78.

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De repente, un llamada a mi teléfono me despertó. Abrí mis ojos confundida y alarmada al escuchar el tono de llamada. Me giré rápido para ver qué Mauro no de había despertado y tampoco Emma, agarrando rápido el celular para aceptar la llamada antes de que sí se despertaran.
- ¿Sí?
- Angélica.
- Mamá.- sólo dos personas me decían Angélica y una de ellas estaba enfadada conmigo.
- Cariño, ¿Estabas dormida?
- Un poco.
- Perdón, no quería llamarte con tu padre por acá por si decía algo.
- Ya...¿Pasa algo?
- Nada, nada, ¿Por qué no venís hoy a casa?
- ¿Hoy? Tengo que laburar y termino tarde, ya lo sabés.
- Sí, sí, lo sé, por eso. Tú padre va a estar cenando con unos amigos así que... podés venir a hacerme compañía.
- Ya...
- Angélica, cariño, así podemos hablar mejor que el otro día, ¿No crees?
- ¿Hablar o discutir?
- Hablar, nena, hablar.
- Bueno, no sé, recién me acabo de despertar, no sé ni en qué año vivo.
- Vos pensalo y me decís, ¿Vale?
- Está bien, lo pensaré.
- Chao, nena, seguí durmiendo.
- Chao, ma.
Terminé la llamada y suspiré, dejando caer mi cabeza de nuevo en la almohada y cerrando los ojos a la vez que dejaba mi teléfono en la mesa de luz.
- ¿Era tu madre?- oí a alguien susurrar a mi lado, con voz ronca. Le había despertado.
- Sí, sí, no es nada, seguí durmiendo.
Resopló y yo volví a abrir los ojos para ver su silueta, ya que comenzaban a colarse pequeños rayos de luz por la ventana y la puerta.
Me di la vuelta para quedar de lado y le abracé por la espalda, apoyando mi cara en él para dormirme mejor así.
Me volví a despertar un tiempo después, yendo a desayunar sin ninguno de los dos haciéndome compañía. Hasta que oí a Emma moverse en la cuna.
La tuve en mis brazos mientras desayunaba y luego la cambié de ropa, quitándole el pijama para luego dejarla en el sofá con sus juguetes. Miré la hora y suspiré, yendo a despertar a Mauro cómo casi siempre.
No solía desayunar acá, así que sólo se vestía y nos íbamos los tres, despidiendonos en la calle.
Llevé a Emma como siempre a la casa de Juan, que recién había llegado del boliche pero por suerte, parecía que Emma se apiada de él y no suele llorar cuando la dejo a su cuidado.
- Te la llevo esta noche, como siempre.
- Juan.
- ¿Te puedo pedir un favor?
- Según.- sonrió y yo fruncí el celo, haciéndole reír levemente.- Sí, dale, contame.
- Nada, es que el día libre que tenía...
- Querés que me quede con Emma, ¿No?
- ¿Podés?
- Poder puedo, ¿Por qué?
- Nada, para ir de fiesta, ya sabes.
- Ya, ya sé.- sonrió y yo también.- Bueno, está bien, me quedaré con ella.
- Gracias, gracias.
- Sí, sí, andá que vas a llegar tarde para abrir el bar, pelotuda.
- Chao, te quiero.
- Y yo a vos.
- No era a vos, era a Emma.
Frunció el ceño y reí antes de darle a los dos un beso en la mejilla e irme para llegar a tiempo.
Abrí el bar y preparé todo para comenzar a trabajar. Después de él día duro y largo, acepté ir a la casa de mis padres y avisé a Juan que esta vez me la dejase en el bar porque tenía que ir a casa de mi madre y eso hizo.
No pudo llevarle en su auto porque hoy andaba más apurado y la casa de mi padres estaba lejos del boliche donde laburaba, así que me dejó a Emma y sus cosas y me fui en taxi.
Ya allá, llamé a la puerta nerviosa, sin saber que me iba a encontrar. Pero, ella abrió la puerta con una sonrisa.
- Al fin llegan, como la eché de menos.
- ¿Y a mí?- pregunté entrando a la casa mientras mi madre tenía a Emma en sus brazos.
- A vos también, tonta.
Sonreí y cerré la puerta a mis espaldas para ir al salón. Dejé las cosas en el sofá y me senté en la mesa, donde ya estaba servida la cena.
- ¿Quién la cuida ahora?
- ¿Mientras yo estoy laburando? Juan.
- ¿No la molesta para dormir?
- Dice que no, así que...
- ¿Qué tal has estado? ¿Todo bien?
- Sí, sí, todo bien, todos estamos bien.
- ¿Todos quiere decir...?
- Emma, Mauro y yo, sí.
- Ya...
- ¿Cómo están los demás?
- ¿No te hablan?- negué con la cabeza y suspiró.- Tenés que darles tiempo son...bueno, no les gusta mucho la idea.
- A vos tampoco te gusta y lo respetas.
- Como José.
- Bueno, pero José nunca te habla, así que no me preocupa eso.
- Pero hija, ¿Vos estás segura de esto?
- ¿De estar con él? Sí, estoy segura.
- ¿Después de todo?
- Sí, pasó mucho, pero los dos estamos mejor y no sé, no soy capaz de olvidarlo, ni siquiera me importan ya los momentos malos que pasamos.
- ¿Y él?
- ¿Él qué?
- ¿Sigue igual con la música? Porque eso lo odiabas.
- No es que lo odiase, me gustaba que hiciese todo lo que hace porque bueno, lo conozco desde chico.
- Pero...
- Me costaba no saber cuál era mi lugar.
- ¿Y ahora?
- Ahora...bueno, lo llevamos de otra manera, no me habla mucho de eso.
- Y así no hay problema, ya.
- Mamá, ya sé que hicieron mucho por mí. Primero, tuvieron que aceptar que no se lo contase y después, me hicieron la vida más fácil planeando mi viaje a España y mi estancia allá hasta que naciese Emma. Pero, es imposible, lo he intentado y aunque sé que quizás Lautaro era la opción estable, no era la mejor para mí.
- Como no va a ser lo mejor para vos...si era un buen pibe, te cuidaba mucho, a vos y a Emma
- Ya, mamá, me cuidaba, pero yo no le quería y no podía quedarme con alguien porque sólo nos cuidaba bien a mí y a Emma. Sé que tengo que buscar lo mejor para ella, pero al final, su padre es Mauro.
- Pero no lo sabe.
- Pronto lo hará, no tiene mucho sentido que las mentiras caigan pero la suya siga.
- Entonces...¿Se lo dirás?
- Se lo diré y me odiará.
- Angélica, igual no.
- Mamá, le he mentido todo este tiempo. Ya he aceptado que me dejará y entonces seré yo la que tendrá que intentar volver a estar juntos.
- ¿Y Emma?
- Sé que se hará cargo, no porque ahora la conozca, sino porque ahora no estoy tan enojada y molesta como cuando me enteré que estaba embarazada.
- ¿A qué te referís?
- A que...bueno, no pensé bien aquella decisión.- al decir aquello, sonrió. Ella siempre me decía que lo pensase mejor, pero al final no parecía hacerle efecto.- Lo pensé todo con todos esos recuerdos malos así que normal que no quisiese que lo supiese.
- Y ahora te das cuenta de que Mauro nunca lo hubiera ignorado y se hubiese hecho cargo de Emma y de vos.
- Sí...
- Está bien, al menos te diste cuenta.
- Tarde.
- Pero lo hiciste, Angélica y por mucho que tus hermanos y tu padre se molesten contigo, volverán. Sos su hermana y su hija, además de la madre de su sobrina y su nieta, así que volverán a hablarte y volveremos a estar bien.
- Ya...pero se hace duro no hablar con ellos.
- Más con Santino eh.- sonreí levemente y ella suspiró.- Bueno, ya lo haréis.
- Ya...
- Y por Mauro, bueno, sí, te odiará al principio pero después, si le hacés pensar quizás consiga entender por qué lo hiciste.
- Pero no volveremos a estar juntos.
- Eso ya no lo sé... sólo vosotros podréis decidir eso.
Suspiré y ella me agarró de la mano, acariciándola para reconfortarme antes de que siguiesemos hablando de otra cosa mientras cenábamos.
Cuando terminamos, me despedí de ella y volví a casa, donde Mauro me esperaba fumando como si nada y apoyado en un auto cualquiera.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora