17.

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Me desperté por el sonido de mi teléfono. Resoplé y miré donde estaba la luz, al no saber muy bien donde estaba. Pero no veía nada y sabía que si tardaba en encontrarlo despertaría a Emma.
Fui rápido a encender la luz y entonces comencé a buscarlo rápido, viendo cómo ya comenzaba a moverse en la cuna.
Hasta que, por fin, lo encontré en el bolsillo del pantalón que llevé ayer para ver a mis amigos a la cancha de baloncesto.
- Juan, ¿Qué pasa?
- Lo encontré.
- ¿El qué? Porque si yo no llego a encontrar el celular Emma estaría ahora llorando, pelotudo.
- Uh, perdón, no lo pensé.
- No lo pensaste...dale, ¿Qué encontraste?
- Laburo, para vos.
- ¿Es joda?
- No es mucho, la verdad, pero es.
- ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuando?
- Dale, venite a casa y te digo.
- Juan, es por la mañana.
- Así te acostumbras a madrugar.
- Te mato.
Rió y terminó la llamada sin más. Suspiré y me levanté de la cama, yendo a la cocina a desayunar sabiendo que si lloraba la escucharía.
Después, fui de nuevo a mi habitación para cambiarme de ropa y la miré dormida. Odiaba levantarla para cambiarla de lugar y más para tener que cambiarle la ropa, pero a dónde iba yo iba ella.
Comencé a cambiarle de ropa lentamente para no molestarla mucha y finalmente pude dejarla en su carro ya fuera de la habitación. Sonreí victoriosa y agarré mis cosas, saliendo por fin de casa.
Nada más salí, comenzó a llorar. Resoplé y la saqué de su carro para tenerla en brazos, llevando el carro vacío con una mano.
Fui caminando hasta su casa por no manejar con el auto de mi padre aunque ya tuviéramos el asiento para Emma, pero yo prefería que viajase teniéndola en mis brazos por ahora al ser tan pequeña. Aunque en realidad había viajado ya en un avión.
Llegué por fin y llamé a la puerta, cansada de tenerla todo el camino llorando, llevando un carro que no servía de nada porque el bebé no estaba allá.
- Angie.
- Te mato.- sonrió nervioso y me dejó pasar.- Decime qué es bueno, porque sino realmente te mato.
- Déjame, yo me encargo.
- No, puedo sola.
- Angie, a veces un hombre también sirve, déjame a mí.
Le miré en silencio y tras pensarlo, chasqueé mi lengua y le dejé a Emma, mirando como la acunaba en sus brazos sin dejar de mirarla, caminando por su departamento.
Poco a poco, su llanto fue callandose hasta que ya no se oía nada. Sonreí viéndole tan tranquilo con ella y viceversa. Igual sí tenía razón.
- ¿Viste? Ya está, dormida.
- Sos un mago.
Sonrió y la dejó por fin en el carro, sentándose después en el sofá conmigo.
- ¿Y bien? ¿Qué encontraste para tu amiga?
- A ver, tampoco es un gran laburo.
- Bueno, decime, yo opinaré.
- He dejado de laburar y como no tenía nada acá para desayunar me he parado en un bar a tomar un café, sentándome en la barra a hablar con el dueño mientras porque el bar estaba vacío a esa hora, obviamente.
- Juan, al grano.
- En fin, estuvimos hablando y me dijo que aunque se podía servir solo, ya la edad comenzaba a hacerle factura y necesitaba ayuda. Así que...le hablé de vos.
- De mi.
- Le dije todo, no le mentí en nada, le conté que estabas estudiando pero como ibas a tener una nena lo dejaste pero ahora estás buscando un laburo para mantenerla y obviamente, se apiadó de vos.
- ¿Posta?
- Las historias que tienen un bebé de por medio dan más pena.
- Bueno, ¿Y qué pasó al final?
- Me pidió que te preguntase que si querías el laburo, que igual habría momentos que si necesitaría que pudieses estar sin Emma pero si era muy necesario no tendría problema en que la llevaras o cualquier cosa. El hombre es muy mayor, tiene nietos e hijos y sabe lo que es criar a alguien así que fue fácil convencerle bastante de que al menos te vieras con él.
- Vaya... también dudo que en algún laburo me dejen estar con Emma siempre y tampoco estoy para ser muy exquisita tal y como estoy.
- ¿Entonces?
- Entonces sí, iré a verle a ver cómo va y bueno, con suerte comienzo a ganar dinero.
- Dale, vamos ahora.
- ¿Es joda?
- Angie, no hay tiempo que perder.
- Me acabo de despertar.
- ¿Desayunaste?
- Sí.
- Pues ahora otra vez, vamos, que además Emma está dormida y así es mejor que la conozca a que la vea llorando, obviamente.
Dijo mientras se levantaba, yendo a por su campera con mi ojos en él. Sabía que aunque me negase, me haría poco caso, así que al final me levanté, agarré el carro de Emma y salimos hacia el bar que me dijo.
Cuando llegamos, sí había gente aunque todavía no mucha, la mayoría hombres que parecían tener que irse a laburar.
Fuimos a la barra a sentarnos, dejando el carro al lado y esperando a que el hombre dejase de atender a una de las mesas para venir hacia nosotros.
Primero, saludó a Juan y finalmente mi mejor amigo me presentó, a mí y a Emma. El hombre me saludó y a partir de ahí comenzamos a hablar.
Tenía el pelo canoso, unas gafas de pasta fina, era alto y se le notaba la barriga aunque el cinturón de su pantalón beige estuviese por encima de esta, con la camisa blanca por dentro.
Le expliqué un poco mi historia, resumida y sin entrar en lo privado demasiado. Le mentí sobre el padre de Emma, diciendo que me dejó y nunca más supe de él porque seguramente no se creería nada de la historia real. Después, él me habló un poco del bar y de cómo cada día se le hacía más difícil recordar todo lo que le pedían o tardaba mucho en hacer todo, así que al final salía más tarde de lo normal y su familia acababa preocupada.
Al final, seguimos hablando sobre cómo sería laburar con él y cuánto me pagaría. Con tiempo, podría comprarme algún departamento pequeño pero lo suficiente para que Emma y yo viviesemos bien. Era lo único que pedía ahora mismo.
Como tampoco tenía más ofertas, la mayoría de la gente no estaba muy segura de si podría laburar con un bebé menos él, acabé aceptando aunque obviamente no era el laburo de mis sueños. Pero supongo que ese tendrá que esperar.
El hombre me dijo que podía comenzar mañana mismo, ya que hoy aún no tenía todo listo y yo tampoco, porque aún mi familia no sabía nada.
Nos acabamos despidiendo y salí de allá con Juan y mi hija, teniendo un nuevo laburo.
- Ahora sólo queda esperar y por fin podrás vivir sola.
- Supongo que también tendré que ver los ahorros que tengo, igual así acelero la mudanza y ya con lo siguiente que gane me da para vivir cada mes, que sé yo.
- Siempre tendrás la ayuda de tu familia y la de nosotros, por lo tanto tampoco te agobies.- sonrió y pasó su brazo alrededor de mis hombros, caminado juntos. De repente, comenzó a sonar su teléfono.- Matías. No, estoy con Angie. Nada, por fin le encontramos laburo.- entonces me miró, sonriendo.- Dice que felicidades.
- Decile que gracias y que seguro que lo celebramos rápido.- y eso mismo hizo.
- ¿Posta? Bueno, sí, ya, ¿Y bueno? No puedo acordarme de todo. Ya, ya...bueno, tendría que hablar con ella. Ya, todos queremos, pero ya sabés que Emma es Emma.- al oír el nombre le miré.- Ya, bueno, hablamos luego y te digo, ¿Sí? Chao, chao.
- ¿Qué pasa?
- En unos días es el cumpleaños de Diana.
- Se me había olvidado.
- Y a mí, Matías en cambio parece que lo tiene todo listo.
- Todo listo.
- Sí, una fiesta sorpresa en su casa.
- Vaya.
- Después quieren ir a un boliche y acabar en el after, obviamente.
- Sí, lo tiene todo arreglado.
- Y... bueno, me preguntó por vos.- me callé y dejé que siguiera hablando.- ¿Podrías venir?
Sabía que me extrañaban, que querían que fuese a los boliches con ellos como antes. Pero ahora con Emma todo se había reducido a ella y tenía tanto miedo de fallar en lo que me había propuesto que no quería separarme de ella por si le pasaba algo malo. Aunque todos, incluso yo, sabíamos que podía perfectamente dejarla con mis viejos por una noche con varios biberones.
- No sé...tendría que preguntar a mi familia.
- No importa, tenés tiempo de sobra, es en dos días.
- Mucho tiempo.- dije con ironía.
- Dale, Angie, necesitás moverte un poco sin tener que ir a ver cómo está Emma todo el tiempo.
- Ya...supongo que no me hará mal un tiempo para mí, sólo un poco.
Sonrió y me abrazó sin dejar de caminar, comenzando a reír. Me hacía demasiada gracia cuando parecía volverse el joker.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora