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- Bueno, ¿Y qué tal fue?
- Bien, estuvo bien.
- Eso me dijo Juan.
- Juan ni se acordará de qué pasó.
- ¿Pasó algo?
- Nada, pero andaba muy escabiado hasta para acordarse a donde fuimos.
Santino sonrió y yo terminé de cerrar el bar, yendo detrás de él hacia su auto. Esta vez habíamos quedado para  cenar sólo los hermanos, así que vino a por mí.
- ¿Y Diana?
- ¿Diana qué?- sonreí mirándole y él simplemente siguió manejando.
- No sé, ¿Cómo estaba?
- No se fue con nadie si es lo que querés saber.
- Sólo pregunté como estaba.
- Claro, claro.
Reí levemente, desviando mi mirada de él a la ventanilla para ver por allá hasta que llegamos a la casa de mi hermano Miguel. Nuestros padres nos venían al ser demasiado tarde y estar cansados.
Salimos del auto, ayudándome Santino con las cosas de Emma antes de ir juntos a la puerta, esperando a que nos abriesen. Saludamos primero a Luna, la que nos abrió, y más tarde a Miguel y Thiago.
Dejé el carro de Emma junto al de Thiago y me senté en el sofá. El único que faltaba era José, como la mayoría de veces que hacemos algo así.
- A ver si esta vez no se olvida.
- Difícil.
- No hombre, con tal de ver a Emma el pelotudo es capaz de pasar hasta por un río.
- Exagerada.
- De pequeña se ponía celosa de nuestros juguetes y ahora de que le quiten a Emma y solo le den atención a ella.
- Que celosa que sos.
- Bueno, ¿Esto qué es? Porque si quieren pelea díganlo claro, pelotudos.
- Paz, por favor.
- La única sensata.
Respondí a Luna, que rió antes de irse a la cocina con Miguel detrás. De nuevo, nos quedamos Santino y yo solos con toda nuestra atención en Emma y Thiago porque no había mucho que hablar ya. No, aún no le había contado todo lo que pasó con Mauro, pero tampoco tenía pensado hacerlo.
Unos minutos más tarde, por fin José llegó para realmente tener él sólo la atención de los dos bebés de la familia, dejándonos a Santino sin nada más que hacer que estar con el celular o ver si podías ayudar en algo con la cena.
Acabé por preparar la mesa con él y ayudar en la cocina hasta que todo estaba listo. Nos sentamos mientras hablábamos y así continuo la cena.
- ¿Y qué tal Lautaro? Hoy no vino.
- Sigue con el laburo y bueno, está siempre cansado, casi ni nos vemos.
- Uh, problemas en el paraíso.- dijo José, haciendo reír a Santino, que lo sabía todo.
- No, está todo bien.
- Bueno, esperemos.
- Sino no pasa nada, buscamos a otro novio que haga de padre y ya, ¿No, Angie?
- Pelotudo.
- Bueno, bueno, era joda, era joda.
- Sí, sí, pero seguís siendo un pelotudo.
- Paz, por favor, paz.
- Empezó él.
- No está acá papá para discutir eh, por favor.
- En eso tiene razón.
- No estamos discutiendo, estamos debatiendo sobre el próximo padre de Emma, ¿Vos qué decís, José?
- ¿Yo? No sé, por decir a alguien...Juan.
- ¿Qué?- preguntamos a la vez Santino y yo, confundidos.
- No sé, es tu mejor amigo, ¿No? Pues ya está, ¿Quién dijo que tenía que ser pareja de ella?
- Ah bueno, si te pones así...
- Bueno, da igual, nadie va a ser padre de Emma.
- Sí, porque padre sólo hay uno.
- Sólo que no lo sabe, ¿Sí?- miré a Santino con el ceño fruncido y él sonrió.
- Por ahora.
- Santino, Angie, ya.
Nuestros ojos fueron a Miguel, que realmente sonaba y parecía nuestro padre dejando de comer para mirarnos finamente y llamarnos la atención. No sé que había sido eso, pero parecía que Santino sabía de más o quizás tan sólo sabía que le ocultaba algo y era su forma de presionarme. No era la primera vez que hacía eso, así que me lo esperaba.
La conversación cambió y todo el ambiente algo tenso, porque ese tema siempre es tenso, se calmó y todos estuvimos bien. Cuando terminamos de cenar, Luna se encargó de ir con José a ver cómo estaban Thiago y Emma y entretenerlos mientras que Santino y yo llevábamos todo a la cocina y Miguel terminaba de comer.
- Ché, ¿Pasa algo?
- ¿Eh? ¿Por qué?- Santino paró de hacer lo que estaba haciendo para mirarme.
- No sé, antes parecía que sí pasaba algo.
- Bueno, decime vos.
- ¿El qué?
- Angie, no soy ningún boludo.
- ¿Y eso quiere decir...?
- Que vos pensás que sí y que Juan va a estar tan escabiado que incluso al siguiente día, cuando pregunte que pasó, ninguno de tus amigos le va a decir que te fuiste con Mauro y se separaron.
- Eh...primero, no nos separamos porque yo quisiera, Diana se llevó a Juan y me dejaron sola con él, no tenía ninguna forma de llegar a casa que no fuese con él.
- Angie.
- Y segundo, no te importa con quién voy o no a casa, no sé porque ahora me controlas tanto.
- No te controlo, sólo me preocupo por vos y Emma.
- ¿Y qué pensás que le va a pasar a Emma al lado de Mauro?
- ¿Ya la conoce?
- Sí, hemos estado juntos un par de veces, obviamente no todas con sexo de por medio.
- Ah, que durmió la otra noche con vos.- sonrió incrédulo y yo chasqueé la lengua.- Angie...
- Vosotros dos.- de repente, la puerta de la cocina se abrió y se volvió a cerrar, dejando que Miguel se unirse a la conversación de repente.- No sé que mierda están ocultando que no paran de discutir y de hacer esas miradas que siempre hacen cuando está en algún problema y no paran de lanzarse indirectas, pero acá no quiero ningún quilombo, ¿Sí?
- Realmente suenas como papá.- respondí, mirándole sorprendida.
- No pasa nada, Miguel, sólo estábamos hablando.
- Ya, hablando...no paran de hablar pero no sé qué es tan importante que no pueden decirlo.
- No pasa nada, es verdad.
- Os conozco. Cuando Santino está tan hincha pelotas con un tema es porque quiere hacer jodas con algo serio y cuando Angie responde a la defensiva es porque realmente no quiere que se sepa y cuando no quiere se sepa...es realmente un quilombo, como todo lo que rodea a Mauro.
- Bueno, ya está, parecés James Bond vos.
- Es que os conozco demasiado.
- No pasa nada, sino que te diga Angie.- miré a Santino y él sonrió, pelotudo.
- No pasa nada.
- Angie.
- Nada de nada.
- Angie.
- ¿Qué?
- Me parezco a papá, pero no soy él, ¿Qué pasa?- miré a Santino de nuevo y está vez sonrió de otra forma, dándome apoyo para lo que le iba a decir.
- He vuelto a ver a Mauro.
- ¿Qué?
- Bueno, nos hemos estado viendo más bien.
- ¿Qué?
- Empecé a ver a Candela y bueno, se hizo todo un quilombo y a veces aparece.
- O duerme en su cama.
- O pregunta por Lautaro pensando que él es el padre de Emma.
- ¡¿Qué?!
- Es largo de explicar, pero resumidamente se piensa que Lautaro es el padre de Emma y yo le engañé mientras estábamos juntos con él.
- Y ahora todo mal.- terminó por añadir Santino.
- ¿Todo...mal?
- Bueno...
- Lautaro terminó conmigo.
- ¿Qué?
- Dijo que no había terminado de olvidar a Mauro y me dejó, ya está.
- Por eso no venía...
- Por eso no aparece más, porque no está.
- ¿Y Mauro...conoce a Emma?- asentí y él puso sus manos en su nuca.- La concha de la lora, Angie, ¿No podés hacer todo más fácil por una vez?
- Lo intento, pero es una bola que se va haciendo más grande y más grande.
- Hasta que literalmente cada vez que le ve, pasa algo.
- Gracias eh, Santino, creo que le quedó claro.
- Pero Angie, a ver, ¿Vos has olvidado a Mauro?
- Más o menos.
- ¿Y querés seguir con esta mentira?
- No puedo parar ahora, tan tarde, me odiará durante toda su vida por habérselo ocultado.
- ¿Y qué pasa con Lautaro?
- Nada, me dejó, ya está.
- Pero...si todo esto es así...¿Por qué sigues viéndole?
- Porque...no sé, no puedo evitarlo.
- Angie...
- Al final es su padre y...siempre lo va a ser, ¿No?
- Definitivamente, esto va a acabar mal si seguís así.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora