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Habíamos quedado para ver una película todos juntos, Emma incluida, para ver una película como en los viejos tiempos.
Ahora qué mis amigos ya lo sabían y no tenía por qué mentir tanto, estaba más relajada cuando estaba con ellos. Todo se disfrutaba más sin mentiras en el medio.
Mis padres aún no han hablado con Santino o al menos eso creo, ya que aún no me han preguntado qué pasó, dándome un poco más de tiempo para disfrutarlo todo antes de que se acabe la felicidad y empiece todo lo malo.
Mauro y yo estábamos bien, a veces me preguntaba por mi hermano, sin creerse que aún no nos hayamos hablado desde la discusión. Pero al final, él no sabía la razón de verdad por la que nos habíamos enojado, tan sólo pensaba que era por él, por eso le parecía tan raro todo.
Aún así, era capaz de distraerle y al final, se olvidaba de todo lo demás para volver su atención a Emma y a mí. Parecía que sabía que era su padre, porque se comportaba como tal y a veces, aunque tendría que ser al revés, todo eso me hacía sentir mal.
Sabía que tenía que contárselo, que era cuestión de días, pero tan sólo pensar en lo que pasará, en lo que me odiará, me hace odiar esa idea y seguir con mi plan inicial, aunque ya no sé ni cuál era.
Por lo demás, todo está bien. Supongo que tener menos mentira y ver cómo pronto vas a tener que decir la verdad te hace sentir una mezcla de alegría y agobio a la vez.
- Angie.
- ¿Qué?
Salí de mis pensamientos para mirar a Juan, que me sonreía como todos los demás. Menos Matías, que estaba atento a la película.
- Tú celular, está sonando.
- Oh, sí, perdón.- sonreí nerviosa y busqué rápido mi teléfono para ver quién me llamaba.- ¿Sí?
- ¿Donde estás?
- Con mis amigos.
- ¿Te venís luego conmigo y los pibes?
- Estoy con Emma y...no es un buen día.
- Uh, que paja, bueno, da igual, ¿Te busco después de que termine por acá?
- Está bien, si todavía no estoy en casa sí.
- Igualmente iré a tu casa.- sonreí y sabía que él también lo estaba haciendo.- Angie.
- ¿Qué?
- Te extraño.
- Nos vimos esta mañana, pelotudo.
- Y bueno, todo el día sin vos.
- Ya, ya...ya te cansarás de mi, tranquilo.
- Que tarada que sos.- sonreí de nuevo y entonces Juan me miró otra vez sin dejar de sonreír.- Bueno, voy a por vos eh, no te olvides.
- Sí, tranquilo, yo te espero, siempre.
- Está bien, chao, beba.
- Chao.
Terminé la llamada, ignorando a Juan para guardar de nuevo el teléfono sin dejar de sonreír. Cuando levanté mi mirada, vi a Juan y Diana riéndose entre ellos, sin hacer caso a la película.
- ¿Qué?
- ¿Quién era?
- Nadie.
- Nadie no, Mauro.- respondió Diana antes de reír con Juan. Eso tomó la atención de Nicolás y Claudia.- ¿Qué te decía?
- Nada, luego viene.
- Luego, luego...
- ¿Dormía juntos?- preguntó ahora Claudia.
- A veces, la mayoría de veces.
- Bueno, a ver si os vais a ir a vivir juntos.
- No hace falta, casi lo parece, solo que de día no estamos ninguno de los dos.
- Dale una llave, así puede entrar también.- dijo Nicolás, riéndose con Juan. Yo, de respuesta, simplemente puse los ojos en blanco.
- Ché, ¿Vinieron a ver la película o a charlar?
- Bueno, bueno, perdoná, pelotudo.
Matías resopló, ignorando a Juan, y siguió mirando la televisión. Yo me levanté de mi asiento para irme junto a él, sabiendo que tenía un aliado ya que, al menos, me ignoraba y se fijaba en la película.
Mientras tanto, los demás se reían y hablaban como si no les escuchase, intentando que volviese a hablar, pero tampoco me gustaba tanto. Sí, estábamos bien ahora que lo sabían todo, pero aún así me costaba hablar de él como si fuese un novio más y no el padre de mi hija.
Seguimos viendo la película, al menos Matías y yo, hasta que terminó. Entonces, pedimos algo para cenar y después nos quedamos allá a hablar. Al final tenía que esperar a Mauro, así que me quedaba sentada con Emma en brazos y a veces hablaba o sólo escuchaba que decían los demás, dando mi atención solo a ella.
Hasta que, por fin, mi teléfono volvió a sonar, esta vez por la notificación de un mensaje. Cuando lo miré, sonreí.
Mauro ❤️
Estoy acá fuera.
Donde mandaste ubi.
- ¿Es él?
- ¿Quién sino?
- Bueno, callaos ya, pelotudos.- me levanté del sillón ignorando sus risas y fui a dejar a Emma en su silla.- Me voy ya.
- Que tengas linda noche.
Resoplé poniendo los ojos en blanco y todos se rieron a la vez que se levantaban para acompañarme hasta la puerta.
La abrí sin saber que Mauro estaría apoyado en el auto de algún amigo suyo, fumando mientras miraba la puerta. Sonrió al verme, aunque no tanto cuando mis amigos se asomaron para saludarle desde lejos, sabiendo que les estaba odiando.
- Bueno, ya está, sos libre.
- A divertirse.
- Pero no tanto, que no queremos otra Emma.
- O un mini Mauro.- terminó por decir Matías, haciendo reír a los demás y a mí sonreír.
- Que banda de pelotudos...
Susurré mientras me abrazaba con ellos antes de salir e ir rápida hacia él. Dejé la silla de Emma, con ella dormida dentro, para besarle despues de todo el día sin él.
- ¿Y ellos?
- ¿Qué pasa?- le miré sonriendo y él dio una calada.
- ¿Lo saben ya o...?
- Sí, sí lo saben, lo supusieron y bueno, se lo conté.
- ¿Y?
- ¿Y qué?
- Nada, nada, ¿Todo bien entonces?- preguntó, tirando el cigarro para pasado su brazo alrededor de mis hombros y acercarme a él, sonriendo.
- Todo bien, tranquilo.- asintió y está vez me besó él, sonriendonos al separarnos.
- Entonces vámonos, beba.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora