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- ¿Qué?
- ¿Qué?- me miró confundido, pero yo estaba demasiado molesta para dejarlo todo así y hablarlo más tarde. Estaba demasiado cansada.- ¿Sólo vas a decir qué?
- Bueno...me voy, llego tarde a...
- Siempre llegando tarde, ¿No?
- ¿Qué querés decir con eso?
- Que quedamos a una hora, Mauro, en un sitio exacto donde darme a Emma y has llegado dos horas tarde y viniendo acá.
- Se me fue, qué querés que te diga.
- Nada, no hace falta que me digas nada, como siempre.
- Angie...
- No, nada de Angie, estoy cansada, Mauro.
- ¿Así? ¿Vos estás cansada?
- Sí, cansada de vos, de tu poco interés en mantener esto de la forma más sana y seria no sólo para nosotros sino también para Emma. Si te digo una hora, venís a esa hora y no me haces esperar, ¿Entendiste? Porque parece que te crees más que yo en esto.
- ¿Qué me creo más que vos?
- Sí, Mauro, lo hacés y recién sabés que sos su padre.
- No saques ese tema, Angie, porque tenés las de perder.
- ¡Que ya sé que lo hice mal, que no hace falta que me sigas castigando vos que ya lo hago yo, gil!- me miró más confundido, quizás por mí reacción, pero estaba harta.- Estoy cansada de que me mires con ese asco, que me ignores llamadas, mensajes y hasta cuándo te hablo en persona. Parece que por mentir soy peor persona que vos, que soy la peor que has conocido en tu vida y quizás sí, pero yo ya sé que hice mal y me arrepiento todos los días de eso y no me hace falta que vos me vengas a dar lecciones de moral.
- Las lecciones de moral te sirven de poco a vos, como las promesas, ¿Verdad? ¿O tengo que recortarte cuando quedamos en contarnos todo? Y todo, Angie, por si no lo sabés, también era contarle que era su padre
- ¿Sabés qué? Si me vas a dar el mismo discurso de siempre para repetirme mil veces que te tenía que haber dicho todo desde el principio, tomate al palo, porque no necesito más discursos de esos.
- Yo no te voy a dar nada, pero vos a mí tampoco.
- ¡¿Y cómo querés que no lo haga?! Te dije una hora, Mauro, ¡Una jodida hora!
- No me grites, Angie...
- ¡¿Cómo no lo voy a hacer si sigo confiando en vos para nada, Mauro?!
- ¡¿Y qué mierda hice yo para que no confíes en mí?! ¡¿Eh?! ¿Te oculté cosas, te mentí alguno de estos días, te dije algo malo? ¡La única que lo hice fuiste vos, así que no me digas ahora que tengo que hacer!
- ¡Te lo digo porque sos el padre de Emma! ¡Hacete cargo!
- ¡¿Ahora soy el padre?! ¡¿Ahora te intereso?!
- Deja de decir boludeces...vos siempre me interesastes, lo seguís haciendo.
- ¡¿Y por qué no me lo contaste?!- abrió sus brazos enojado, pidiendo explicaciones.
- ¡Porque no pude, Mauro, no era fácil!
- ¡Pero es fácil venir a pedirme a mí explicaciones!
- ¡No te estoy pidiendo explicaciones, te estoy diciendo que a la próxima venís a la hora que dijimos y no me haces esperar!
- Andate a la mierda, Angie, vos y tus mentiras.
- Sos un pelotudo...
Me miró enojado, molesto, y se fue sin querer seguir más la conversación, de nuevo dejando la discusión en un final no muy claro que sobre todo me hacía sentir peor y perder la confianza que le tenía.
Le quería como padre de Emma, sabía que la cuidaría y la trataría bien. Pero como actuaciones como las de hoy no hacía otra cosa que plantearme si ahora era el mejor momento para que se hiciese cargo y lo peor era que yo no podía decidir eso, porque para bien o para mal era su padre.
De repente, la puerta del vecino de enfrente se abrió, encontrándome a un señor mayor que me miró con mala cara.
- ¿No saben hablar más bajo en estos días?
Puse los ojos en blanco y acabé cerrando la puerta con fuerza, haciendo que resonase por todo el edificio. Resoplé echando mis mechones de pelo hacia atrás y me di la vuelta para encontrarme a Santino saliendo de mi habitación despacio, cerrando la puerta tras de si.
- Se durmió y no se despertó por suerte.
- ¿Tanto gritamos?
- Un poco.- sonrió y yo fui al sofá de nuevo, dejándome caer en el para acabar sentada con él a mi lado.- No hace falta que me cuentes nada, ya lo oí todo.
- ¿Y qué pensás?
- Bueno... está en su derecho para pedirte explicaciones y odiarte tanto.
- Lo sé, lo peor es eso, que aunque lo haga no puedo pedirle que deje de odiarme.
- Pero también entiendo que estés cansada de que te lo diga, al final vos misma sabés que lo hiciste mal.
- Que días de mierda, Dios...
- Ya vendrán mejores, sólo tenés que dejar que pase un poco todo y se tranquilizará, entonces ya lo tendrán mejor organizado.
- Es que parece que utiliza todo lo que me molesta para hacerme daño.
- Quizás.
- Estoy cansada, Santino, muy cansada...
Chasqueó su lengua y se acercó a mí para poder abrazarme con fuerza, intentando consolarme así.
Nos quedamos un tiempo de esa forma, en silencio y con solo la luz del salón encendida en toda la casa. Tras relajarme un poco de la discusión, nos levantamos y me acompañó a la habitación para irnos a dormir después de que fuese a ver a Emma, ya que no tuve mucho tiempo cuando Mauro llegó al querer ir directamente ha hablar con él.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora