlas.
- Lindo eh.
- Ya os lo dije.
- Dale, Angie, en unos días lo quiero siendo tu novio eh.
- Bueno, pará, tampoco tan rápido.- dijo Santino, haciéndonos reír.- Poco a poco eh.
- Mucho tiempo ya.
- Uh.
Respondieron todos alargando la vocal menos él a lo que yo había dicho, quedando sólo Santino riéndose y yo sonriendo mientras les miraba a todos.
Por suerte, Emma hoy estuvo tranquila o al menos desde que me vio y sólo lloró una vez adentro del bar.
Bajé mi mirada a ella para mirarla dormir por las horas que eran y porque en general, solía dormir mucho y despertarse sólo para comer o jugar unos minutos, aunque al final perdía su juguete por tirarlo lejos, como el chupete.
Cuando levanté la mirada, noté que mi grupo de amigos frenaba lentamente y entonces mis ojos fueron hacia el frente, haciéndome frenar directamente.
- Mejor cruzamos la calle.
Dijo Juan comenzando a caminar hacia donde dijo con todos siguiéndole, aunque a mí me ayudó Santino tirando del carro porque mis ojos se habían quedado fijos allá. Al igual que los suyos en mí, dejando de reír.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora