10.

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- Deberías irte a dormir.
- Santino, sé lo que hago.
- Es la madrugada ya allá.
- ¿Y?
- Estás a punto de darme una sobrina, hazlo por ella o por mí.
- Un rato más.
- Es sólo un stream, lo podés ver repetido.
- No quiero.
- Uh Dios, que paja que me das.
Reí tapando luego mi boca con mi mano para no hacer mucho ruido ya que Manuel estaba dormido y yo tenía la puerta de mi habitación entreabierta.
Desde que llegué acá, solía dormir más tarde por dos razones: no tenía ningún sitio a dónde ir por la mañana y podía quedarme acá y además, podía ver a mi familia y a mis amigos más que de día.
Ahora estaba viendo un stream junto con Santino, que estaba solo en casa porque José se había ido con sus amigos todo el día y la noche seguramente se la pasase en un boliche.
Tras aquel viaje a Barcelona, solían visitarme más mi familia de acá y los de Argentina me llamaban más seguido. Además, Manuel se ocupaba más de las cosas y más que una embarazada en reposo parecía una enferma.
- Uh Dios.
- ¿Qué pasa?
- Me tiene la barriga que va a explotar.
- ¿Por qué?- preguntó Santino mientras reía.
- Porque no para de dar patadas, Dios.
- Bueno, es que salió a su mamá, ¿Qué querés?
- Dale, si soy una vaga.
- Y una rebelde, siempre en contra de todos.
- ¿Ya te dijo papá?
- Vamos, le hace ilusión.
- No quiero, no me gusta.
- Es bonito.
- No.
- Angie.
- No voy a llamarla como yo, pelotudo.
- Dale, yo tampoco quiero, pero dice que tu nombre es muy lindo para que sólo lo tengas vos.
- Ya elegí un nombre.
- Y no lo decís, pelotuda.
- Así voy con doble sorpresa.
- Como te odio...
- ¿Mamá no te dijo que no se puede mentir en esta vida?
- Culpa tuya, tuve una buena maestra.
- Vos sos mayor que yo.
- Y vos más lista.
- Gracias.
Puso los ojos en blanco y de nuevo, volví a taparme la boca para reírme. Miré mi vaso de Coca-Cola vacío y resoplé.
- Ahora vengo.
- ¿A dónde vas a esta hora?
- No sabés qué hora es acá.
- Tarde, eso sí lo sé.
- Me quedé sin coca.
- No se puede tomar droga mientras estás embarazada, pelotuda.
- La otra coca, gil.
- Bueno, esa sí, ¿Tenés sed acaso?
- No, pero un stream sin coca no es stream.
- Dejá de drogarte, por Dios.
- Ay, Santino, sos muy pelotudo.
- Vale, vale, andá pero no tardes.
- No, tranquilo, ya sabés lo poco que me gusta perderme cosas.
Sonrió y yo también antes de levantarme de la silla y comenzar a caminar hacia la cocina en silencio por no despertar a Manuel. Llegué y abrí la refrigeradora, pero no había nada.
Busqué, pero nada. Resoplé y entonces miré el cajón donde él guardaba todas las cosas que compraba de sobra, como las bebidas. Por desgracia, estaba a una altura que no llegaba sin ayuda y con mi barriga todo se hacía más complicado.
Suspiré y tomé toda mi valentía para agarrar una silla y subirme despacio a ella. Lo peor de la barriga era perder el equilibrio en estos momentos y sobre todo, que no podía hacer esto embarazada por el simple hecho de la posibilidad que había de que me cayese.
Aún así, seguí con lo que quería y abrí despacio el cajón. Sonreí cuando vi que por suerte había una botella de Coca-Cola más ahí.
La agarré despacio y cerré el cajón feliz porque por fin podría volver a ver el stream con mi hermano. De repente, parecía que la botella se había roto y sentí como se me mojaban las piernas.
Resoplé y miré la botella para ver por dónde se había roto. Pero no vi nada. Extrañada, me moví lentamente en la silla hasta poder ver mis piernas y entonces me di cuenta de que no, no había sido la botella.
- ¡Manuel! ¡Manuel ayuda!- aterrorizada y a mucha altura, no sabía que hacer.- ¡Manuel! ¡Ven, ven rápido!
- ¡Déjame dormir!- oí de lejos.
- ¡Manuel, ayuda, necesito ayuda!
Lo siguiente que oí, segundos después, fueron sus pasos fuertes en el suelo. Hasta que su cara se enfadó con una mezcla de sueño apareció en la puerta.
- ¿Qué haces ahí arriba?
- Iba a por Coca-Cola y...
- ¿Y el reposo?
- ¡Manuel, mis piernas!- me miró confundido y sus ojos fueron a donde dije. Al segundo, volvieron a subir a mi cara tan aterrorizado como yo.
- ¿Ro...rompiste...?
- Sí, sí, ayúdame a bajar, ya.
- Ay Dios...soy muy joven para esto.
- ¡Manuel!
Por fin, salió de sus pensamientos y fue corriendo a ayudarme. Primero le dejé la botella y más tarde me bajé con su ayuda.
Rápidos, él fue a buscar las cosas que hacían falta y yo fui a mi habitación porque tenía que cambiarme.
En el camino, sentí lo que parecía ser la primera contracción, pero era suave y duró poco, así que pude seguir caminando.
- ¿Angie? ¿Estás ahí?
- Santino.- me acerqué a la cámara y sonrió.
- ¿Dónde estabas? Oí gritos por ahí.
- Ya es que...
- ¡¿Donde están los pañales?! ¡Necesito pañales!- gritó Manuel, entrando en la habitación de repente.- Oh, hola Santino.
- ¿Hola?
- Eh...creo que están en algún cajón del baño.
- Ay Dios mío de mi vida.- susurró.
- ¿Qué pasa acá?- preguntó confundido mi hermano.
- Pues que...
- ¡Qué vas a ser tío, Santino, tío! ¡Avisa a todos porque nos vamos ya, ya, ya de ya!
- Manuel, ¿Te tomaste algo?- le pregunté viéndole tan alterado.
- La responsabilidad de ti fue lo que me tomé, idiota.
- Angie, ¿Es verdad?
- Sí, fue ahora en la cocina, por eso los gritos.
- Oh Dios...tengo que avisar a todos, tenés que decirnos algo.
- Sí, tranquilo, lo haré.
- Dale, vayan al hospital y nos dicen luego.
- Está bien, San...
- Chao, adiós, como se diga.
Y Manuel terminó la llamada por mí. Le miré molesta y él sonrió antes de salir corriendo.
Cuando se fue, miré mi ropa y de nuevo volví a sentir una contracción. Parece que no quería que me vistiese pero no podía ir casi desnuda por la calle.
Me cambié poniéndome un simple pantalón largo ancho con una remera de las pocas que me cabían. Me puse las zapatillas y cuando abrí la puerta, justo Manuel iba ha hacer lo mismo.
Sonrío nervioso y se fue corriendo hacia la entrada. Se había cambiado de ropa, pero estaba despeinado y con las pantuflas.
Sonreí y fui detrás de él hasta salir de casa. Cuando subimos a su auto, me pasó el teléfono para hablar yo con mis tíos al estar él manejando y justo ahí volvió otra contracción.
La ignoré, porque sólo eran molestas pro no dolorosas, y les avisé a mis tíos. Me dijeron que, como pensaba, vendrían con toda la familia a vernos.
Minutos después, Manuel pudo aparcar el auto en el parking del hospital y salimos, caminando rápido hacia dentro. Ya en recepción, di mis datos para que me sentasen en una silla de ruedas y me llevasen a una habitación.
Me dijeron que tenía que esperar al médico para el chequeo y mientras, me puse cómoda en la cama, cambiándome de ropa para estar lista cuando fuese el momento.
Minutos después, llegó la ginecóloga que me atendió siempre y me realizó el chequeo. Esto recién empezaba, así que había que esperar.
Manuel se sentó a mi lado, con el teléfono para distraerme mientras que las contracciones molestaban más e iban comenzando a doler.
- ¿Y tus padres?
- No sé, igual se encontraron con muchos coches.
Resoplé y él sonrió levemente, enseñándome otro vídeo más. Poco a poco, se hacía todo más molesto y ya no aguantaba estar en una habitación, aunque Manuel me pusiese el stream que estaba viendo en casa.
Hasta que realmente las contracciones comenzaban a ser dolorosas y repititivas, sintiendo todo lo que me avisó Luna cuando estaba en Argentina.
Resoplé, agarrándome a las sábanas de la cama para evitar pegar a Manuel porque no paraba de dar vueltas y llamar a alguien para atendernos.
Cuando la ginecóloga vino, cansada ya de los gritos de mi primo, volvió a chequearme.
- Angie, estamos listo.
- ¿Eh? ¿Ya?
- Eres de partos rápidos, no puedo decir más.
- Uh...
- Vamos, vamos, no perdamos más tiempo.
Puse los ojos en blanco mirando a Manuel y la ginecóloga avisó a un enfermero para que me llevase hacia otra sala.
Acá, ya había más gente, los que parecían que iban a ayudar a mi ginecóloga. Manuel se separó de mí porque tenía que cambiarse de ropa.
- ¿Estás lista?
- Pero Manuel...
- Angie, cuando venga la siguiente, tienes que pujar, ¿Sí? Manuel no tardará.
- Ya...
- ¡Y aquí está el más guapo de toda España pero no Argentina!
Dijo de repente, llevándose las miradas de todos. Sonreí y él agarró mi mano para besarla, quedándose a mi lado.
- Vamos a ver a quién se parece ese bebé.
- Idiota.
Rió levemente y segundos después, yo comencé a pujar. Al principio lo hacía cuando me avisaban los enfermeros y la ginecóloga, después comencé a saber cuándo tenía que hacerlo: cuando dolía.
Hasta que ya, realmente, no paraba de doler y se me hacía difícil respirar, perdiendo fuerza.
- Vamos, Angie, un poco más.
- No puedo, no puedo.
- A la siguiente.
- Vamos, Angie, puedes, yo lo sé y los demás también.- miré a mi primo y me sonrió con dulzura, besando de nuevo mi mano. A la siguiente contracción, puje y por tanto agarré con más fuerza la mano de Manuel.- Bueno, tampoco tanto, que me quedas manco.
- Pelotudo...
Susurré, intentando buscar aire para la siguiente ronda. Los segundos pasaban lentos y llenos de dolor, algo que compartía con Manuel.
- Vamos, ya está aquí, una vez más, sólo una.- resoplé y puje como dijo.- Una más, Angie.
- ¡¿Otra?!
Manuel rió y yo volví a pujar fulminadolo con la mirada, haciendo que desapareciese su risa para gritar de dolor, como yo.
- Ya está, Angie, vamos.
Resoplé y cerré mis ojos y mi otra mano en un puño mientras tomaba aire y todas las  fuerzas que me quedaban. Eché mi cabeza hacia atrás y puje con todo lo que pude, apretando mi mandíbula.
Hasta que se oyó. La habitación pasó de llenarse de mis gritos de dolor y mis quejas a oír un llanto.
Al oír aquello, abrí mis ojos y lentamente miré de dónde provenía, viendo a enfermeros tener algo en la mano que limpiaban. Manuel, como yo, se quedó con los ojos ahí.
- Ya está aquí, Angie, ya terminó todo.
Dijo mi ginecóloga, tomándola en brazos para darse la vuelta y dejarme verla a la vez que se acercaba a mí hasta dejarla en mi pecho. La miré atónita, sin realmente darme cuenta que aquello tan pequeño era mi hija.
- Angie...es...
- Emma García, es Emma García.- susurré mientras acaricié su pequeñs mejilla con la yema de mi pulgar, sonriendo.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora