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- ¿Qué has dicho, Angélica?
Desvíe mi mirada de Juan para verles a todos. José había dejado de comer para mirarme con sorpresa mientras que Luna miraba a Miguel y este a mí, también sorprendido.
Cuando llevé mis ojos a mis viejos, fue cuando realmente tuve miedo de sus reacciones. Mi madre me miraba sorprendida y confusa mientras que mi padre se había quedado completamente serio. Lo siguiente que hizo fue bajar su mirada cuando la mía llegó a él.
- Angie.
- ¿Es joda esto?- preguntó ahora José.
- No, no lo es.- respondió por mí Santino.
- Papá... mamá...
- ¿Es de Mauro?- preguntó mi padre.
- Sí.
- ¿Lo sabe?- su mirada volvió a mí para intimidarme. Lentamente, negué con la cabeza.- La concha de la lora...ahora que todo parecía volver a estar bien va y...
Se levantó de la silla y sin más se marchó, maldiciendo en susurros. Sólo Santino, Juan y yo le seguimos con la mirada porque los demás seguían con los ojos en mí.
- Angélica, cariño...- pero de nuevo mi atención volvió a mi madre.
- Mamá...yo lo siento, de verdad, no quería y...
- Está bien, no pasa nada, vení.- se levantó y caminó hacia mí para abrazarme con fuerza, sólo así podía sentirme segura con lo que hacía.- Está bien, no pasa nada.
- Bueno, pasar, pasar.... está embarazada.
- Lo sé, Miguel, lo he oído, pero lo último que voy ha hacer es enojarme con ella por algo así. Yo voy a cuidarla porque ante todo es mi hija y como todos los problemas, que más bien esto es un reto, tienen solución.
- ¿Y qué vas ha hacer?- preguntó ahora José.
- Yo...bueno, no sé, supongo que con esto no podré estudiar así que tendré que laburar de lo que pueda y después ya...luego ya veremos.
- Pero...¿Se lo vas a decir?
- Claro que se lo va ha decir.- de repente, mi padre volvió a entrar en la sala, mirándome molesto.- Porque es de él también.
- No, no lo voy ha hacer.- ahí sí recibí las miradas de todos, también de Santino y Juan que no sabían nada de esta decisión.- No quiero decírselo.
- Angie.
- Creo que ahí te has equivocado.- dijo Santino.
- Seguramente me esté equivocando, pero yo soy la madre, yo elijo.
- Y yo voy a ser el abuelo, así que yo también tengo algo que decir acá, ¿No?
- No, papá, vos sólo podés acompañarme.
- Angélica, basta de hacerte la heroína, no podés con esto sola, no tenemos dinero suficiente todos para mantener a tu hijo. Luna tiene un laburo, estudios y a parte de su familia estamos nosotros. Vos sola no podés con esto.
- ¿Cómo sabés si aún no me has visto?
- Porque tener un hijo no es tan fácil, no es tenerlo y ya, tenés que mantenerlo a salvo siempre y sola no podés.
- No quiero decírselo, ya está.
- ¿Por qué? Dame una buena razón.
- No quiero arruinar también su carrera, bastante con que ya me voy a estropear mi futuro como para también hacer lo mismo con el suyo.
- Angie, pero eso no es así.
- No, no es así, mira a Neo y a Ysy mismamente, también tienen un hijo y no pasa nada, están bien, miralos que lejos han llegado, como Mauro.- añadió Santino a lo que dijo Miguel.
- Pero...bueno quizás ellos estén más preparados pero, ¿Realmente ven a Mauro en esto? Dale, viaja mucho y está viviendo su vida como quiere. Quizás Ysy y Neo también, pero yo no veo a Mauro haciendo de padre y acá, no me mientan, tampoco, porque sino no estarían tan preocupados. Lo único es que no confían en mí para hacer esto sola pero les aseguro que esto no es como la facultad, ya sé que no puedo dejarlo y en unos días volver, sé que tendré que estar las 24 horas ahí y sé que necesitaré plata. Yo confío en mí, quizás vosotros no, pero no importa, porque la decisión está tomada y...y si lo apoyan bien, sino ya me buscaré la vida.
- ¿Con veinte años?
- Vos me conocés bien, papá, soy tu hija y sabés que ni voy a cambiar de opinión ni me doy por vencido nunca, sino hubiera dejado la carrera nada más comenzase a suspender, pero creía que podría recuperarlo, sólo que ahora ya sé que es imposible pero no por mí, sino porque simplemente no puedo.
Todos se callaron y se miraron hasta que mis ojos fueron a mi madre, la única que me sonreía.
- Hija, yo confío en vos.- de nuevo, volvió a abrazarme.- Y sé que podrías hacerlo sola, pero no va a hacer falta, porque al menos yo estaré allá.
- Yo no dije que no estaría.- afirmó ahora José levantando la mano para que le viese. Le sonreí y al mirar a mi mejor amigo, él también lo hacía.
- Vos ya sabés que nunca te iba a dejar sola, ninguno de los dos lo íbamos a hacer pasase lo que pasase.
- Bueno, a mí se me va ha hacer complicado tener un hijo y un sobrino pero bueno, seguro que me acostumbro.- miré a mi hermano mayor y este me sonrió. Después, todos miramos a mi viejo.
- Sabés que no se puede volver atrás, ¿No? Todo lo que se haga ahora se hará y ya.
- Lo sé, pa, pero ¿Quién te dijo que quiero volver a atrás?
Miró al suelo, resopló con las manos en su cadera y comenzó a andar lentamente hacia mí hasta quedar en frente. Entonces, levantó su mirada para fijarla en mis ojos, como si buscase en ellos algo de cobardía que le hiciese negarse a lo que decía. Pero, finalmente, sonrió y chasqueó su lengua, abrazándome.
- Sólo espero que tenga más tus genes que los de su padre.
- Papá.
- ¿Qué? Soy muy selectivo.
Puse los ojos en blanco mientras mis hermanos reían y él me sonreía. Al menos ahora sabía que no estaba realmente sola, que podía con esto sí estaban ellos.
Ahora realmente me había hecho a la idea de lo que iba a pasar en unos meses y aunque aún tuviese algo de miedo, escuchar que todos estaban conmigo me había hecho creer que saldría bien. Qué quizás era así como descubriría la felicidad.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora