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Acabé por cerrar el bar y comencé a caminar de vuelta a mí casa. No había avisado a Santino ni a Juan porque quería irme sola, pensar en lo que iba a hacer ahora que éramos dos los que nos hacíamos cargo de Mauro.
Hoy, por fin, Juan aceptó dejar de cuidar a Emma para que mis padres volviesen a tenerla mientras yo laburaba y él pudiese estar tranquilo haciendo sus cosas.
Se me hacía raro aceptar que ahora éramos dos partícipes de esto, que ya no cuidaba sola a Emma aunque aún no me hubiese mandado ningún mensaje para ver cómo lo hacíamos.
No me importaba que quisiese estar con ella algunos días, al final era su hija y yo le había quitado mucho tiempo con ella mientras le mentía. Así que, sea lo que sea que me pidiese, iba a ser buena, aunque ya sea tarde, y le quitaría problemas para tomar decisiones.
Suspiré y pensé en qué pasaría con nosotros. Me dijo que no quería saber de mí, que se había cansado, pero no quería aceptarlo completamente porque era aceptar que era una ruptura definitiva, que no habría otra oportunidad, que se acababa acá y así.
Odiaba pensar que esto era el final porque creo que no es el que nos merecíamos. No hablo de final feliz, con los dos juntos cuidando de Emma,  sino que para ser un mal final era el peor de todos.
Podríamos haber terminado por engañarnos con alguien o porque de nuevo no encajaba en su vida y volvían las discusiones. Pero odiaba pensar que todas mis mentiras acabaron con nosotros.
No quería dejarlo ir porque me hacía bien, me hacía sentir que era la mejor chica del mundo, su chica. Pero ahora no estaba y tenía que acostumbrarme rápido y aceptar el futuro que se venía, aunque no sabía cómo sería, ni siquiera si sería bueno.
Acabé por llegar a mi casa, abriendo la puerta del portal antes de subir las escaleras hasta mi departamento. Abrí la puerta y lo primero que me encontré fue a mi madre colocándole mejor la ropa a Juan, que estaba a punto de salir a trabajar.
- Justo a tiempo para despedirme.- me sonrió y cuando vio que mi madre no tenía más que colocar, vino a abrazarme.
- ¿Y Emma?
- Tú padre la está durmiendo.- mi madre sonrió y yo asentí con la cabeza.- Te hemos dejado la cena en la cocina.
- Gracias, ma.
- Bueno, yo ya me voy que sino llego tarde.
- Chao.
Nos despedimos finalmente de Juan y se marchó para dejarme a solas con mi madre, resumiendole rápido mi lento y aburrido día en el bar hasta que mi padre apareció sin Emma.
Dejé las cosas para ir a la cocina y sentarme en el salón con ellos a hablar mientras cenaba, ya que todavía parecía que nos quedaba cosas por decirnos.
- No sabés lo que le cuesta a Juan dejarnos con Emma.
- Se acostumbró a ella, es muy bueno.- sonreí y ellos también.
- Si no fuera tu mejor amigo...
- Papá.
- Sólo decía.- puse los ojos en blanco y él rió levemente.- ¿Sabés algo de Mauro?
No, todavía no les había dicho nada, no me había dado tiempo. Desde que me visitó, cada vez que intentaba explicar bien lo que me dijo acababa o llorando o simplemente dejaba de contarlo porque no hacía más que hundirme en negativos pensamientos que hacían de todo menos ayudarme.
- Sí, sí sé algo.- entonces los dos llevaron más aún su atención a mí.- Él otro día vino a verme.
- ¿Cuando?
- Antes de ayer.
- ¿Y por qué no nos contaste nada?
- Porque no era fácil darse cuenta que  hemos roto para siempre cada vez que lo cuento, quizás si lo tuviera superado sí, pero no es el caso.
- ¿Cómo que ruptura definitiva?
- Me dijo que se cansó de mí, que estaba harto de que todo fueran mentiras conmigo y se marchó.
- ¿Y Emma?
- Emma...fue lo único bueno que dijo, que se haría cargo.
- Algo es algo.
- Sabía que lo haría.- afirmó mi padre.- Podré odiarle por como te hizo sufrir cuando terminaron la primera vez, pero sé que es un buen chico y responsable incluso para esto así que...no era ningún problema.
- Exacto, no lo era, yo también sabía que aceptaría hacerse cargo de ella. Lo que no sabía es lo que pasaría con nosotros y ahora...
- Ahora preferís no saberlo.- mi madre me sonrió levemente y yo suspiré, dejando los cubiertos en el vacío plato donde antes estaba mi cena.
- Pues sí, mamá, ahora preferiría no saber que me quiere decir, porque cada vez que recuerdo sus palabras me siento la peor persona del mundo y odio verle mal, más si es por mí.
- No sos la peor persona del mundo.
- Lo sé, lo sé...pero lo hice mal y lo arruiné todo.
- Volverán, hazme caso.
- No le viste ni oíste...me miraba con rabia y su voz estaba tan apagada, aunque se le notaba decidido en lo que me decía.
Mi madre chasqueó su lengua y se acercó a abrazarme antes de que mi padre se unirse también a él. Estuvimos hablando un poco más hasta que decidieron irse y yo limpié todo antes de cambiarme de ropa y guardar mis cosas para mañana.
Me senté en el borde de mi cama, cansada por hoy y por todo en general. Fue ahí donde la miré dormir y sonreí volviendo a resaltar los rasgos de ella que me recordaban a él. Así, ¿Cómo hacía una para superarlo?

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora