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- ¿Hoy qué haremos?
Preguntó mientras me sentaba en sus piernas. Sonreí y él también, comenzando a fumar el cigarro que recién se había encendido.
- No sé, ¿No tenés nada pensado?
- No, sólo estar con vos.
- Lindo domingo.
Sonrió de nuevo y me acerqué para besarle antes de que volviese a dar otra calada. Sin bajarme de sus piernas, nos quedamos viendo una película que había puesto hace unos minutos cuando Emma ya se había dormido en su cuna.
No teníamos nada que hacer. Él parecía que nadie le reclamaba para cualquier cosa y yo estaba bien, descansando del bar para mañana volver.
Así que, estábamos juntos en mi casa, como siempre. Se había quedado a dormir y al parecer no se va a ir hasta la noche, si es que no decide quedarse otra vez a dormir.
Cada vez más, mi armario comenzaba a tener alguna remera o campera suya, además de que se solía dejar cosas en mi departamento de tanto estar acá. Estábamos bien y eso era lo peor.
No temía por la relación, no me preocupaba el futuro como ocurrió la anterior vez, simplemente me afectaba pensar que todo esto se acabe cuando se entere de la verdad.
Todos sabíamos que lo haría, que pronto sabría quién es el padre de verdad y yo me tendría que enfrentar a él y a todos los demás, seguramente acabando sólo con el apoyo de mis amigos hasta que me perdonen. Aunque sabía que él no lo haría y Candela tampoco.
Era algo que entendía y asumía, por eso intentaba ignorar que le mentía cuando estaba con él, para no sufrir cada vez que tenga a Emma en brazos o me pregunte por Lautaro, molesto porque no me mandaba ningún mensaje ni me llamaba.
Así que, cuando estábamos así, intentaba imaginarme que en realidad lo sabía y se quedaba porque quería, así no me mataban las mentiras y hacían que al final le contase todo. No estaba preparada aún, pero tampoco sé si en algún momento lo estaré.
De repente, mi teléfono me sacó de mis pensamientos, desviando mi mirada del televisor a él, que estaba en la mesa.
Mauro aflojó su abrazo por mi cintura para que yo me pudiese acercar lo suficiente para llegar al celular y aceptar la llamada sin ver antes quién era.
- ¿Quién es?
- Angélica, soy yo, tu viejo.
- Ah, hola, pa, ¿Pasó algo?
- No, no...oye, ¿Podés venir luego?
- ¿Luego? ¿Pero por qué?
- Bueno es que..tenemos una sorpresa, una noticia, que darte.
- ¿Buena o mala?
- Buena, buena.
- Está bien, en media hora o así voy, ¿Vale?
- Me parece bien, me parece bien, ¿Cómo está la enana?
- Dormida, ahora dormida.
- Bueno, entonces nos vemos acá te luego, ¿Sí?
- Sí, chao.
- Chao, nena.
Terminó la llamada y volví a dejar el teléfono en la mesa para retomar mi atención a la película, sin saber cuál podría ser esa sorpresa.
La verdad hacia tiempo que no les veía, intentaba no estar mucho tiempo con ellos por si se atrevían a preguntarme algo.
Ignoré todos esos temas y finalmente, me fijé sólo en la televisión y en Mauro hasta que la película terminó y me levanté a por Emma y mis cosas.
- ¿Y yo qué hago?
- Podés quedarte y esperar o irte y luego venir.
- Está bien...me iré, pero volveré.
- No lo dudo.
Sonrió y se acercó a besarme antes de volver a sentarse en el sofá y dejarme guardar por fin todas mis cosas en mi bolso y las de Emma en otro.
Ya listas, salimos los tres del departamento para caminar juntos un tiempo antes de despedirnos con un beso y un abrazo, yendo ahora hacia la casa de mis padres.
Un tiempo después, llamé a la puerta, ya allá, y esperé a que alguien me abriese para ver cuál era esa sorpresa que tenían para mí.
- Angélica, cariño.
- Hola, ma.
- Dale, vení.
Me sonrió y aunque noté que estaba nerviosa, la seguí hasta el salón. De repente, me encontré a todos allá, hasta Thiago en su silla.
Mi padre estaba sentado en el sillón, Miguel en el otro, mientras que José, Luna y Santino estaban en el sofá. Aparte de eso, había otras dos sillas para mí y para mí madre.
Cuando entré, Santino se levantó para mirarme, lo que confundió aún más a Miguel por lo que noté en su mirada. Confundida, entré despacio, detrás de mi madre.
- ¿Y esto?
- Es hora de que les digas que pasa.
- ¿No te parece que eso tengo que decidirlo yo?
- No sé, igual decides algo y luego cambias.
Mi mirada estaba fija en Santino al igual que la suya en la mía. Hablaba tranquilo, pero podía notarle molesto y enojado conmigo.
- Angie, dinos que pasa, dale, no puede ser nada malo.
- Vamos, Angie, haz lo que te dicen.- Santino sonrió, añadiendo eso después de Miguel. Resoplé y sabía que era mi final.
- Angélica, sea lo que sea, estamos acá.
- Ya...
- Dale, contamos, hija.
Mi padre sonrió sin saber que realmente, lo que le iba a decir le iba a hacer odiarme por unos minutos o incluso días. Suspiré y dejé el carro con Emma dentro a un lado para acercarme a ellos y hablarles.
- Me veo con Candela.
- ¿Qué?- ahí, comenzaron a estar confundidos.
- Ella y Mauro saben de Emma.
- Espera, espera...¿Has dicho Mauro?- preguntó confundido Miguel.
- ¿Cómo lo sabe él?- el tono dulce de mi padre desapareció.
- Porque bueno...se creen que Lautaro fue mi amante y ahora es su padre.
- ¿Qué?
- Empezamos bien...- añadió José.
- Esperate que hay más.- sonrió victorioso Santino, molestándome.
- Pero...bueno... Lautaro y yo ya no estamos juntos.
- ¿Cómo que no?
- No, me dejó diciendo que no había podido olvidar a Mauro, que no era bueno para ninguno de los dos.
- Oh por Dios...
- Este pibe...este pibe...- mi padre apretó el puño, hablando entre dientes.- ¿Hay algo más?
- Sí...
- ¿El qué?
- Aún piensan que Lautaro es su padre, sólo que...
- ¿Qué?
- A ver es que es difícil de decir...
- Dale, Angie, decilo ya.
- Estoy saliendo con Mauro.
Y todos parecían haberse pagado en ese instante, menos Santino, que sonreía con los brazos cruzados.
Mi madre hasta ahora había estado escuchando en silencio, cabizbaja, pero ahora levantó su mirada y fue directa hacia mi con sorpresa. Mi padre, en cambio, quedó paralizado en su sillón sin dejar de apretar los puños.
Luna parecía sorprendida, al igual que José, pero no muy afectados. En cambio, Miguel nada más oírlo apretó su mandíbula y miró al suelo pensativo, quizás aguantando sus ganas de gritarme a los pocos segundos de hablar.
- Pero Angie...¿Qué has hecho?- preguntó mi madre.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora