Se había dormido. Era por la mañana, estaba a punto de irme a laburar pero no pude evitar quedarme mirándola.
Mientras mis ojos estaban encima de ella, mi mente estaba con él desde ayer.
Cada vez que me encontraba con él crecían las dudas y ayer, después de mucho tiempo, volvimos a discutir.
Casi le digo la verdad, casi le cuento que el padre es él, que Lautaro recién comenzaba a ser mi pareja pero no sé comparaba con él. Aunque eso sí se lo dije, creo.
Era verdad, en tan sólo dos meses parecía que nuestra relación había sido de un año. Estábamos la mayoría del tiempo juntos, riendo, con sus amigos en alguna fiesta o con su hermana haciendo boludeces.
Le quería desde adolescente y por fin había conseguido una relación con él que más tarde acabó rompiéndose porque no huía de nada, como me dijo ayer el, sino de mí.
No podía estar conmigo y por tanto, no podía estar con él. Le odié y le quise a la misma vez. Amaba su risa pero odiaba que estuviese mucho tiempo con el celular. Me encataban sus canciones y odiaba que saliese a grabar todo el día. Se sentía bien besarle pero mal cuando era algún cigarro o un porro lo que estaban en sus labios.
No le quería cómo era, no totalmente, y así no podía estar con alguien. Ya después, cuando me marché sola a España, me di cuenta de todo.
Algunas noches su recuerdo volvía a mí para darme cuenta que ahora que no estaba y que yo me quería, también me gustaba todo de él, pero era tarde.
Ahora miro a Emma y me imagino que pensaría su supiera la verdad. Quizás me ignora y hace como que no le dije nada o puede que, como llevó pensando todo este tiempo, sólo se ocupe del dinero y nada más. Y yo no quería algo así para Emma, prefería tenerla yo sola y que no tuviese de recuerdo de su padre la plata.
Decirle ahora la verdad a Mauro era un suicido. Primero se enfadaría por no decirselo antes, después no sabía cómo actuaría y al final, todo lo que hemos estado haciendo mi familia y yo desde que lo supimos no habría servido para nada.
Suspiré y miré el reloj, era hora de irse. Me levanté de la cama y fui al salón para despedirme de mi madre, que había venido a por Emma para llevársela a su casa.
Las dejé solas en mi casa y me fui a laburar porque sino no llegaría a tiempo para abrir aunque hoy lo hiciéramos un poco más tarde.
Llegué al lugar, coloqué todo y como siempre, esperé a los clientes una vez saludé al cocinero que recién entraba.
Las horas pasaban lentos y por alguna razón no dejaba de mirar el teléfono, como si esperase que alguien me hablase. Pero no sé quién.
Suspiré limpiando una vez más la barra y seguí pensando en todo lo que tenía en mi cabeza antes. Sin darme cuenta, mi jefe había entrado y se había quedado a mi lado, mirándome.
- Vas a dejarla tan limpia que se va a utilizar de espejo.
- ¿Eh?- le miré confundida y me di cuenta de a qué se refería.- Oh, hola, jefe.
- Hola, Angie, ¿Todo bien?
- Sí, sí, todo bien.- sonrió y se puso el delantal sin dejar de hacerlo.
- Yo hacía lo mismo.
- ¿El qué?
- Limpiar la barra, mientras pasaba el trapo también repasaba mis pensamientos hasta que al final se le cansaba el brazo.
- Ya...
- No sé que te pasa, pero limpiar una barra no va a solucionar nada, lo digo por experiencia.
Me sonrió de nuevo y se marchó de la barra para atender a los clientes que me esperaban mientras que yo estaba más atenta a limpiar.
Tenía razón, no podía hacer nada acá. ¿Pero qué tenía que hacer? Estaba confundida, no sabía que tenía que hacer y todo por verle, por volver a oírle y volver a tener su mirada matadora encima de mí.
Suspiré y dejé el trapo para salir a ayudar a mi jefe antes de comenzar a servir y esperar que las horas siguiesen pasando.
Poco a poco, pasó el descanso de comer y aún seguía mirando el celular. Volví a la barra y comencé a servir desde ahí, haciendo mi jefe de camarero.
Abrí el barril de birra y comencé a echarla en una jarra. De repente, vibró mi teléfono y lo saqué rápido del bolsillo del delantal porque quizás era aquello que estaba esperando y no sabía que era.
- Angie, la cerveza.
Levanté mi mirada y al instante cerré el barril. Había tirado toda la cerveza fuera del vaso. Sonreí nerviosa a mi jefe, que me miraba serio y con los brazos cruzados al otro lado de la barra.
Dejé el celular y comencé a servir más rápido y mejor para no hacerle molestar mucho.
Hasta que por fin cerramos. Hoy lo hacíamos a la tarde, no la noche, porque el jefe quería que descansaramos un poco más aparte del día libre de mañana.
- Chao.- me despedí del cocinero y seguí colocando las sillas encima de las mesas.
- Angie, tenemos que hablar.- odiaba esa frase.
- Vale, ya sé que hice mal antes, pero no fue...
- Te pasa algo, soy tu jefe, no soy nadie de confianza, pero tenés que decirle a alguien.
- Ya...
- No podés venir acá para quedarte en la barra limpiando sin atender cuando vos estás sola y después, cuando decidís hacerlo, tirar toda la cerveza fuera.
- Ya, ya, hice mal, lo siento.
- Está bien, está bien, es la primera vez que das problemas, no pasa nada. Pero si le dijeras a alguien que te pasa no tendríamos este tipo de días.
- Es que no sé qué me pasa.
- Algo tiene que tenerte así, ¿Qué fue lo del celular de antes?
- ¿Antes? Nada, no pasó nada, era una notificación más.
- Una notificación más.
- Sí, no sé, llevo todo el día esperando algo del celular que no llega y no sé qué es si quiera.
- Igual sos vos.
- ¿Eh?
- Igual sos vos la que quiere que algo ocurra y como no sabes si quiera que es lo que quieres que ocurra, esperas que te salga por arte de magia.
- Tiene sentido.
- Tenés que despejarte, pensar que es lo que te pasa.
- Ya...
- Y para eso tenés una noche y un día entero libre, así que andá que ya termino yo de cerrar.
- ¿Seguro?
- Sí, si, vos andá a casa.
- Gracias.
Me despedí de él, dejé el delantal y me marché como me dejó. Llamé a un taxi y fui a la casa de mis viejos, donde estaban con Emma.
Cené con ellos porque no tenía nada en mi casa y más tarde, me despedí y fui a mi casa ya con Emma.
La dejé dormir en su cuna y yo me fui a duchar para terminar pro cambiarme de ropa. Terminé de dejar algunas cosas en su sitio y me acosté mirando en la penumbra a Emma dormir.
De repente, mi teléfono comenzó a vibrar. Miré extrañada el número, pero a estas horas podía ser urgente.
- ¿Quién es?
- Necesitamos hablar.
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Sol y Luna (Duki)
Fanfiction(2° temporada de la novela Piensa en Mí (Duki)) Después de que Angie terminó con Mauro tuvo que aprender de nuevo a estar sola, a cuidarse con la única ayuda de sus amigos y su familia. Pero, cuando parecía que volvía a su vida normal, cuando él apa...