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- Mañana podemos ir al parque de atracciones.
- Igual.
- Pero tenemos que dejar a Emma con tus viejos.- resoplé y él miró al televisor.- Ya, la verdad es que no es un buen plan.
- No.
- Bueno, vamos los tres a dar una vuelta al centro comercial y después tomamos algo, dejamos si querés a Emma para la cena con tus viejos y volvemos cuando ya hayamos cenado juntos por ahí, ¿Qué te parece?
- Sí, está bien.
- También podríamos...
En realidad, no le estaba escuchando. Estábamos los dos en el sofá, era domingo y estábamos pensando que podríamos hacer el próximo fin de semana.
Pero, yo comencé a evadirme de la conversación cuando, tumbada en el sofá con mis piernas en su regazo, saqué el celular y le busqué. Desde aquellos encuentros, su mirada estaba más presente que nunca y cada vez que miraba a Emma encontraba un nuevo parecido, algo más que me decía quién era su padre una y otra vez.
Así que ahora me encontraba mirando su perfil de Instagram, sus nuevos y pocas fotos porque por lo que se ve o archivó o borró las anteriores. Él solía hacerlo, aunque pensé que ya lo habéis dejado de hacer en algún momento. Yo odiaba que las quitase.
Realmente se le veía feliz en las fotos, sonriendo, fumando o simplemente haciéndose una foto sin más.
- ¿Vos qué pensás?
- ¿Eh?
- ¿No me estás escuchando?- me miró y yo sonreí nerviosa.- Angie.
- Perdón, perdón, me perdí en el celular, ¿Era algo importante?- pregunté dejando el teléfono en la mesa, antes quitándome de su perfil.
- No, nada, no era nada, pero al menos decime que oíste lo que te dije de ir a cenar.
- Sí, eso sí, lo demás no.
- Está bien, voy a fumar.
Solía avisarme porque se levantaba del sofá y se iba encendiéndose el cigarro hacia alguna ventana del departamento, alejando el humo de mí y de Emma.
Ella estaba dormida en su cuna, que la habiamos traído al salón para estar los tres juntos, aunque ella no se enterase de nada y sólo se preocupase por tener algún juguete a mano que poder tirar lejos para luego dárselo yo. A veces parecía su perro más que su madre de tanto que tenía que devolverle el juguete que tiraba.
De repente, mi teléfono comenzó a vibrar por algunos mensajes. Como Lautaro estaba distraído, sabía que no se iba a enterar y por tanto enfadar por ver de nuevo el teléfono después de haberle estado ignorando.
Juan.
Venite a casa.
Están los pibes por acá.
Sólo pibes ché.
Quieren ir a jugar a baloncesto, si querés nos vemos en la cancha de siempre.
- Lautaro.
- ¿Ajá?
- Juan dice que está en la cancha de baloncesto, ¿Querés venir? Así paseamos un rato a Emma.
- No...creo que me iré a casa ya, igual mi familia se presenta y no estoy.- dijo mirando la hora en su celular.- Pero vos andá, si necesitás algo decime o auto o lo que sea.
Sonreí levemente y dejé el teléfono de nuevo en la mesa para ir hacia él. Cuando llegué a estar en frente, justo se había quitado el cigarro y llevó sus ojos desde lo que había a lo lejos a mí echando lentamente el humo.
Le sonreí de nuevo con la misma tranquilidad y dulzura de antes mientras que él sólo dejaba su mirada en mí sin expresión. Le alejé un poco más el cigarro y entonces pude besarle, saboreando el tabaco que ya no me apetecía tanto probar.
Nos separamos lentamente, sonreímos y él apagó el cigarro mientras que yo iba a mí habitación a buscar las cosas de Emma mientras que él la llevaba a su carro para salir los tres.
Cuando estábamos todos juntos y listos, salimos de mi departamento con él llevando su carro y yo cerrando la puerta detrás.
Salimos a la calle unos segundos más tarde y comenzamos a andar mientras hablábamos hasta que nuestros caminos se separaron.
Me despedí de él con un beso más largo que el anterior en mi casa y seguí caminando hacia la casa de Juan, llevando a veces mis ojos a Emma, que ahora estaba despierta y era peligro de tirar algún juguete a la calle y luego llorar porque ya no lo tiene más. Tan complicada como sus padres, más su madre.
Llegué por fin, llamé y me abrió Matías. Le saludé a él, aunque como siempre la atención iba hacia Emma, y por fin pasé, saludando a los demás.
- Pensé que íbamos a quedar en la cancha.
- Bueno, al final salimos un poco antes y daba tiempo.
- Pues... vámonos.
Juan me sonrió, acercándose para abrazarme y besarme la frente antes de salir todos ahora de su departamento.
Yo me quedé hablando con Nicolás detrás de Juan y Matías, que lideraban el grupo discutiendo sobre quién era mejor en tiros libres.
Cuando llegamos a la cancha, mientras que Nicolás y yo seguíamos hablando tranquilos y mirando el lugar donde menos sombra había, ellos dos ya estaban botando la pelota para comenzar a jugar y probar quién de los dos tenía razón en el debate.
- ¿Y Mauro?
- ¿Eh?- miré a Nicolás confundida, desviando mis ojos de Juan y Matías. Él sonrió como respuesta.
- No escuchaste mal.
- Pero no sé a qué te refieres.
- Sabemos que lo has visto alguna vez, Santino nos contó que fue al bar dónde laburas sin saberlo.
- Ya...igual bien, no pasó nada grave.
- Y con eso te referís a...
- A Emma, sigue siendo igual de anónima que siempre.
- ¿Hasta cuando?
- ¿El qué?
- Bueno, quiero decir...ahora es fácil, sólo es un bebé pero cuando sea una nena y demás... hará preguntas y además es más difícil de ocultar.
- Para eso queda mucho.
- Pero hay que pensar en eso, sino todo habrá servido de nada.
- Nicolás, ¿Querés decirme algo?
- No sé quizás... tenés tiempo todavía de decírselo.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora