58.

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- Angélica.
- Mamá.
- ¿Nada qué decir?
- Mejor en cada, ¿No?- sonreí nerviosa y ella frunció el ceño.- Hace frío hoy, dale, por Emma.
Chasqueó su lengua y se apartó, dejando que pudiese poner la llave y abrir la puerta. Subimos en silencio hasta mi departamento, entonces, dejó rápidamente a Emma en su cuna y volvió al salón, cerrando la puerta de la habitación detrás de ella.
- ¿Y bien?
- No es nada importante.
- ¿Estar con el pibe que es padre de tu hija pero que no lo sabe porque vos decidiste ocultarselo no es importante, Angélica?
- Visto así...
- ¿En qué estás pensando, eh? Decime, porque comienzo a estar confundida con todo esto.
- Yo...
- Desde un principio, tú padre se opuso a que él no lo supiera hasta que vos nos enseñaste una actitud que nos dio confianza. Te ayudamos en todo, Angélica, hasta decidimos que lo mejor era que te fueras a España y no por nosotros, sino para que vos pudieses estar bien sabiendo que Mauro no conoce nada de esto.
- Mamá, déjame que te explique.
- ¿El que? ¿Qué volvés a dejarte llevar por lo que sentís y no por la razón? Angélica, por favor, tuve que dejarte de ver por meses para que no conociese a Emma y ahora te trae a casa, ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Que directamente duerma acá?
Me quedé callada, ya que eso también lo había hecho ya. Su mirada cambió, pasando de molesta a estar completamente enfadada al darse cuenta de todo.
- Angélica.
- Fue una vez.
- Angélica.
- Estaba borracha, ¿Vale? No sabía lo que hacía y pasó, ¿Sí? Ya está, no hay nada más entre nosotros, déjame que te lo explique.
- ¿Y Lautaro?
- Lautaro...
- ¿Para qué fue el otro día a casa, Angélica?
- Mamá, por favor.
- No estoy entendiendo nada, Angélica, ¡No te entiendo!
- Si gritas, vas a despertar a Emma, así que mejor nos relajamos, ¿Vale?
- Ya...o mejor me voy a casa y le cuento todo a tu padre.
- No, por favor, mamá, eso no.- me acerqué a ella, pero desvió su mirada.- Sabes que eso sería lo peor de todo lo que puedes hacer.
- ¿Y entonces que hago, eh?
- Sentarte y escucharme, nada más, después hacés lo que quieras.
Me miró, callada, pero finalmente aceptó y caminó lentamente hasta el sofá, sentándose para después mirarme fijamente mientras que yo ordenaba todo en mi cabeza para no hacer esto peor de lo que era.
- Adelante.
- Yo...bueno, yo me he visto con Candela como vos ya sabés.
- Sí.
- Y hemos estado un tiempo juntas pero discutimos porque...porque un día vino acá y se encontró a Emma.
- ¿La conoció?
- Sí. Primero, me preguntó si era de Mauro, lo que yo negué. Entonces, comenzó a crear una historia en la que yo había engañado a Mauro cuando aún estábamos juntos con Lautaro y él era su padre, no Mauro.
- Angélica...
- Lo sé, era una pelotudez, pero no tenía otra opción que decir que sí, así que dejamos de estar más tiempo juntas.
- ¿Y Mauro?
- Una noche nos encontramos en un boliche y discutimos por aquella historia, pero después me dijo que teníamos que hablar, acá, en casa y yo acepté. Me inventé todo lo que pude para que la historia fuese buena y al final acabamos bien, yéndose de cada.
- ¿Vio a Emma?
- No, no la vio. Pero...la última vez que salí de fiesta con Lautaro, Santino y demás, Lautaro se enteró que había estado pensando en Mauro y me dejó sola, así que me emborraché y me trajo Mauro a casa al encontrarme por ahí. No estaba Emma y a la mañana me ayudó Santino, llevándosela él.
- Angélica...
- Ya, ya, todo un quilombo. Al final Lautaro me dejó porque decía que no le había olvidado y ahora Candela y yo volvemos a estar bien, además de que Mauro a veces aparece para ayudarme.
- No puede estar con Emma, ¿Entendés? Ni siquiera verla.
- Ya lo ha hecho, pero sólo fue un rato corto.
- Angélica...basta, de verdad, las mentiras se están haciendo una gran bola que al final lo único que hará que daño a todos. Tenés que acabar con esto sea como sea.
- ¿Y qué hago, ma? ¿Le cuento todo? ¿Le digo ahora que tiene una hija y que yo decidí ocultarsela? Me va a odiar y hasta capaz y no se haga cargo por ello.
- Pero las mentiras se habrán acabado, Angélica.
- ¿Y de qué me sirve si Candela y él me dejan de hablar?
- Lo de Candela lo entiendo, es tu amiga y hace tiempo había sido tu mejor amiga desde pequeñas, pero, ¿Por qué te importa tanto Mauro? Terminaron hace meses, su relación no daba a más y se hacían daño mutuamente y aún así siempre volvés a él, ¿Por qué?
Esa era la gran pregunta que siempre había tenido en mi cabeza estos días. ¿Por qué siempre aparecía y yo le dejaba entrar en mi vida de nuevo? Parecía ser una adicta a una droga que no era capaz de dejar ni aunque la internen.
- No lo sé...- dije finalmente.
- ¿Y por qué tenés tanto miedo de que te deje de lado? Si te deja de hablar, ya no son nada, y si no se hace cargo de Emma, va a ser lo mismo que hasta ahora pero sin mentiras, ¿No te das cuenta que nada cambia a lo que hemos pasado estos meses? Sólo se acaban las mentiras.
- Pero...no quiero que se alejen de mí.
- ¿Y por qué?
- No lo sé, mamá, es que no lo sé. Todos me preguntan eso y yo no sé responder. Lautaro me preguntó si lo había olvidado y yo le respondí que no sabía, Santino si seguía pensando en él y lo mismo. Sinceramente, no lo sé.
- Sí que lo sabes, sólo que te da miedo responder que en realidad no querés hacer nada que te aleje de él porque le seguís queriendo, ahora más que tus ataques de pánico se acabaron.- se levantó del sofá y sonrió levemente, suspirando después.- Angélica, tenés que hacerte cargo de tus sentimientos como una vez te hiciste cargo de Emma para siempre. Acepta ya que no lo has olvidado y entonces podrás hacerlo, pero si lo seguís negando no vas a hacer nada.
- Pero no quiero aceptarlo... sé que no es lo mejor.
- ¿Y qué es lo mejor?
- Lautaro, él era un buen pibe, siempre nos cuidaba a mí y a Emma.
- Pero no lo querías como quieres a Mauro.
- Pero es bueno para Emma, Mauro no.
- Acá, la que siente sos vos, de mayor Emma decidirá si quiere o no quiere ver a su padre. Pero, vos no podés estar con un chico sólo porque trata bien a Emma y es bueno para ella, tenés que estar con el que quieres y te quiera a ti, Angélica, y si cuida a Emma mejor, obviamente.
-  Y a lo mejor Mauro no.
- Estás hablando de Mauro, lo conocés desde que eran pequeños, ¿Por qué decís eso si sabes perfectamente como es? Sabés que nunca trataría mal a Emma y más si sabe que es su hija.
- Ya... tenés razón, siempre la tenés.
- Entonces hazme caso y acéptalo, entonces todo se hará más fácil y las mentiras se acabarán.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora