49.

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- ¿Lista?
- Sí.
- ¿Seguro?
- ¿Estoy fea acaso?
- No dije eso.
- Parecía.
Lautaro puso los ojos en blanco y se levantó de la cama para seguirme hacia el salón, donde había dejado a Emma sola en el sofá.
La tomé en brazos y él agarró sus cosas para bajar por fin. Teníamos que ir primero a la casa de mis viejos y después me llevaba a la casa de Juan, donde haríamos la previa.
Hacía tiempo que no salía sólo con ellos, sobre todo porque siempre acababa pasando algo. Pero, ahora necesitaba pensar menos y beber más, aunque no mucho porque aún me parecía raro tomar tanto como antes.
Llegamos por fin a la casa de mis viejos y bajamos a la vez del auto. Yo quité a Emma de su asiento y Lautaro su carro y demás del maletero. Después, fuimos juntos hasta la puerta.
- Acá está mi nieta favorita.
- La única que tenés.
- Por ahora, sólo espero que el siguiente tarde en venir.
Ahora fui yo quien puso los ojos en blanco y siguió a mi madre adentro de la casa ya con Emma en sus brazos. Lautaro dejó las cosas en la entrada y fue detrás de mí al salón, donde estaba mi padre viendo el televisor.
- Angélica, Lautaro.
- Hola.
- Hola, Antonio, ¿Todo bien?
- Todo bien, ¿Vos vas con ella?
- No, no, va sola con sus amigos.
- Uh, a ver quién me la cuida entonces.
- Pedido cuidarme sola, pa.
- Bueno, por si acaso.
- No me necesita para nada, eso se lo aseguro.- sonreí a Lautaro y este me guiñó un ojo, poniendo sus manos detrás.
- Bueno, entonces no sé preocupen que nosotros nos quedamos a Emma, ya pueden irse.
- Llámenme si pasa algo.
- Ya sabemos, tranquila.
- Y si no contesto llamen a mis amigos o mis hermanos quién sea.
- O a mí.
- O a Lautaro.
- Está bien, está bien, o a Lautaro.
- Bueno, venta, vayanse que van a llegar tarde a donde sea que vayan.
- Chao, pa.
- Chao, hija, chao, Lautaro.
- Adiós, Antonio.
Puse los ojos en blanco y salí con Lautaro detrás. Le di un beso en la mejilla a mi madre y otro a Emma en la puerta y después fui junto a Lautaro a su auto.
- ¿Vos a dónde vas?
- No creo que sea el mismo que vos.
- ¿Seguro?
- Sí, sí, si creo que los pibes quieren ir a Colta.
- Me da igual si vas eh.
- Ya, lo sé, pero también hay que estar separados, ¿No?
- Claro, claro, no te digo que no.
Le sonreí y él también, pero sin mirarme, sólo con sus ojos fijo en la carretera.
Llegamos a casa de Juan y me despedí de él con un beso y un abrazo antes de salir de su auto y entrar en el edificio donde estaba el departamento de Juan.
Llamé a la puerta y a los segundos me abrió Diana con un porro en la mano. Sonreí y ella también antes de abrazarme para luego entrar juntas.
- No perdés el tiempo eh.
- Vos qué llegas tarde siempre.
Reí y al entrar al salón fui saludando uno a uno a todos y después Matías me pasó un vaso, sentándome en el único lugar que había libre mientras comenzaba a beber.
Mientras bebíamos, la música sonaba y nosotros hablábamos, acostumbrándonos a hacerlo a gritos. Cuando las botellas de alcohol se agotaron y era tarde, salimos por fin de su departamento para subirnos en el auto de Juan y el de Matías.
Yo fui junto a mi mejor amigo y Claudia y los demás en el otro auto. Después de unos minutos de camino, llegamos al boliche con la música sin dejar de estar a todo volumen.
Esperamos a los demás y después esperamos unos minutos más largos que los anteriores para entrar en el boliche.
Fuimos directamente a la barra y una vez que teníamos las bebidas en nuestras manos, fui con las chicas a la pista a bailar la música que sonaba sin dejar de beber.
De repente, buscando si alguno de mis amigos se unía, me encontré a otra persona. Le miré confundida y dejé de bailar y beber para ir hacia allá y hablarle.
- Santino.
- Angie.
- ¿Qué hacés acá?
- Bailar, buscar alguna chica, no sé, lo que se hace en un boliche, ¿Ya bebiste?
- No, aún no, pero por desgracia te veo.
- Dale, ya sos mayor para quejarte de eso, hasta tenés una nena.
- Me dijiste que no venías acá, gil.
- Sorry, los planes cambian.
- ¿José también vino?- asintió sonriendo y yo suspiró.- ¿Y vos qué?
- ¿Qué de qué?
- Viniste por Diana eh.
- Andate a bailar, pelotuda.
Reí y me fui como me dijo, dándole un trago al vaso a la vez que buscaba a mis amigas. Cuando las encontré, Matías se había unido a ellas, así que yo también.
Estuve bailando con él hasta cansarnos y dedicarnos a reír como pelotudos en la barra sin dejar de bailar.
- Ché, ¿Tenés fuego o ano fumas?- me preguntaron de repente desde atrás. Cuando me di la vuelta, no podía creermelo.
- ¿Acaso hoy todos tienen que venir acá?
- Sólo venimos de pasada, tranquila, ¿Como andás, Matías?
- Acá, escabiando porque solo el alcohol me quiere.
- Dale, Matías, vos alegra la noche, así sí.
- Sorry.- Lautaro rió y yo puse los ojos en blanco.
- ¿A qué viniste?
- Un amigo que estaba por acá y solo venimos un rato, después vamos a Colta como te dije.
- Bueno, podían avisar al menos.
- ¿Un baile?
Me guiñó el ojo y yo volví a poner los míos en blanco. Cuando me di la vuelta, Matías había desaparecido, supongo que a buscar si alguna chica le quería más que el alcohol.
- Está bien, un baile.
Sonrió y yo sólo le agarré de la mano y lo llevé a la pista para bailar como me dijo.
Con nuestros cuerpos pegados, bebía de su vaso como si fuese el mío y él también del mío. De regalo, me dejaba algunos besos en el cuello sin dejar de tener sus manos en mi cintura.
Cuando la canción terminó, no nos importó y seguimos bailando hasta que fue el cansancio quién nos hizo ir a la barra riendo y sin dejar de compartirnos besos.
- ¡Lautaro!
- ¡Santino! ¿Cómo andás, todo bien?- preguntó mientras se abrazaban riendo. No podía ser verdad.
- Todo piola, acá escabiando como un pelotudo. Ché, Angie, ¿Sabés dónde está Diana?
- La perdí de vista hace banda.
- Que paja.
- ¿Diana su amiga? Creo que la vi por ahí.
- ¿Sí? La llamé pero no soy capaz de encontrarla.
- ¿La llamaste?
- Y sí, quería verla, vos sabés.
- Me da que escabiaste demasiado.
- Bueno, todos tenemos derecho a hablar con ex, no sólo vos.- entonces, la cara de Lautaro pasó a confusión.
- ¡Lautaro!- de lejos, parecía que alguien también le llamaba.
- Santino, ¿Y José?
- No sé, por ahí, ¿Y vos qué tal, seguiste mi consejo?
- Eh...no sé.
- Dale, pelotuda, el de olvidar a Mauro.
- ¿De qué habla?- no podía ser verdad.
- Nada, una pelotudez de un pelotudo.
- Angie, por favor, no mientas, ya sabés lo feo que es guardar secretos a parejas.
- Está bien, Santino, mirá, por ahí está Diana, andá a buscarla.
- Voy.- y eso hizo, se dio la vuelta medio tambaleanfo y caminó hacia ningún lugar. Pelotudo.
- ¿De qué hablaba de Mauro?
- Nada, nada, no fue nada.
- Angie, dale, podés contarme todo.
- Pero no fue nada.
- Dijo que no le olvidaste y no sé eh, pero creo que vos estás en una relación conmigo.
- Ya, ya, ya sé que estoy, tranquilo, y no quiero dejarlo si es lo que pensás.
- No pienso nada porque no sé nada de lo que pasa ahora mismo, contame y entonces podré pensar.
- Nada, es sólo que...bueno, estos días pensé mucho en él, nada más.
- Pensaste en él.
- Nada raro, sólo pensaba en si contarle o no lo de Emma.
- Ahora.
- Sí, ahora.
- ¿Para qué? Si estamos bien, vos tenés trabajo, un departamento, para hacer de papá estoy yo y estoy a punto e conseguirlo el trabajo que te conté.
- Ya, Lautaro, pero nos sos su padre.
- Creo que eso lo sé.
- Y ella necesita saber quién es el verdadero, ¿No?
- Dale, porque tener sexo sin protección ya te hace padre, ¿No? Para ser padre tenés que estar.
- Él no estuvo porque yo no quise.
- No sabés si él hubiera estado igual.
- Antes parecía que no te gustaba que no lo supiese.
- Ya, pero ahora lo veo una pelotudez, son fans de dificultar las cosas, Angie, mirá lo que te hizo, ahora no parás de pensar en él.
- ¿No crees que tenemos que hablar de esto en otro lugar?
- No, ya, igual no hablarlo, ¿No?- sí, estaba molesto cada vez más.
- Lautaro.
- Está bien, está bien, yo me voy con los pibes y vos andá a pensar en él, igual tenés suerte y hace de padre mejor que yo, no sé.
- Lautaro, espera.
Pero nada, cuando me di cuenta se dio la vuelta y molesto se fue hacia donde unos minutos le llamaron, desapareciendo entre la gente. Chasqueé la lengua y no me rendí, yendo a buscarle pero sólo conseguí salir del boliche, perder más a mis amigos y quedarme en general, sola.
Suspiré y volví adentro, buscando a cualquier persona que conociese. Pero sólo llegué a la barra.
Ahí, me rendí y acabé por pedir otra bebida al terminar mi vaso de un trago. Mientras bebía, les seguía buscando con la mirada o les llamaba, pero no contestaban.
Así, acabé tomando tanto que volví a sentir los mareos de antes, cuando no paraba de beber. Queriendo buscar aire, fui por un lado del boliche donde había poca gente al estar la zona VIP cerca y tener allá a los vigilantes que no les dejaban acercarse. Pero, cuando conseguí llegar casi a la puerta, mi tacón quiso romperse.
Tropecé y como pude me lancé a la pared para no caer. Suspiré con todo mi pelo en la cara y lentamente me fui despegando de la pared con mis ojos en el tacón.
- ¿Todo bien vos?
- Todo pi...ola.
Le miré sorprendida y él, en cambio, sonrió con un cigarro entre sus labios y una de sus manos apoyada en mi hombro levemente para ver si estaba bien.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora