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Estaba cerca de mi casa, habiendo hecho a pie todo el trayecto desde el bar hasta ella.
Había vuelto a trabajar porque era lo mejor para no pensar en lo que había pasado, ya que todos los días que había estado en casa con Emma y Juan o algún amigo sólo pensaba en él.
Aún no había llamado, ni siquiera me había mandado un mensaje él o alguno de sus conocidos si es que no quería hablarme, que era lo más normal.
Todo lo que ocurrió no me dolía tanto como el primer día, pero me dolía no saber de él. No sabía cómo estaba, que pensaba de todo o qué estaba haciendo ahora y eso me molestaba porque no sabía que me podría esperar en el futuro.
Suspiré y abrí la puerta del portal, entrando en el edificio para subir las escaleras hasta mi departamento. Al abrir la puerta me encontré a Juan dormido en el sofá con su mano agarrada a la cuna de Emma con ella dentro.
Sonreí y me acerqué lentamente para poder darle un beso en la mejilla a mí hija antes de ir a la cocina a ver qué había sobrado de cena. Cuando tenía todo, volví al salón para dejar la comida en la mesa e intentar despertar a mí mejor amigo.
Asustado por no esperarse que alguien le moviese, abrió los ojos en un segundo y se movió sobresaltado, relajándose al ver que era yo.
- ¿Ya terminaste de laburar?
- Hace un cuarto de hora más o menos.
- ¿Tanto tardaste?
- Vine andando.- me miró confundido y se sentó, dejando de estar tumbado para que yo también me pudiese sentar en el sofá a cenar.
- ¿No viniste en taxi ni nada? Me podrías haber llamado e iba a por vos.
- No, no, era mucho ya, bastante que te has quedado con Emma.
- Ya...¿Qué hora es?
- Casi las doce, hoy cerré temprano.
- Uh, me tengo que ir ya o llego tarde.
- Está bien, ya estoy yo acá así que vete tranquilo.
- Está bien...
Se levantó resoplando y fue hacia mi habitación para agarrar sus cosas además de cambiarse de remera, preparándose para ir a trabajar.
- ¿Vos estás bien?
- Sí, estoy bien, vete ya, dale.
- Vale, vale, chao.
- Chao.
Se despidió de mí y de Emma y se fue, dejándome a solas con ella, que parecía no querer dormirse por ahora.
La saqué de su cuna para dejarla en el sofá e ir a mi habitación a dejar la cuna allá, interrumpiendo mi cena para luego llevarla de vuelta a su cuna a ver si se dormía así.
Cuando Juan estaba en casa y en el salón, prefería llevarse la cuna con él para así tener mejor a Emma y preocuparse un poco menos. Pero yo lo prefería así, ya que luego se dormía y no podías devolver la cuna a mí habitación.
Suspiré y seguí cenando en silencio. Después, encendí un poco el televisor y me fui a lavar las cosas y arreglar un poco la cocina antes de volver al sofá para esta vez ser yo la que se tumba en él. En ese momento, me sonó el teléfono y por un momento pensé que era él.
- ¿Sí? ¿Quién es?
- Angélica, soy yo.
- Ah, hola ma.
- ¿Podés hablar ahora?
- Sí, sí, decime.
- Nada cariño es que... José me lo contó.
- Ya...
- Sólo a mí sí te sirve, dijo que no quería contarles nada a los demás porque ya que no estaban bien con vos pues...
- Ya, bueno, no importa, ¿Pasa algo?
- No, nada, es sólo que mañana vamos a quedar para cenar todos y si querés venir podés eh.
- Ahora que Mauro y yo no estamos juntos, ¿No?
- No, Angélica, no es eso.
- ¿Entonces?
- Para que todo vuelva a la normalidad, primero tenés que arreglarte con tu familia, ¿No? Además, así podremos volver a ayudarte con Emma y hacerte más fácil la vida a cómo estás ahora, ¿Está todo bien? ¿Cómo está la nena?
- Emma está bien.
- Bueno, solo te pido que lo pienses, ¿Sí? Estoy segura que si comenzás a reconducir tu vida y todo lo que te rodea volverás con Mauro cómo quieres.
- ¿Y vos? ¿Querés eso?
- Yo quiero que vos seas feliz y que mi nieta esté bien y si es así... así será.
- Gracias, ma.- de repente sonó la puerta.- Bueno, tengo que dejarte, parece que tengo visita.
- Está bien, mañana decime si vas a venir.
- Sí, ma, chao.
- Chao, os quiero.
- Chao, chao.
Terminé la llamada y miré confundida la puerta. Me levanté y fui a ver si Emma dormía para después ir a ver quién llamaba a la puerta.
Toda la tranquilidad se fue cuando supe que quien estaba detrás de la puerta era Candela, que seguramente venía para acabar con nuestra relación como hizo su hermano y lo que me hundiría un poco más. Pero tenía que enfrentarme a esto.
Suspiré y cerré la puerta de mi habitación antes de volver a la entrada y abrir la puerta, encontrándome con su mirada molesta nada más verla.
- Hola.
- ¿Sólo se te ocurre decir eso?
- Es lo único que me vas a dejar decir así que...
- ¿Por qué no lo contaste? ¿Por qué tenés que decirlo ahora?
- Cande, yo...
- Nos ocultaste todo este tiempo que Emma era la hija de Mauro, mi sobrina. Nos veías todos los días y nos mentías en la cara, Angie.
- ¿Por qué no entras y te lo explico mejor?
- ¿Qué me querés explicar? Tengo bien claro que pasó acá, Angie. Sos egoísta, sólo pensaste en vos y si no llega a ser por tu ex todavía seguimos engañados sin saber que esa nena es nuestra familia también, Angie, nos has tenido engañados meses.
- Cande, por favor...
- Por favor nada, Angie, todo este tiempo nos has hecho pensar que Lautaro era su padre, incluso podrías haber dicho que no lo era cuando pregunté si era hija de Mauro, pero vos decidiste seguir mintiendo.
- Candela.
- Sos egoísta y mentirosa y...no sé ni como pudiste ser mi amiga ni la novia de mi hermano.
- Por favor...
- No tengo nada que hablar con vos, no quiero volver a saber nada más de vos. Ni yo ni mi familia.
- Déjame explicártelo.
- ¡Qué no quiero oír más mentiras, Angie, no más! ¡Estoy harta de tus historias, de tus mentiras que no hacen más que crear una vida de mentira! ¡Tu vida es una mentira!- mis ojos estaban fijos en los suyos, aguantando las lágrimas mientras recibía todas sus miradas de odio.- No quiero saber nada de vos, ¿Está bien? Sólo serás la madre de mi sobrina y ya y sobre eso...no te preocupes, que mi hermano es mejor persona que vos y si al menos le hubieses preguntado cuando lo supistes sabrías que no dejaría nunca a un niño o niña sin su padre, así que se hará cargo, pero por lo demás, no queremos saber nada de vos, ¿Oíste? Ya has hecho suficiente daño para esta familia.
Y como hizo Mauro aquella noche, me dedicó una última mirada y se marchó dejándome tan destrozada como él. Parecía que eran especialistas en decirme la verdad con solo una mirada y en hacerme descender a los peores infiernos.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora