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Estaba dormida en su cuna, vigilada bajo mis ojos y una leve sonrisa que no podía evitar tener cada vez que la veía dormir, ajena a todo lo demás.
Por mí parte, mi cabeza no estaba así, sino que cada vez más se enredaba en sus propios pensamientos hasta que acababa con dolor de cabeza.
Un día después de la discusión que tuvimos, no me ha vuelto a hablar ni para preguntarme por Emma, lo que me dice que quizás era bueno con ella, pero castigándome a mí también sufría la que era nuestra hija, así que al final me parecía el inmaduro que tenía en mi cabeza cuando decidí mantenerlo todo en secreto.
Pero después pensaba que tenía derecho a ignorarme a mí, aunque no a Emma. Él me odiaba y era normal después de todo lo que hice, quizá tanto que no entendía que ahora Emma estaba en medio y también sufría y sufriría nuestras decisiones.
Así que, por una parte le odiaba al ver que no era tan bueno como pensaba que sería y por otra parte me odiaba a mí porque tenía la culpa de todo esto. Si tan sólo le hubiese contado todo...
Suspiré y me levanté de mi cama para dejarla sola en la habitación, durmiendo. Cerré la puerta tras de mí y me fui a sentar al sofá, agarrando el celular, que lo tenía entre los cojines.
No tenía ningún mensaje de Juan ni de ninguno de mis amigos, tampoco de mi familia. Supongo que o estaban ocupados o no les hacía falta, así que de nuevo me encontraba sola en mi salón, sólo acompañada de mis pensamientos.
No me gustaba estar así y no me refería a nuestra relación ahora, sino a mí. Había pasado de tener a Lautaro a mi lado siempre o a mi hermano mayor a Mauro y finalmente me había quedado sola. Una prueba más de lo mal que lo hice con las mentiras.
Pero, ya no podía dar marcha atrás aunque quisiese ni debía pensar que hubiese pasado si no lo hubiera ocultado desde el principio, porque ya de nada servía siendo pasado. Aún así, no podía evitar que me doliese todo aquello.
Suspiré una vez más y volví a llevar mi atención a mí teléfono para jugar a un par de juegos antes de entretenerme en mis redes sociales, aburrida y sola.
Hasta que, de repente, me llegó un mensaje de mi hermano mayor. De uno de ellos.
Santino🥰
Ché.
Vestite o lo que sea que voy para allá.
No entendía si pasaba algo importante, pero estando en pijama no tenía mucho tiempo que perder, así que me fui a hacer lo que me dijo sin preguntar.
Era raro que me avisase de que venía, también lo era ahora que viniese después de la discusión que tuvimos a pesar de que ya está todo bien. Tanto tiempo separados parecía habernos pasado factura, aunque sabía que pronto volveríamos a tener la misma confianza de antes.
Terminé de vestirme y me quedé mirando a Emma aún dormida, sin saber si también tendría que vestirla a ella por si íbamos a salir a la calle. Y así, sonó la puerta avisándome de que ya estaba acá.
Abrí y le esperé hasta verle llegar, abrazándome con una sonrisa como saludo.
- ¿Y Emma?
- No sabía si tenía que vestirla a ella.
- Si querés llegar a tiempo...- le miré confundida y sonrió más.- Dale, yo te ayudo con las cosas.
- Está bien.
Mientras que yo fui a despertar a Emma y a vestirla, él guardaba sus cosas en el bolso y preparaba la silla para ella.
Bajamos juntos, aunque después tuve que esperarle para que bajase con el asiento de Emma que más tarde puso en su auto. La senté y después me subí yo a la vez que él.
- ¿Me podés decir a dónde vamos?
- Mirá el cielo.
Le miré confundida, pero de nuevo, le hice caso y llevé mis ojos arriba a través de la ventanilla para ver cómo estaba oscuro con pequeñas estrellas que comenzaban a aparecer.
- ¿Qué?
- ¿Cómo está?
- No sé, oscuro, es de noche.- le volví a mirar confundida, pero él seguía manejando con una sonrisa.
- ¿Y qué se hace de noche?
- ¿Ir de joda?
- ¿Con Emma?
- Ya, bueno, es verdad...no sé, Santino, dímelo ya.
- Cenar, Angie, cenar.
- ¿Vamos a casa de nuestros viejos a una cena?
- No, sólo vos y yo, bueno y Emma.
- Gracias por acordarte de ella eh.
Sonrió, ahora nervioso y yo reí levemente, llevando mis ojos de nuevo a la ventanilla mientras pensaba en lo que me había dicho. Unos minutos después, aparcó y me guió hasta un restaurante tranquilo, sin aspecto de ser muy caro.
Nos sentamos en una mesa, ya con Emma de nuevo dormida, así que todo estaba más tranquilo todavía. Esperamos al camarero y finalmente, pedimos lo primero que vi que me gustaba de todo lo que había, comenzando a hablar mientras esperábamos la comida.
- ¿Y esto?
- ¿El qué?
- La cena.- sonrió y yo también, confundida.- ¿Qué?
- Pues...no sé, te extrañé todos estos días y...bueno, tendré que cuidar de mi hermana pequeña, ¿No?- asentí y él sonrió aún más.- Así qué bueno, acá estamos.
- ¿Estos días bien?
- Sí, sí, todo piola, ¿Vos? ¿Qué tal con Mauro?
- Bueno, bien...- bajé la mirada y al volver a subirla me encontré con su misma sonrisa y mismos ojos que no dejaban de mirarme esperando una respuesta honesta.- Mal, Santino, mal, para que voy a seguir diciendo más mentiras.
- Está bien, Angie, ya te dije que necesita tiempo.
- Ya lo sé, pero conmigo, no con ella.- ahora él que bajó la mirada y suspiró fue él, dándose unos segundos antes de volver a llevar sus ojos a mí.
- Así qué es eso.
- Es eso, sí.
- ¿Pero vosotros...?
- Nosotros nada, el mismo lo ha dicho así, nada porque no confiamos en el otro.- levantó sus cejas y yo suspiré.- Ya no confía en mí me dijo...
- Es normal, después de todo...son muchos meses.
- Lo sé, eso es lo peor, que no puedo pedirle que lo haga porque no tengo ningún derecho a hacerlo.
- ¿Y con Emma?
- Ya te lo he dicho, bien, parece que se le da bien menos cuando estoy yo cerca, porque entonces me ignora por completo.
- ¿Te molesta que te ignore cuando ya no sois nada?
- No, no es eso, es que me ignora a mí y también a Emma, Santino. Hace un día que me la dejó otra vez y todavía no me ha dicho nada de cuando volver a vernos ni nada.
- ¿Querés volver a verle?
- Sí, bueno no sé, la última vez discutimos.
- Angie...
- Lo sé, lo sé, no es lo mejor ahora mismo, pero intenté explicarle lo mismo que te estoy contando a vos y no lo entendía, parecía que lo hacía para molestarme a mí pero no, lo hacía porque no es capaz de pensar en otra cosa que en mí mintiendole.
- Y es nor...
- Sí, normal, ya sé que es normal, pero si sos padre de una nena y odias a la madre dejás tus problemas con ella a un lado y le hacés caso a tu hija, ¿O no, Santino?
- Visto así, sí.
- De la única forma que se puede ver, Santino.
- Ya se dará cuenta, igual no ha tenido tiempo.
- Da igual, me da igual ya, mejor cambiamos de tema.
Nos quedamos mirando en silencio por unos segundos hasta que asintió y cambió rápido de tema. Pronto, nos trajeron la cena hasta que una hora después salimos juntos del restaurante para ir en su auto de vuelta a mí casa y al ser tan tarde, se quedó a dormir conmigo para hacerle compañía como otras veces había hecho. De nuevo, me sentía bien junto a mi hermano mayor.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora