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Habíamos quedado que cuando terminase de laburar vendría para dejarme de nuevo a Emma tras unos días con ella. Tan sólo quedaba una hora para verle.
No me ha hablado desde que se la dejé, ni siquiera para preguntarme algo sobre ella. A mí no me molestaba que no lo hiciese, aunque dudo que supiese todo sobre ella sin conocerla de nada, ya que no es lo mismo cuidarla por unas horas cuando yo no podía estar con ella y estábamos juntos a cuidarla todo el día, a pesar de que también dudaba de que estuviese con ella todo el día.
Sí me molestaba que no lo hiciese por no hablarme, sin preocuparse por Emma. Y no me hacía falta preguntarle si me ha necesitado estos días y no me ha buscado, porque era demasiado raro que no me preguntase si quiera por algo médico.
Yo no quiero verle, porque como ya dije eso me daba pánico y me hacía sentir más culpable cada vez que esquivaba mis miradas, pero hoy quería hacerlo y hablar definitivamente con él. Lo nuestro era nuestro, pero Emma debía estar al margen. Quizás no me ha necesitado estos días y por eso no me ha hablado, pero si algún día lo necesita, sabía que no me llamaría, así que necesitaba dejarle claro esto antes de que volverle a dejar a Emma.
Suspiré y seguí limpiando la barra, dejando de pensar en él para no preocuparme de más y tener más nervios de tan sólo pensar que tendría que hablarle de nuevo de nuestra fallida relación aunque sólo fuese para eso. Con las pocas conversaciones que hemos tenido he aprendido que era mejor no hablar de eso, sino sólo de Emma y lo absolutamente necesario, pero esto también la involucraba a ella, así que tendría que enfrentarme a ese pánico.
- Angie, ¿Todo bien?- levanté mi mirada y vi al cocinero apoyado en la puerta de la cocina, sonriendo.
- Eh, sí, sí, todo bien, ¿Por qué?
- Porque llevas minutos limpiando el mismo lugar, no sé.
Sonrió más, cruzándose de brazos bajo mis ojos antes de que llevase mi mirada a la barra, dándome cuenta de que tenía razón y limpiandola había desatendido lo demás.
- Perdón, perdón, mi cabeza está en otro sitio.
- Ya...si querés cierro yo hoy, se te nota cansada.
- Que raro, estos días he podido dormir de pleno por las noches.
- Uh, ¿Se portó bien Emma?
- No lo sé, está con su padre.- me miró confundido y suspiré. Sabía que su padre no estaba o al menos eso era antes.- Volvió.
- Oh...bueno, será que la extrañas.
- Será eso, pero no, no hace falta que cierres hoy, gracias.
- ¿Segura?
- Sí, sí, vos tranquilo.
Asintió y me dedicó una última sonrisa antes de volver a la cocina, dejándome sola de nuevo. Solté el trapo y fui a atender las pocas mesas que quedaban con gente, colocando otras para quitarme el laburo de después.
Cuando ya no había más que atender y sólo quedaba esperar, empecé a hacer las cuentas de la plata para ahorrar tiempo, aunque sabía que no había terminado completamente.
Y así, fue pasando esa hora mientras me despedía de los clientes hasta que llegó el momento de despedirme del cocinero, quedándome sola en el bar.
Cerré la puerta como mi madre siempre me decía y lo limpié todo antes de irme, esperándole fuera.
Hasta que por fin vi un auto acercarse y frenar a unos metros de mí, bajando él para sacar a Emma y dejarla en su silla antes de sacar lo demás y venir hacia mí.
- Hola...- sonreí desviando mis ojos de él a ella y días después la saqué de su silla para abrazarla y saludarla, teniéndola en mis brazos.- Al fin.
- Bueno, yo me voy ya.
- Espera, Mauro.- levantó la mirada del bolso de las cosas de Emma que había dejado en el suelo y me miró, serio.- Tenemos que hablar.
- ¿De qué? No tengo nada que hablar con vos.
- ¿Seguro?- pregunté, dejando a Emma de nuevo en su silla para dejarla ahora de mi lado.
- Vos dirás.- rebuscó en su riñonera hasta sacar papel de liar y se comenzó a hacer así un porro. Como respuesta, puse los ojos en blanco.
- ¿No has necesitado mi ayuda estos días?
- No.
- ¿Para nada?
- No, ya lo viste, soy buen padre aunque creas que no.
- No es eso.- me miró sin decir nada, esperando a que yo siguiese para evitarse hablarme.- No quiero que lo nuestro la afecte.
- ¿Lo nuestro?- sonrió levemente y se prendió finalmente el porro.- ¿A qué te referís?
- A que no quiero que nos ignoremos incluso cuando uno de nosotros necesite la ayuda del otro por Emma, se trata de estar juntos por ella.
- Pero yo no quiero estar con vos.
- Lo sé... creeme que lo sé, pero cuando me necesites, no quiero que te hagas el fuerte e ignores mi existencia.
- Es que no te necesito, Angie, ¿Qué no entendés de que ya no te necesito?
- No te estoy hablando de nuestra relación, Mauro...te estoy hablando de Emma.
- Hablar con vos es como hablar con una pared...
Dio una calada más al porro y bajo su mirada, suspirando para sacar así todo el humo. Fruncí el celo y comencé a cansarme de su actitud.
- ¿Y con vos? Mirá, sé que lo hice mal y soy la culpable de que todo terminase, pero no es justo que me trates así.
- ¿Ah no? Bueno, perdón, decí vos qué es justo, que parece que sabés mucho de eso.- y de nuevo sus ojos volvieron a mí para clavarse en los míos como cuchillos.
- No sé que es justo, pero si yo te estoy hablando de algo así por Emma, al menos podría parecer que tenés interés en ella.
- Tengo interés en ella, el mismo que habría tenido hace diez meses.
- ¿Podés parar, por favor?
- Es que no sé que mierda querés, Angie, te dije que no quería hablar con vos y seguís intentando que lo hagamos. No, Angie, no quiero nada y no te necesito y si lo hago alguna vez buscaré otra forma para no tener que verte, ¿Feliz así?
Negó con su cabeza mostrándome arrogancia en su gesto, fumando como si nada. Apreté la mandíbula y ya molesta, me acabé de acercar a él para quitarle el porro de la mano y tirarlo al suelo bajo su sorprendida y enojada mirada.
- ¿Qué mierda hacés? ¿Sos boluda o te hacés?
- ¿Y vos? Venís como si sos el mejor padre del mundo y sólo has estado con ella unos días.
- Porque su madre me escondió que era su padre durante meses, ¿O no te acordás de eso? Dale, te cuesta aceptar que soy bueno eh.
- Me cuesta verte la cara cada vez que me pedís ver a Emma porque no puedo soportar ese asco que me tenés, pero más me cuesta hablar con un tipo que no hace más que esquivarme y no me tiene ni una maldita mirada
- ¡Te estoy mirando, Angie, te estoy mirando ahora mismo!
- ¡Pues no lo parece, porque lo único que hacés es decir que no me necesitas y que no soy nada para vos cuando yo te estoy hablando de ella, Mauro, de ella!
- ¡Y yo te estoy diciendo que hemos estado bien, gil!
- ¡¿Y qué me importa a mí?! ¡Me acabás de decir que si me necesitas no me vas a hablar!
- ¡Porque no quiero hablarte!
- ¡Ni yo, pero hay que hacerlo por Emma!
Su mirada con el ceño fruncido seguía en mis ojos, enojado aún por lo de antes, teniendo tensa su mandíbula para aguantarse las ganas de que esta discusión siguiese hasta que se hiciese de día. Sin darnos cuenta, Emma se había puesto a llorar detrás de mí por nuestros gritos en mitad de la calle.
- Vos hacé lo tuyo y yo lo mío, ¿Sí? Ya hablaremos otra vez.
Y así, sin más, se marchó sin antes no acercarse a Emma para despedirse de ella a pesar de que seguía llorando, hasta que yo la consolé oyendo como detrás de marchaba en aquel auto.
Odiaba a este Mauro que no era capaz de mirarme a la cara unos segundos si no era con odio y en mitad de una discusión o con la finalidad de hacerle daño así. Pero supongo que como decía Santino, era cosa de tiempo.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora