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Quería cenar con él para hablar mejor, con más tiempo y sabiendo que ninguno de los dos se iría antes de que todo se hubiese dicho. Pero él no tenía esos mismos planes.
Cerré por fin el bar y suspiré, comenzando a caminar hacia mi casa. Habíamos quedado finalmente en que después de cenar me acercara hasta su casa para hablar allá, ya que tampoco tenía intención de venir a la mía o a dónde yo estaba en general. Mientras tanto, Santino me hizo el favor de quedarse con Emma y así no me tenía que preocupar de que no llorase o no le molestasemos.
Llegué por fin a casa, dejando mis cosas rápido para comenzar a cenar lo antes posible. Quería resolver esto lo antes posible después de todo lo que me dijeron ayer mis amigos.
Me senté en el sofá, con el televisor encendido en cualquier canal, sólo concentrándome en cenar rápido e irme en taxi hasta su casa sin saber si quiera si estaría solo o me tenía que encontrar con alguien allá. Yo ya no sabía nada sobre él después de estos días.
Finalmente, acabé de cenar, lavando todo antes de ir a mi habitación y agarrar un par de cosas para luego salir por fin de mi casa.
Llamé a un taxi y le di la dirección de Mauro, mirando mi celular por si ocurría algo importante durante el trayecto. Pero no, y en pocos minutos llegamos hasta allá.
Me despedí del conductor y le pagué, saliendo por fin del auto para tomar una gran bocanada de aire, intentando relajarme para lo que me iba a enfrentar ahora.
Sí, había hablado con él dos veces desde que terminamos, pero no podía evitar ponerme nerviosa cada vez que lo iba a hacer y más sabiendo que no me iba a encontrar a alguien positivo o con ganas de tener una conversación.
Suspiré y terminé de llamar a su puerta, esperándole a la vez que mis nervios crecían. Pero por fin abrió.
- Estamos solos.- fue lo primero que me dijo. Yo asentí y se apartó para dejarme sitio y pasar adentro.- Igual tengo poco tiempo porque tengo que irme.
- Está bien...
- ¿Y? ¿Qué querés ahora?
Preguntó pasando al salón como si nada, sin ni siquiera mirarme. Volví a suspirar y a tomar más aire para seguirle, tomando también todas las fuerzas que tenía y necesitaba para esto.
- Hablar.
- Sí, ¿Pero de qué?- se sentó en uno de los sillones, siguiendo con el cigarro que se estaba liando antes de que le llamase.
- De todo.
- Todo.
- Emma, el plan que tenemos que tener...
- Y nosotros.- acabó por añadir él. Yo asentí y entonces comencé a notarle incómodo, moviéndose en su sitio.- Ya te dije que no necesito hablar contigo.
- Pues a mí me parece que sí.
- ¿Para qué? ¿Para qué luego me digas que no puedo decirte nada?
- No es lo mismo hablar que echarme las cosas en cara, Mauro.
- ¿Y qué querés que haga, Angie? ¿Abrazarte? ¿Preguntarte cómo estás?
- No es eso.
- Entonces no te entiendo.
- Tengo que explicarte que pasó, Mauro, que me hizo mentirte tanto tiempo.
- No necesito explicaciones.- negó, dejando de mirarme para concentrarse en su tabaco.
- Pero yo sí necesito dártelas.
Y entonces volvió a llevar sus ojos a mí, fijando su mirada en los míos, sin esperarse quizás aquella súplica tan peculiar mía.
- Si es para sentirte mejor...
- No, es para que vos te sientas mejor.- se calló y entonces entendí que me daba tiempo para que yo contase que pasó.- Mauro yo... yo estaba mal cuando terminamos.
- ¿De verdad? Porque ya no sé si es una historia que te inventaste o...
- Estaba mal, de verdad. Te odiaba porque me hacías sentir la persona más solitaria del mundo con tantas discusiones y celos, pero también porque te quería a pesar de todo.- le interrumpí.- Tenía ataques de pánico cuando me quedaba sola, así que necesitaba estar con vos todo el tiempo porque era el único que me daba seguridad. Pero, también me dabas inseguridades que nunca antes había sentido y todo porque era un mundo nuevo, uno del que no sabía mucho más de lo que veía en redes y que no controlaba.
- ¿Ahora es culpa mía?
- No, fue mía por no saber controlar mis emociones ni buscar ayuda profesional, como hice después.- se volvió a callar, dejando que siguiese con la historia.- Cuando me enteré de que estaba embaraza yo...yo al segundo pensé que podía hacerlo sola, que no te necesitaba ni a ti ni a nadie y todo porque no quería estar con nadie. Te odiaba, te tenía rencor pensando que él culpable de todo eras vos, y con mi familia no me sentía segura, sino criticada. Así que pensé que lo mejor era hacer todo yo sola, sin dar explicaciones a nadie.
- Ni a mí, su padre.
- Ni a ti, su padre, porque no pensé en nadie más que en mí, lo acepto, fue egoísta y ahora me enfrento a todo eso. No pensé en nadie más que en mí y en lo que sentía entonces, ignorando todo el cariño que de verdad te tenía para sólo limitarme a odiarte e ignorar que Emma también era tuya.
- ¿Y pensás que eso es una buena excusa? Porque si es así...
- No, no es una excusa, no quiero que me perdones, sólo te estoy contando qué pasó para llegar hasta acá.- su mirada volvió al tabaco y yo decidí seguir hablando.- Mi familia se acabó enterando, obviamente, y al principio querían que vos lo supieras, pero me seguí negando a ello y entonces...entonces ideamos un plan para que nunca me vieses ni supieses de mí, ni vos ni Candela, así que me marché a España.
- ¿España?
- Ya sabés que tengo familia allá, así que ellos me cuidaron hasta que Emma nació y en cuanto pude, volví acá. Ahí fue cuando comencé a enfrentarme a ese mundo que había ignorado, más cuando te volví a ver.
- ¿A qué te referís?
- Durante el embarazo, entendí que no fue tu culpa, sino la mía, así que todo el odio que tenía pasó a ser miedo porque pensaba que era demasiado tarde para contarte que pasaba, sus que preferí seguir con el plan y eso hice, mintiendote hasta cuándo me di cuenta de que nunca te había dejado de querer.
- Angie...
- Mauro, en España no dejé de pensar en vos sin más, no pude ignorar completamente que vos eras su padre y menos cuando dejé de culparte, sólo que tenía tanto miedo de lo que iba a pasar si te contaba todo que preferí no hacerlo, no enfrentarme a lo que había hecho, como ahora.- chasqueó su lengua y me miró con una mezcla entre rencor y odio por su parte - Así que, cuando llegué acá y te vi y me di cuenta de que nunca te había dejado de querer, supe que tenía que contarte todo pero no sabía cómo y tenía miedo.
- ¿De qué tenías miedo, Angie? ¿De qué?- acabó por dejar el cigarro y levantarse, acercándose a mí.- ¿Por qué no me lo contaste desde el principio?
- Porque tenía miedo de esto, de que nos separasemos, de que me odiases como hacés ahora.
- ¿Y pensaste que lo mejor era mentir?
- Volví a ser egoísta, sí, pensando que al menos mintiendote lo pasábamos bien.
- ¡No me dijiste nada, Angie! ¡Era el único que no sabía nada!- bajé mi mirada en el momento que me gritó, sintiendo como puñaladas sus palabras.- ¡No te atreviste a contarme nada! Y no, no te pido que fuese al principio, pero sí que fuese cuando estábamos juntos.
- Lo siento, yo...yo no pensé bien, no sé.
- No, no lo hiciste...se supone que una relación tiene confianza, que tenés que contarme todo, no engañarme con miles de mentiras, haciendo una vida con vos qué no era cierta.
- ¿Es que acaso no me querías? ¿Yo no te quería?
- ¡No se trata de eso, Angie, se trata de que me tuviste engañado!
- ¡Lo siento, no supe decirte la verdad!
- ¡Pues así, como estás haciendo ahora! ¡¿Tan difícil era?!
- Ya sabés lo poco que me gusta enfrentarme a las cosas...
- Y vos lo poco que me gusta que la gente me mienta, Angie.- sus ojos se clavaban en los míos con tanta intensidad que dañaban.- A mí me gusta la gente real y vos no lo fuiste.
- Sólo en eso.
- Eso es nuestra hija, nuestra.
- ¿Ahora es nuestra?
- Siempre lo fue, sólo que vos decidiste por mí y me alejaste de ella, ¿Entendés? Me perdí todo.
- No todo.
- Pero me perdí cosas, ¿O no?- asentí y él pasó sus manos por su pelo, molesto.- Si sólo...si sólo lo hubieras hecho...
- ¿El qué?
- ¡Decirme la verdad!
- ¡Ya te dije que no pude!
- ¡Es que no te creo, Angie, ya no!
- Yo no puedo hacer nada...
- ¡Vos nunca podés hacer nada! ¡Vos sólo te quedás ahí, parada, esperando que las cosas se arreglen solas pero no, Angie, no! ¡Tendrías que haber confiado en mí como yo lo hacía con vos!
- ¡Yo confiaba en ti, confío en vos cómo en nadie!
- ¡Dejá de mentir!
- ¡No miento, sos el pibe al que más he querido y más te confiado!
- ¡¿Y no me dijiste nada?! ¡¿Tan pelotudo te pensás que soy?!
- ¡Sos vos quién te hacés la víctima acá!
- ¡Vos te hacés la víctima!
- ¡¿Sí?! ¿En qué? Vamos, dilo, porque estoy harta de tener que escuchar como me echas las cosas en cara, como te hacés el mejor de todos, el mejor padre de todos con sólo días con ella, ¡Dejate de joder, por favor!
- ¡Vos sos la que decís que no tengo la culpa y luego sí, la que no acepta sus errores y prefiere ignorarlos! ¡Andás dando lecciones de moral y sos la peor de todas!
- ¡¿Si soy la peor por qué aceptaste verme?! ¡Vamos, dilo!
- ¡Porque necesitaba escuchar todo lo que ibas a decir y no sentirme mal sabiendo que no te di la oportunidad para eso!
- ¿Por qué no lo ibas a hacer?
- Porque no te quiero volver a ver más.
- Mauro...
- Ojalá y espero que me escuches bien, ojalá nunca te hubiese conocido.- deseo apretando sus labios con bronca como él solía hacer, rompiendo definitivamente mi corazón.
- Mauro...
- No quiero saber nada de vos, ni de tu familia. No quiero que me busques, que me preguntes por mí, que me pides hablar ni siquiera que quieras discutir conmigo cosas porque no te quiero, ¿Escuchaste? Ya no te quiero, ya lo dije.- levantó sus brazos, mirándome furioso a la vez que yo a él le miraba sin esperarme nada de esto.
- Mauro...no podés decir eso.
- Lo estoy diciendo ahora, Angie, no te quiero más porque no puedo querer a alguien que me engañe así en mi propia cara.
- Sabés qué no es cierto.
- ¡Lo es, Angie, lo es! ¡Odio que vos tengas que ser la madre de mi hija y tener que verte cuando quiera verla a ella!- aguanté las lágrimas como pude, pero él parecía de todo menos triste, lo que comenzó a molestarme también.- Si no fuera por eso, dejaría de verte para siempre, te lo juro.
- Sos muy duro conmigo...
- Poco soy para lo que te mereces.
- ¡¿Y si tanto me querías por qué me olvidaste tan fácil?!
- ¡Porque te odio, que es distinto!
- ¡Sos...sos un pelotudo!
- ¡Andá a decirle eso a alguien que le importe, gil!
- ¡Ojalá Lautaro hubiese sido su padre de verdad!- y entonces apretó sus puños y labios, enojado de verdad, furioso más que todo lo demás. Pero yo también lo estaba, así que no me importó mucho.
- Andate de acá.- nuestros ojos estaban clavados en el otro, matándonos con la mirada.- Andate de mi casa, no quiero volverte a ver si es no es por Emma, ¿Entendiste?
- Sos el peor chico que he conocido en mi vida.
Acabé por decir antes de darme la vuelta y marcharme de su casa como dijo, aguantando mi pena con el enojo que tenía hasta que salí de su casa y no lo soporté más, dejando caer mis lágrimas con rabia por ser por él, sin saber que más hacer ahora.
Porque sin él...¿Ahora qué?

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora