Terminé de arreglar todo y salí del bar a la vez que llamaba a un taxi. Ni Santino vino a por mí y parecía que tampoco aparecería Mauro de sorpresa como aquella vez.
Cerré el bar definitivamente y esperé hasta que el taxi se hizo ver. Subí al auto, saludé y estuve hablando con el conductor hasta que llegamos a mi casa. Le pagué y salí.
Entré en mi casa para ir directa a la ducha y relajarme de un día de laburo donde sí había tenido clientes, no como los otros días, que estuvieron más tranquilos. Al salir, recibí un mensaje de mi padre diciendo que ya iba a mí casa a dejarme a Emma.
Miré la heladera y no tenía nada, así que no me quedó otra solución que llamar a domicilio para cenar hoy. Después, me tumbé en el sofá y esperé a que alguno de los dos llegase antes.
Finalmente, fui a abrirle la puerta a mi padre. Me sonrió enseñándome como tenía a Emma agarrada con un brazo, su asiento para el auto en su otra mano y el bolso de ella colgado en uno de sus hombros.
Lo primero que hice, mientras le saludaba, fue tener yo a Emma para así poder dejarle libre para dejar las cosas en la entrada.
- ¿Buen día?
- Un día completo.
- Bueno, entonces hoy las dos dormireis bien.- sonrió mirándome con Emma en mis brazos, medio dormida.- ¿Todo bien?
- Sí, pa, tranquilo.
- Está bien, está por llover así que me voy ya.
- Está bien, mañana les voy a ver.
- Vení a cenar, así te vemos un poco más que en este rato.
- Está bien, chao.
- Chao, nenas.
Me dio un beso en la mejilla, se despidió de Emma sin despertarla y se marchó.
Fui a dejar a Emma en su cuna, dejando la puerta de la habitación entre abierta antes de ir a colocar las cosas de su bolso. Cuando volví a sentarme, justo llegó la cena.
Pagué y en silencio, mientras miraba el celular, fui cenando. Como mi padre dijo, a los pocos minutos comenzó a llover, pero igualmente no hacía mucho frío dentro de casa.
Al terminar de cenar, limpié todo y volví a tumbarme en el sofá. Extrañamente, no tenía sueño y por desgracia, hoy no era una de esas noches que Emma decidía estar despierta. Parecía que sólo quería despertarse cuando yo quería dormir.
Suspiré y entonces comencé a mandar mensajes a alguno de mis amigos, pero ninguno contestaba. Juan sabía que estaba laburando y los demás, seguramente, estarían durmiendo a estas horas.
Sin esperanzas para encontrar a alguien que me entretenga, comencé a jugar a un juego cualquiera hasta aburrirme y acabar dejando el celular para ver si acaso Emma se había despertado pero no hacía nada. Pero no.
Resoplé, cansada de no tener sueño aunque estuviese en la cama. Volví a buscar mi celular y de nuevo busqué a alguien para hablar aunque fuese, sólo encontrando a alguien.
- Vamos a ver si es verdad eso de que siempre respondes...
Y finalmente, le llamé, no muy segura de si debía hacerlo y de si contestaría como siempre había dicho.
- Angie.- una vez más, fallé.
- Mauro.
- Al fin me llamás, ¿Qué onda? ¿Pasó algo?
- No, nada, bueno no puedo dormir, pero...
- ¿Y querés que yo te haga mejor la noche?- aunque no le viese, sabía que ahora estaba sonriendo.
- Tampoco te motives, que te conozco.
- Bueno, bueno, yo sólo decía, igual querías algo.
- No, bueno, es que no tengo nada que hacer.
- Dale, si querés que vaya a tu casa decimelo y ya fue, no seas vueltera.
- Pelotudo.
- Bueno, yo voy a ir igual eh.
- ¿Qué?
- A tu casa, voy ahora si querés.
- Me da igual, la verdad.
- Ya, claro.- rió levemente y puse los ojos en blanco.- No te duermas eh.
- ¿No se supone que eso tengo que hacer?
- Bueno, pero ya no vale.
- Como digas.
- Así me gusta.- volvió a reír.- En unos minutos llego.
- Acá te espero, flash.
- Mejor Batman.
- Bueno, da igual, no tardes que igual me duermo.
- Está bien, está bien, chao.
- Chao.
Y terminé la llamada no muy segura de lo que acababa de hacer. ¿De verdad iba a verle ahora en mi casa como si nada teniendo a su hija dormida en mi habitación? Eso parecía.
De repente, comencé a estar más nerviosa de lo normal, como si hiciese algo malo o tan sólo por verle. Quizás las dos cosas.
Me levanté de la cama y de nuevo fui al salón, esperándole tumbada en el sofá, mirando el celular sin mucha atención.
Por fin, me llegó su mensaje diciendo que estaba abajo, así no haría ruido. Le abrí y esperé con la puerta abierta de mi departamento a que llegase por las escaleras. Como odiaba que no tuviese ascensor.
- Mirá quién está acá.
- Es mi casa, tendría que ser yo la que dijese eso.
- Bueno, bueno, como digas.- sonrió, estando por fin en frente de mí.- Buenas noches, reina.
- Buenas noches.
Sonreímos y le dejé pasar, notando como se había mojado un poco porque aún seguía lloviendo.
- ¿Querés alguna toalla?
- Si querés, me da igual.
- Entonces no.
Frunció el ceño y yo reí levemente antes de ir al baño para luego tirarle una y así al menos se secaba un poco el pelo.
- Bueno, ¿Y a qué viene este insomnio?
- No sé, justo estaba re cansada y de repente nada.
- ¿Emma? Se llamaba así, ¿No?
- Sí y está dormida, así que no tiene culpa de nada.
- Bueno, entonces no sé, será que tenías ganas de verme.
- Obvio, no podía ser otra cosa.- rió levemente tras mi ironía y me senté a su lado en el sofá.- ¿Ahora qué?
- No sé, vos llamaste, algo querrías.
- No sé, la verdad , estaba aburrida y pensé en vos.
- Pensaste en mi eh.- puse los ojos en blanco y volvió a reír.- Joda, joda.
- Bueno, no sé, ¿Vemos una película o algo?
Levantó sus hombros indiferente y se quitó la campera mojada, dejándola a un lado mientras yo me levantaba a buscar el ordenador para ver alguna película. Se lo dejé para que buscase él cualquiera y luego fui a buscar algo para beber, al menos para él, yo sólo quería algo que me hiciese dormir.
Le dejé un vaso con el poco alcohol que tenía y finalmente me volví a sentar a su lado, acomodándome como él había hecho hace unos minutos. Dejó el ordenador en la mesa de en frente y en silencio, puso la película.
Sinceramente, no podía concentrarme mucho teniéndole al lado y a Emma tan cerca. Todo era demasiado surrealista, parecía que había perdido por un momento el control que había tenido estos meses cuando le pensaba y al segundo no o quería verle y me hacía ver qué lo mejor era no hacerlo.
Pero, ahora estaba en mi sofá, sentado a mi lado, con su brazo alrededor de mis hombros y sonriendo por la película que había puesto en mi ordenador. Y a pocos metros, Emma dormía en su cuna como si no fuese alguien importante para él.
En realidad no lo era, pero porque no la conocía, por mí. No sabía que su hija estaba tan cerca, ni siquiera sabía que tenía una. Y la culpable de todo, era yo.
De repente, un sentimiento de culpabilidad invadió mi cuerpo, alejando esa sensación surrealista de antes y los nervios de tenerle tan cerca.
Sin darme cuenta, yo había elegido los destinos de dos personas sin siquiera preguntarles. Con Emma no podía hacer nada, era un bebé todavía, no podía responderme a nada de lo que preguntase. Pero igual no tenía derecho a elegir su futuro como si nada.
Y lo peor, he elegido que Mauro no sepa que tiene a alguien a quien cuidar, que tiene una hija con su ex novia y que hasta ahora no lo sabía porque ella misma se lo ocultó, incluso inventándose una historia sobre un amante cuando en realidad, el único que quería era a él.
¿Le quería o sólo no podía olvidarle? No lo sabía aún. Cuando lo tenía lejos, simplemente sabía que no lo había olvidado, que aún era alguien importante en mi vida y no sólo por ser el padre de Emma. Pero al tenerlo tan cerca, sentía que me dejaba llevar mirándole y que dejaba de ser yo.
No sé si era peor, tampoco si era mejor. Según Santino, a su lado era mi peor versión, siempre celosa y enojada. Pero según Juan, Mauro siempre sacaba esa parte alegre de mí, esa parte que no le importaba nada y solo quería estar feliz.
Así que, no hacía más que hundirme en esas dudas, esas preguntas, y ese sentimiento de culpabilidad que aumentaba cuando le veía a él o a su hermana.
Desvié mi mirada de la pantalla del ordenador para mirarle a él, que estaba más atento que yo, aunque tampoco era muy difícil.
Sonreí levemente notando lo cerca que estaba después de tanto tiempo. Ni siquiera me acordaba porque habíamos roto cuando lo tenía tan cerca, siendo él, siendo el pibe que conocí con pocos años y que me gustó en mi adolescencia hasta que dio su salto a la fama y se alejó.
De repente, su cabeza se giró lentamente, chocando nuestras miradas en un silencio que sólo se rompía por la película. Nuestras respiraciones eran lentas, los dos con una leve sonrisa y unas miradas que a cada segundo se hacían más cómplices una de la otra.
- ¿Qué?- preguntó, casi en su susurró que hizo su voz más ronca.
- Nada.- susurré también, lentamente.
- ¿Y por qué me miras tanto?
- No sé, ¿Y vos?
- No sé.
Sonreímos como tontos porque ninguno de los dos sabíamos nada, pero parecía que lo sabíamos todo. Sus ojos comenzaban a bailar nerviosos entre los míos y mis labios, cortando nuestras miradas.
Tenerle tan cerca me ponía en tensión y a la vez, me relajaba. Era una droga que no paraba de tener un efecto distinto cada segundo, invadiendo mi cuerpo de distintos sentimientos.
Apreté mis labios sin saber que hacer, nerviosa por las miles de ideas que aparecían en mi mente y que desechaba por no estar muy segura. Pero, cuando su cabeza se acercó un poco, parecía que había puesto el automático y me dejé llevar.
Terminé con la distancia con la única forma que había. Y la que más nos gustaba.
No era un beso como las anteriores noches, no había ese tipo de necesidad entre nosotros. Simplemente, queríamos hacer que el tiempo fuese más lento, haciendo lo mismo con el beso, sólo queriendo estar en ese momento acá, juntos.
- Mauro...- pero, no dejaba de estar mal.
- ¿Qué?- susurró a pocos centímetros de mis labios.
- No puedo.
- ¿Por qué?- sus ojos, volvieron a los míos, buscando quizás si decía la verdad.
- Porque...- porque eres el padre de mi hija y te lo he ocultado todo este tiempo.- No sé.
- No quiero acabar con vos en la cama hoy, Angie, no me importa sólo eso.
- No es eso tampoco.
- ¿Entonces?
- No sé.- no podía decírselo, pero tenía tantas ganas.
- ¿No lo sabes o no sabes cómo decírmelo?
- Mejor...lo dejamos así.- me separé lentamente y él me miró algo confundido.
- ¿Segura?
No lo sé. No sabía nada en ese momento. No, no quería dejarlo ir, quería volver a besarle. Pero si bajaba mucho mis defensas acabaría diciéndoselo.
- No.
Sonrió lentamente y se volvió a acercar para dejar su mano en mi mejilla y lentamente acercarme definitivamente a él para besarme de la misma forma que antes, mordiendo levemente mi labio inferior al separarse.
- ¿Y si mejor vamos a la cama?- levanté una ceja y él rió levemente, haciendo sus carcajadas roncas.- No, no para eso, para ayudarte a dormir. Quizás en compañía es mejor.
- Quizás.
- Yo no tengo a ningún sitio a dónde ir, sólo acá, con vos.
Sonreí y está vez terminé yo la distancia antes de separarme de nuevo para levantarme e ir a la habitación como dijo. A los segundos, apareció él.
Le dio un corto vistazo a Emma, sonriendo antes de acercarse a mí y acostarse a mi lado. En silencio, los dos mirando al techo, volvimos a encontrarnos en la oscuridad para darnos un par de besos de buenas noches antes de quedarnos abrazados y lentamente, dormirnos juntos como si nada.
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Sol y Luna (Duki)
Fanfiction(2° temporada de la novela Piensa en Mí (Duki)) Después de que Angie terminó con Mauro tuvo que aprender de nuevo a estar sola, a cuidarse con la única ayuda de sus amigos y su familia. Pero, cuando parecía que volvía a su vida normal, cuando él apa...