13.

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Desperté y la habitación estaba a oscuras. Me estiré en la cama para ver la hora del teléfono, viendo que aún era temprano.
Suspiré y después me fijé en la fecha antes de volverlo a dejar en la mesa de luz. Recién hoy se cumplía una semana desde que Emma nació.
Entonces, mis ojos se fueron a ella, sonriendo al notar su figura en la cuna en la oscuridad, tan sólo viéndola un segundo por la luz del teléfono antes de que se bloquease.
Encendí la luz de la lámpara que tenía en la mesa de luz y fui despacio hacia ella para asomarme a verla mejor. Desde que nació no pensaba en otra cosa que no fuese ver la cara de mis viejos con ella delante, así que cuando pude pregunté a la ginecóloga que me atendía sobre cuándo podría volver a Argentina.
Me respondió que lo mejor era esperar un mes en este tipo de viaje, pero siempre podía irme a partir de la primera semana, si lo hacía antes sí podría crear algún problema. Entonces, la pregunta que tenía era si era mejor esperar o llevarla a partir de esta semana, al fin y al cabo entre que preparábamos las cosas, comprábamos los billetes y me aseguraba que en Argentina ya estaba todo listo, se haría una semana y media desde su nacimiento.
Suspiré una vez más y fui a apagar la luz para tumbarme en la cama de nuevo, mirando el techo con la mano debajo de mi nuca, pensando.
Quería ir ya, comenzar de nuevo mi vida pero esta vez con ella a mí lado. Quería volver a ver a mis amigos, reír con ellos y después ir a una cena con toda mi familia. Hasta extrañaba aquellas comidas y cenas con ellos.
Pero no estaba segura si la ponía en un peligro y si era mejor esperar, aunque la ginecóloga me dijese que el problema real estaba si iba antes de la primera semana. Como siempre, mi cabeza acababa llena de dudas hasta que me dormía.
Entonces no fui yo misma la que se despertó de nuevo, ni la luz ni Manuel, sino ella, la nueva persona con la que tenía que contar para todo.
Volví a encender la luz para arrastrarme cansada por la cama hasta acabar de pie, yendo hacia su cuna, la que me dejaron mis tíos para no comprar una por estar unos días acá.
Sonreí levemente a la vez que la agarraba en brazos y la llevaba a mi pecho, dejándola tranquila allá, sin oír su llanto. Me senté en la cama, apoyando mi espalda a la pared para mirarla con sus ojos cerrados.
No podía borrar mi sonrisa si la miraba a ella y eso que a mí antes los bebés no me inportaban tanto. Pero ahora, que era mi hija nada más ni nada menos quién tenía en mis brazos, todo era distinto.
El futuro de antes es pasado y ahora todo tiene su nombre al lado. Quería laburar en cuanto llegase a Argentina para conseguir la suficiente plata para que tuviese una infancia tranquila. Alejarla de todos los peligros y evitar que cometiese los mismos errores que su madre, que son muchos y seguro que no he acabado aún de fallar.
- ¿Angie?- oí la voz de Manuel al otro lado de la puerta y después se asomó a la habitación, sonriendo al verme con Emma.- La oí llorar y al segundo callarse y me asusté.
- ¿Qué te pensaste?
- No sé, estoy recién despierto.- sonrió y se sentó en la cama sin dejar de verla.- Fuera bromas, enamora a cualquiera.
- Ya lo veo.
- También se la puede odiar, sobre todo si llora, pero después, cuando está dormida o simplemente en tu pecho, cualquiera se podría enamorar.- sonrió y bajó su mirada sin que yo desviase mis ojos de él.- Si el duko la conociera...- susurró, pero le escuché.
- Entonces tendría algo más de qué preocuparse, cuando puedo hacerme cargo sola.- levantó su mirada y sonrió.
- ¿Puedo hacer una pregunta?
- Probá.
- ¿Le extrañas aún o está olvidado?
- Nunca se olvida al que una vez se quiso pero... quizás es que teniendo a Emma realmente me vuelvo a sentir llena, como cuando estaba con él.
- Será que lo tiene en la sangre.
- ¿El qué?
- Hacerte feliz.- sonrió y yo hice lo mismo, llevando mis ojos a ella.- Y dudar.
- ¿Dudar?
- Te vi ayer, se te notaba que pasaba algo y como Emma está bien... será que tú cabeza vuelve a ser tu peor enemiga.
- No, no es eso... sólo que no sé cuándo volver a mi país, con mi familia y amigos.
- Ya puedes, lo dijo la gi...
- Dijo que era mejor un mes.
- Pero se podía a partir de la primera semana.
- ¿Y si le ocurre algo porque su madre es impaciente?
- Angie, dudar siendo madre es lo más normal del mundo, sobretodo cuando le puede pasar algo si escoges la opción mala, pero como buen doctor que soy te digo que no pasará nada.
- Manuel, gracias, pero tu palabra no sirve de nada acá eh.
- No es mi palabra, es la de la ginecóloga y demás.
- Demás.
- ¿Te crees que eres la única que preguntó?
- ¿Vos...?
- Claro, sé lo importante que es para ti estar en Argentina. Al final esto no es tu país y aunque seamos tu familia no somos tus padres ni hermanos ni están tus amigos, así que pregunté y todos me decían lo mismo. Es mejor si te vas al mes, pero a partir de la primera semana los porcentajes de que ocurra algo malo bajan.
- Ya...
- Angie, si quieres irte, vete. Sé que me vas a extrañar y tal, pero yo también quiero verte feliz con tu gente, siendo realmente tú.
- Pelotudo...- sonrió y yo también.- Te voy a extrañar en verdad.
- Es que ser el guapo de España puede crear estos problemas.
Puse los ojos en blanco y rió, negando con la cabeza. Era realmente un pelotudo, pero mi pelotudo.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora