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Desperté con dolor de cabeza. Mauro hoy no había dormido conmigo porque cuando me avisó de que venía en camino, le dije que quería estar sola y aunque intentó venir para que le contase que me pasaba, acabó aceptando.
Suspiré y recordé toda la discusión con mi familia, como les defraudé y solo mi madre y José me apoyaron, mientras que los demás me dieron la espalda después de tanto intentar ayudarme sin resultados.
Me levanté despacio de la cama y fui a la cocina a hacerme el desayuno y tomarme la pastilla para el dolor de cabeza. Cuando llevé el café y los cereales a la mesa del salón, oí a Emma llorar en su cuna como si ella también estuviese igual de mal que yo, ya que tampoco pasó una buena noche.
Dejé todo para ir a por ella y tenerla en mis brazos hasta que se relajase y dejase de llorar. Después, fui con ella al salón y la dejé a mi lado mientras desayunaba con la televisión apagada, sólo con mi atención en ella.
Cuando terminé de desayunar, lo dejé todo en la cocina y la llevé a bañar antes de cambiarme de ropa y luego a ella. No estaba segura de con quién podía dejarla hoy ahora que mi familia no me apoyaba, así que llamé a Juan esperando que me ayudase él.
- ¿Qué onda? ¿Te aburrís en el laburo que tenés que despertarme?
- Lo siento, no sabía que estabas durmiendo.
- Uh, ¿Qué pasó?
- Nada, nada...necesito tu ayuda.
- Angie.
- ¿Podés quedarte con Emma hoy? Mañana me buscaré a otra persona, te lo juro.
- Pero...¿Y tus viejos?
- Es una larga historia.
- Bueno, está bien...voy al bar y allá me la das, ¿Vale?
- Vale, gracias.
- De nada, de nada, ahora nos vemos.
- Chao.
Terminé la llamada y suspiré. Agarré su silla, me colgué su bolso en mi hombro y la llevé en mis brazos, dejando la casa para ir hacia el bar.
Cuando llegué, abrí al mismo tiempo que veía aparecer al cocinero por la avenida. Entré antes para dejar a Emma en su silla detrás de la barra con su bolso encima de esta. Segundos después, entró él.
- ¿Y ella?
- Ahora vienen a por ella.
- Ya pensaba que era la primera clienta de la mañana.
Sonreí y él también antes de entrar en la cocina. Comencé a colocar todo hasta que, por fin, entró Juan con cara de cansado.
- Al fin.
- Perdón, perdón, voy lo más rápido que puedo.
- Toma, seguro que no te molesta mucho.- dije llevando la silla de Emma a él, que sonrió al verla.
- No importar, es ella, la dejo.- sonreí y luego agarró su bolso.- ¿Qué pasó con tu familia?
- Le conté lo de Mauro.
- ¿Qué están juntos y conoce a Emma?- asentí y él hizo una mueca.- Supongo que no salió muy bien.
- No, la verdad es que no.
- Bueno, no importa, si querés me pase estos días por tu casa cuando deje el laburo hasta que todo se arregle.
- No, no, ya me buscaré a otra persona, vos tenés que descansar.
- Nena, Emma es tu hija, no yo, yo me cuido solo.
- Sí, sí, lo que digas, pero péinate mejor.- me miró con el ceño fruncido y yo sonreí, comenzando a peinar su pelo con mis dedos hasta cansarlo.
- Ya, ya, no soy un nene, por favor.
- Como quieras.
- Bueno, nos vamos ya.
- Está bien...si pasa algo me llamás eh.
- Tranquila, todo estará bien.
Me sonrió y yo hice lo mismo antes de que me abrazase. Me despedí de Emma y luego dejé que se fueran, concentrándome en mi trabajo para intentar no pensar en todo el tema con mi familia.
Unos minutos más tarde, cuando me estaba dedicando a limpiar todo ya que las cosas estaban colocadas, oí la puerta abrirse y el primer cliente entrar.
- Pensaba que estaría más lleno.- cuando le oí, levanté la cabeza para verle y sonreír, al igual que él.
- ¿Qué hacés acá?
- Venir a verte, que va a ser.- negué con la cabeza sin dejar de sonreír y salí de la barra para besarle y abrazarle. Parece que hoy era día de visitas al trabajo.
- Es re temprano.
- Bueno, es que no dormí.- levanté una ceja y sonrió sin dejar de tener sus brazos alrededor de mi cintura, aún juntos.- Ya que no me querías en tu casa...me fui de joda.
- Que pelotudo que sos.
- ¿Qué pasó ayer?
- Nada, nada... discutí con mi familia.- ahora, el que me miraba confundido era él.- Ya lo saben.
- ¿Qué estamos juntos?
- Sí.
- Bueno, menos secretos que mantener, ¿No?- sonrió y yo suspiré.- ¿Qué pasó?
- Ni Miguel, ni mi padre ni siquiera Santino me apoyaron.
- ¿Y tu madre y José?
- Ellos sí, aceptaron que era mi visa y bueno...que era mi decisión al final.
- Bueno, seguro que se arregla, vos tranquila.- asentí y él sonrió, dándome un corto beso.- Y sino, a mí me vas a tener siempre, a mí y a mí familia.
- Lo sé, lo sé...¿Querés algo de desayunar?
- No, no...me voy a casa que luego tengo que ver a...bueno no te voy a aburrir más.
- Vos nunca me aburres, gil.
Sonrió y yo también, besándole para luego separarme de él y volver detrás de la barra. No le di nada porque no me lo pidió, pero estuvimos hablando un rato más hasta que decidió irse y volví a quedarme sola hasta que el bar se comenzó a llenar con los primeros clientes.
Estuve todo el día sin ver a Emma, pero cuando ya se acercaba la hora de cerrar, Juan me dijo que iba a mi casa a esperarme allá para dejarmela, ya que mi casa estaba cerca del boliche donde laburaba.
Por fin pude cerrar el bar y tras un día duro, tomé un taxi y fui así hasta mi casa. Esperaba ver a Juan con Emma en su silla, pero no, encontré a Mauro apoyado en la pared, al lado de la puerta de mi portal, con Emma en brazos, acunandola mientras la miraba.
- Mauro.- al oírme, levantó su mirada y sonrió.- ¿Y Juan?
- Vino y después llegué yo, cuando me vio me la dejó y se fue.
Sonreí y me acerqué a él para besarle antes de que me dejase a Emma para también saludarla a ella. Juntos, fuimos a mi casa para pasar una noche más juntos, sabiendo que, como él había dicho esta mañana, pasase lo que pasase les tenía a ellos.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora