30.

537 28 5
                                    

Sus ojos estaban fijos en mí y yo había dejado de oír toda la música del boliche para sólo estar mirándole, viendo de más cerca todo lo que había cambiado.
Levemente, sentí una lágrima resbalar por mí mejilla. No era por él, sino por todo la ansiedad que me producía el problema de Claudia.
- ¿Qué hacés acá?- preguntó por fin.
- Eh...yo no...yo me tengo que ir no puedo...
- ¿Estás bien?
- Sí, sí, sólo...- bajé mi mirada al suelo y luego volví mis ojos cuando no tenía nada que perder por preguntarle.- ¿Viste a una amiga mía?
- ¿Una amiga tuya?
- Sí, la que estuvo una vez con Ysy no, otra.
- Estaba por irme yo...
- Nada, olvídalo.
- ¿Necesitás ayuda? ¿Pasó algo? Parecés...
- Estoy bien no...no te preocupes.- le interrumpí y su expresión siguió siendo la misma desde que nos habíamos visto.
- ¿Cuándo volviste?
- ¿Volver? ¿Volver de dónde?
- No sé, desapareciste sin más.
- Ya...
- Cande estuvo triste y me contó.
- Tuve que irme un tiempo.
- ¿Por qué?
- Creo que tengo que irm...
Cuando iba a terminar la frase, la pantalla de mi celular se encendió agarrado por mi mano. Lo miré y mi expresión cambió completamente al ver quién era.
- Ma.
- Angélica, cariño, tranquila.
- ¿Pasó algo?
- Se puso enferma.
- ¿Qué? ¿Dónde están? Voy allá ya.
- No hace falta cariño, estamos bien.
- ¿Qué tiene?
- Un poco de fiebre, nada más, lloraba mucho y bueno estamos yendo a ver qué nos dicen en pediatría.
- Voy allá.
- Angélica, no hace falta.
Pero terminé la llamada de tan sólo pensar que Emma podía estar enferma y yo no había estado a su lado, sino que ahora mismo estaba hablando con su padre que nada sabía de esto.
Le miré de nuevo y sus ojos confundidos seguían en mí. Sin decir nada más, salí corriendo de allá llamando a Lautaro porque necesitaba alguien que me llevase a dónde estaban.
- Angie, ¿Donde estás? Santino me mandó un mensaje, encontramos a Claudia.
- ¿Qué? Bueno, no importa, me tengo que ir ya, Lautaro, ya de ya.
- ¿Pasó algo?
- ¿Donde están?
- En el aparcamiento, Claudia acaba de irse con Nicolás y Matías y Santino está esperándote conmigo a ver dónde estás.
- Voy ya.
Y terminé la llamada a la vez que salía del boliche. Respiré por fin algo más de aire, pero seguía igual de nerviosa y preocupada, así que fui corriendo hacia el aparcamiento a la vez que les buscaba con la mirada.
- ¡Angie!
- Por fin.- le di un corto beso a Lautaro y miré a Santino.- Emma enfermó.
- ¿Qué?
- Sí, nuestros viejos la están llevando a pediatría a ver qué ocurre, no sé.
- Dale, nos vamos y no tardamos nada.
Dijo Lautaro y los dos le miramos antes de asentir y subirnos al auto con él.
Me puse el cinturón de seguridad y entonces mi mirada fue a la ventanilla, sintiendo como Lautaro comenzaba a manejar para salir de allá rápido.
Y mis ojos, como si siempre estuviesen atraídos por los suyos, fueron de nuevo a él.
En la entrada del boliche me miraba, o más bien al auto, confundido, más que antes. Estaba con un amigo al lado que le hablaba al oído, pero él parecía estar más atento a mí. A quién me llevaba en auto.
¿Cuánto tiempo había estado allá? ¿Me había visto besar a Lautaro? Igual ha pasado mucho tiempo desde lo nuestro así que seguro que él también tiene a otra novia.
Resoplé nerviosa, olvidándome de él para pensar en la que era su hija y que ahora estaba siendo seguramente o vista por un médico o aún en el auto con mis padres para que alguno viese si estaba realmente enferma o no era nada.
Lentamente, sentía pánico de tan sólo pensar que yo no estaba allá y de ahí fui a sentir culpa por no estar a su lado cuando me necesitaba. Mientras ella lloraba, yo bailaba o quizás estaba buscando a Claudia o encontrándome con Mauro después de meses, de ella.
Por fin, llegamos al hospital tras un viaje corto que para mí se hizo largo. Salimos del auto y Santino y yo nos adelantamos mientras Lautaro terminaba de cerrar el auto completamente antes de seguirnos hacia dentro.
Preguntamos por la parte de pediatría y sobre una nena llamada Emma, entonces nos dijeron dónde podríamos encontrarla a ella con mis padres o sólo a mis padres.
Nos despedimos de la mujer de recepción y fuimos hacia donde dijo andando, pero tampoco despacio. Hasta que, por fin, llegamos a la sala pequeña que ella nos había dicho y dónde estaban mis padres sentados en unas sillas, esperando cabizbajos.
- Mamá, papá.- y ahí, sus cabezas se levantaron para mirarnos.
- Angélica, cariño.- se levantaron y vinieron a saludarnos con un abrazo.
- No hacía falta, de verdad, verás como no es nada.
- Aunque no sea nada yo tengo que estar acá, soy su madre.
- Bueno, tranquila, ahora están viendo que le ocurre.
- Seguro que no es nada.
Dijo Lautaro, sonriéndome pero con más tranquilidad o dulzura que diversión, como solía ser siempre. Yo resoplé y comencé a andar hacia una de las sillas para sentarme cansada de tanta emoción en tan poco tiempo.
Mis padres decidieron quedarse de pie junto a Lautaro en la puerta de la sala por si alguien se acercaba por allá y Santino, en cambio, quiso acompañarme, sentandose a mi lado.
Con mis codos apoyados en los brazos de la silla, él hizo lo mismo en la suya antes de agarrar mi mano y mirar hacia nuestros padres mientras que yo tenía mis ojos en el suelo pensando en esta alocada noche que prefería no volver a repetir.
- Vi a Mauro.- le susurré, aunque de nuevo era más para mí aquel susurró, para asegurarme de que era verdad lo que había vivido, que para él. Pero lo escuchó.
- ¿Qué?- preguntó también susurrando.
- Lo vi, en el boliche.
- De lejos, ¿Verdad?- preguntó de nuevo, comenzando a hablar por susurros.
- No...- levanté mi mirada y sus ojos ahora estaban fijos en mí.- Claudia desapareció, yo la busqué y al no verla entré en pánico. Me vio y pensó que era otra, yendo a ayudarme hasta que se dio cuenta que era yo.
- ¿Y qué pasó?
- Hablamos, le pregunté si había visto a Claudia y me dijo que no, luego él me preguntó a mí cuándo había vuelto.
- ¿Vuelto?
- Sí, dijo que desaparecí por mucho tiempo y que Candela estuvo triste porque no contestaba ni sus llamadas y sus mensajes.
- Porque estabas en España...
- Embarazada de su hija.
- ¿Le dijiste algo?- negué con la cabeza y él suspiró.- Con lo grande que es Buenos Aires y siempre nos tenemos que encontrar.
- Ya... igual creo que me vio besar a Lautaro.
- Pero no importa, ¿Verdad?
- No, no importa.
Asintió con la cabeza y yo volví a suspirar, bajando de nuevo mi mirada por unos segundos ya que el médico llegó por fin.
Me levanté y fui corriendo a preguntarle por Emma. Nos dijo que no le ocurría nada grave, simplemente tenía un poco de fiebre y esta le estaba bajando poco a poco por fin. Después, nos terminó por decir que ahora una enfermera nos la traía para poder irnos tranquilos.
Suspiré y mi madre me abrazó. Supongo que ella también había sentido esto con todos nosotros, con mis hermanos y conmigo. Sólo que ella tenía un hombro donde apoyarse, un padre de sus hijos que también estuviese allá para apoyarla, mientras que yo el único hombro que podría tener es alguno de los suyos, porque su padre no está.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora