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Habían pasado unos días desde aquello y no sabía nada de Mauro. De repente, todo había cambiado y parece que Candela era la única que se atrevía a mandarme mensajes para pedir que Emma se quedase con Mauro ese día u otro. Al parecer, Mauro había decidido olvidarme e ignorarme de verdad, haciendo que su hermana fuese la que me hablase.
Pero no me podía quejar, porque gracias a aquello a veces Candela se atrevía a preguntarme qué tal estaba, ya que yo no quería decirle nada, dejándole el espacio y el tiempo que ella me dijo que tenía que darles.
Así que, gracias a eso, me había avisado de que esta mañana se acercaba al bar, donde estaba de vuelta laburando. Sólo tenía que tener a Emma para que se la llevase y eso hice.
Ahora mismo, estaba en la barra con la silla de ella a mi lado, teniéndola distraída con algún juguete mientras que yo atendía a los clientes.
Cuando dejé de limpiar la barra para preparar lo que me habían pedido una pareja en una de las mesas, levanté mi mirada para encontrarme con ella entrando, sonriendo levemente al verme.
- Hola...
- Me hago cargo.
Afirmó, refiriéndose a Emma. Asentí y salí de la barra con la bandeja en mis manos, dejando que ella entrase para sacar a Emma y tenerla a su lado mientras me esperaba sentada en uno de los taburetes.
- ¿Querés algo?- pregunté.
- Sí, dale, un café.
Asentí y eso hice, de la forma en que a ella le gustaba. Se lo di y ya que no tenía más para hacer por ahora, me puse a secar los vasos mojados al estar recién lavados.
- He estado pensando estos días...
- ¿Sobre qué?- la miré y ella suspiró.
- Sobre todo, bueno, sobre vos.
- Ya...¿Y qué has pensado?
- No sé si podré confiar en vos de nuevo, Angie, porque me mentiste en la cara.- entonces, llevé mis ojos al vaso que estaba limpiando, sintiendo toda la culpabilidad volver a mí.- Pero sos mi mejor amiga y...bueno, siempre tuvimos muchas discusiones fuertes y está se lleva el primer puesto.
- Ya...
- No sé si podremos volver a lo de antes, pero no puedo estar más tiempo así con vos...aunque esté molesta, también sigo queriendo estar con vos y hacer cosas con vos y obviamente, también con Emma.- sonreí y ella también.- Pero...
- Ya, ya, lo sé, no volveremos a ser iguales.
- Quizás con el tiempo...
- ¿Puedo abrazarte?
Pregunté rápido, interrumpiendola. Ella sonrió y entonces no pude evitarlo y solté el trapo para salir del otro lado de la barra y abrazarla con fuerza, aunque por un corto tiempo porque recién me había perdonado.
- Te extrañé.
- Y yo a vos, amiga.
Sonreímos y volvimos a abrazarnos. Después de eso, tuve que volver a servir por unos segundos hasta que me quedé de nuevo en la barra.
Se quedó para terminarse el café, hablándome un poco de estos días sin mí, omitiendo los momentos en los que yo estaba involucrada en algo.
Al terminar, se levantó y se fue con Emma, dejándome más feliz de lo que había llegado al bar.
Por fin volvimos a estar bien, aunque sabía que no del todo. Al menos, dejaría de ver aquellas miradas que me reflejaban su enojo para ver cómo sonreía un poco más conmigo. Pero, siempre quedarán esas dudas en la confianza.
Estaba feliz por eso, porque por fin volvía a ver a mi mejor amiga sin escusas o explicaciones de por medio. Aún así, siempre mis pensamientos iban hacia él.
Su hermana me había perdonado, pero sabía que él no lo haría. Era más difícil que Mauro me perdonase y podía notarlo en las cosas que hacía, como decidir ignorarme y que todo lo hiciese Candela.
Ya no sabía más de él, sólo tenía la idea de lo último que me dijo Candela.  Quizás no me había olvidado ni dejado de querer, pero estaba dispuesto a hacerlo, así que seguramente no volverá como ha hecho su hermana, no me perdonará todo.
De repente, pensar en todo aquello hizo que toda la felicidad por Candela se fuese por Mauro. Así que, acabé decidiendo que terminaría mi día en el bar e iría a casa a descansar, pidiéndole a Santino que me acompañase.
Poco a poco, las horas fueron pasando y por fin me tocó cerrar el bar. Fui caminando hasta casa y como le pedí, allá me estaba esperando Santino.
Se quedó conmigo esa noche a dormir después de contarle todo lo que pasó con Candela y vernos unas películas juntos.
Pero, a la mañana siguiente, me desperté sola porque se tenía que ir a ver a una chica con la que había quedado para desayunar juntos.
Así que, me levanté de la cama y fui a hacerme mi desayuno viendo cómo Candela me había dicho que me traía de vuelta a Emma a las ocho.
Desayuné viendo la televisión, cambiándome de ropa después para salir a correr después de mucho tiempo sin hacer ejercicio. Pero hoy, ya que estaba sola en casa y al ser domingo no iba a laburar, no tenía nada que hacer más que esto.
Llegué por fin a un parque donde pude descansar, sentándome en uno de los bancos de madera que había libre. Me quedé allá un tiempo, sin pensar mucho, sólo escuchando música mientras me relajaba.
Hasta que miré la hora del teléfono, dándome cuenta de que tenía que estar ya en casa. Me levanté rápido y al instante, me choqué con alguien.
- Perdón, no te vi yo...- aturdida, mis ojos llegaron hasta él, sin saber reaccionar.- Vos...
Él también me miró sorprendido, quizás por el tiempo y lo cambiados que estábamos. Parecía más alto y fuerte, el pelo lo tenía recién cortado y su cara seguía igual que siempre.
- Angie, ¿Qué tal? ¿Cómo estás?
- Bien, bien...
- Dejaste de ser rubia.- sonrió y yo le miré confundida.
- Oh, sí, sí, ha pasado mucho tiempo desde...
- Un año más o menos, sí.
- Sí...
- ¿Vas a algún sitio?
- Eh...a casa.
- ¿Puedo acompañarte? Así hablamos, no sé, me apetece saber de vos.
- Bueno, dale, sí, vení.
Sonrió y se colocó a mi lado para comenzar a andar los dos juntos. Él miraba hacia el frente, sonriendo, pero yo no podía quitar mis ojos de él.
- ¿Pasa algo?- me preguntó sin dejar de sonreír.
- Hace una bocha que no te veo.
- Bueno, supongo que los dos desaparecimos.
- No lo sabés bien...
- ¿Qué tal vos? Dejaste la carrera, ¿No?
- Sí, sí...la dejé, ¿Vos qué tal en ella?
- Bien, este curso algo complicado pero siempre es así, ya sabés.
- Sí...
- ¿Qué tal en la vida? En general.
- Bueno, si te referís a después de vos, bien, más o menos.
- ¿Sí?- sonrió y yo asentí.
- ¿Vos?
- Bueno, seguí estudiando y después de vos pues vinieron algunas, hasta ahora.
- ¿Estás con alguien ahora?
- Sí, sí, re linda. Me ayuda en todo, hasta en la carrera.
- ¿Pero está en la facultad?
- No, no, ella no.
- Me alegro, Carlos, de verdad.
- ¿Y vos qué? ¿Pasó algo mientras yo no estuve?
- Mucho.
- Tenemos todo el camino para que me cuentes, si querés.
- Bueno... después de estar con vos, empecé a estar con Mauro.
- ¿Mauro?
- Duki.
- ¿Saliste con Duki?- preguntó sonriendo más y yo asentí.- Era de esperarse, ¿Y qué tal con él?
- Pues...estuvimos unos meses juntos, pero al final terminamos por problemas.
- Ya...
- Después de eso tuve una hija.
- ¿Qué?- preguntó parando en seco, confundido.- Me parece que me perdí algo.
- Cuando terminamos no sabía que estaba embarazada, así que...
- ¿Duki tiene un hijo?
- Hija, más exactos.
- ¿Es posta?- asentí y él sonrió sorprendida.- Sos madre...
- Tiene unos meses sólo así que...ahora está con él.
- ¿Y por qué no es público?
- Porque él no lo sabía hasta hace unos días.
- ¿Qué?- para ese entonces, habíamos vuelto a andar, pero me seguía mirando confundido.
- Cuando me enteré desaparecí de verdad, porque me fui a España, y una vez la tuve volví y se lo oculté por...miedo a lo que podría pasar.
- Vaya...
- Lo peor fue cuando nos encontramos, volvimos a estar juntos pero se enteró.
- Y supongo que no le gustó mucho.
- No, no mucho.
- ¿Y cómo están ahora?
- Pues...me odia y yo bueno, espero a ver si algo cambia porque ya no sé qué hacer.
- Seguro que no te odia.
- Carlos, lo hace.
- Angie, no.
- ¿Y cómo sabés? Si hubieras visto como mataba con la mirada sabrías que no volveremos a estar juntos.
- Angie, vos y Mauro están destinados a estar juntos.
- ¿Eh?
- Posta, lo sabía hasta cuándo estábamos juntos.
- ¿Cómo?
- ¿Vos te acordás de cuando me lo presentaste?- asentí y él sonrió.- Yo sabía que algo pasaba entre vosotros, no era pelotudo.
- Carlos...
- Está bien, no pasa nada, pasó mucho ya. Pero era la verdad, ¿No? Siempre los encontraba juntos y en sus ojos se podía ver qué te miraba como algo más que una amiga.
- Exacto, me miraba, ya no.
- Sí, Angie, sí. Cuando me hablabas de él yo me ponía celoso porque veía que hablabas de él de una forma...especial, como no hacías con nadie. Y él...bueno, cuando me veía y estaba vos era como si yo no existiese, sólo tenía ojos para vos.
- Pero ahora es distinto.
- ¿Vos crees? Quizás esté molesto, seguramente, pero lo que sentían no desaparece así como si nada. A lo mejor vos lo estás pasando mal esperando a que algo se mejore, pero él puede estar igual.
- No lo creo, él...
- Él seguramente esté esperando a que le pidas perdón, le digas que le quieres como a nadie y que por una vez en tu vida dejarás de decir mentiras para hacerte el camino más fácil.
- Como me conoces eh...
- Y a él, aunque no tanto como a vos, pero no sé, se notaba que se querían y estoy seguro que lo siguen haciendo así que... estás perdiendo el tiempo corriendo en un parque y no para ir a por él y decirle la verdad, ¿No crees?
Él sonrió levemente, dándome confianza y el último consejo que faltaba y el que menos esperaba por ser mi ex novio quién me lo daba.
Después de aquello, nos quedamos callados en la corta distancia que quedaba hasta que llegamos a la puerta de mi casa.
- Bueno...espero que nos volvamos a ver.
- Pásame tu número y te mando la dirección del bar donde laburo ahora.- asintió y eso hizo antes de abrazarme como despedida.
- Recordá lo que te dije eh, no dejes escapar al que se ganó el corazón de la que era mi novia, que seguro que él está esperandote.
Asentí y él se marchó, dándome un beso en la mejilla como despedida. Sonreí viéndole alejarse, notando entonces cuánto habíamos crecido separados del otro.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora