29.

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- Y llámame si pasa algo.
- Angie, cariño, ya sé lo que tengo que hacer.
- No es la primera vez que te vas.
- Bueno, pero siempre me gusta recordarlo.
- ¿No llega tarde Lautaro?- preguntó Santino desde la entrada, esperando.
- No sé, me dijo que vendría pero no cuando.
- Tal para cual.
Puse los ojos en blanco, sonriendo por lo que había dicho. Habíamos quedado en ir hoy después de que saliese del laburo a un boliche a divertirnos y esta vez Lautaro venía con nosotros ya que quería ver cómo era una noche de fiesta con nosotros y por supuesto, no pude decir que no.
Al fin, sonó la puerta y al segundo Santino abrió, mirando mal a Lautaro por tardar.
- Perdón, los pibes me habían dicho por el camino que también iban al mismo boliche así que tardé un poco más y...
- No pasa nada, mejor nos vamos antes de que Angie se niegue a dejar a Emma.
- Que gracioso, chao.
- Chao, hijos, divertios y Lautaro cuidá de Angie.- se despidieron también mis padres mientras salíamos.
- No necesito seguridad.
- Lo haré.
Dijo a la vez cuando ya había salido de casa. Le miré con los ojos entrecerrados y él sonrió antes de besarme e ir juntos de la mano hacia su auto detrás de Santino.
Subimos y comenzó a manejar mientras Santino se estiraba desde los asientos de atrás para poner la radio y escuchar música a todo volumen. Esta vez no me quejaba porque al menos no ponía rock en una noche de joda.
Unos minutos más tarde, llegamos por fin al boliche donde habíamos quedado y llegábamos tarde.
Bajamos del auto y caminos los tres juntos hacia la entrada, yo con el brazo de Lautaro alrededor de mis hombros.
Entramos cuando por fin nos dejaron y fuimos directos a la barra con Santino llamando a alguno de mis amigos para ver dónde estaban.
Mientras, yo pedía las bebidas para los tres según lo que me habían dicho y Lautaro iba directamente a buscar a sus amigos, volviendo segundos más tarde con ellos detrás. Les saludé a todos y esperé a que viniesen los míos hablando con ellos para hacer tiempo.
Ya los había conocido ya que, como dijo Lautaro, en esta semana se los llevó al bar para que los conociese y estuve un tiempo hablando y conocindolos hasta que se terminaron las birras y se fueron, aunque Lautaro se quiso quedar más tiempo ya que podía excusarse, al fin y al cabo ahora éramos pareja.
Era raro, al principio lo fue, pero tardé un día en sentir que realmente estaba en otra relación y ya comenzaba a tener la ilusión y esperanza de que esta vez fuese el correcto o al menos, como decían mis amigos, me durase más de un año.
Cuando por fin llegaron los demás, los saludé abrazandoles y les presenté a los amigos de Lautaro, quedándonos un tiempo más en la barra bebiendo y conociéndonos todos.
Una vez terminé mi copa, Lautaro me agarró de la mano y me llevó a la pista a beber de su vaso mientras bailábamos juntos, ignorando a los demás y esta vez, no como la noche que nos conocíamos, podíamos deshacer la tensión con besos que sí que eran correspondidos.
Más tarde, su vaso acabó por vaciarse y juntos fuimos a la barra mientras reíamos y él me abrazaba por la cintura. Pedí para los dos y cuando tuve otra vez mi vaso lleno me fui con Claudia y Diana para esta vez bailar con mis amigas hasta que los demás se nos unieran.
Mientras bailábamos, reíamos cuando alguna hacia algún paso torpe. Luego, llegaron Nicolás y Santino a bailar junto a algunos de los amigos de Lautaro y Diana se fue a fumar fuera con otros del grupo de él.
Perdí de vista por un tiempo a Juan, Matías y Lautaro, pero tampoco me preocupaba porque sabía que Juan siempre daba una vuelta para ver si conocía a alguien o si quería conocer a alguien y nunca lo hacía solo, así que seguro que se fueron juntos.
A veces, cuando me cansaba y relajaba mis movimientos, miraba mi teléfono para ver si tenía alguna llamada que no había visto aunque fuese raro de mí si eran mis viejos, que era lo que buscaba cada vez que miraba la pantalla. Pero, por suerte, no parecía ocurrir nada porque no habían llamado y yo podía seguir bailando.
Fui un par de veces con Claudia a rellenar nuestros vasos y seguir bailando con ellos hasta que ya sentía que me mareaba y preferí relajarme.
Entonces, mientras bailaba con los ojos cerrados, sintiendo la música retumbar mis tímpanos, sentí unas manos en mi cintura que me sobresaltaron y me hicieron sonreír cuando supe quién era, bailando con él con nuestros cuerpos pegados y sin sus manos fura de mi cuerpo.
Santino se había ido, Diana aún no había vuelto, pero Juan, Matías y Lautaro sí, haciendo que mi teoría fuese cierta.
Dejé de bailar con Lautaro para dejarle ir a por la bebida con sus amigos para ir con Juan y hacer boludeces juntos, acabando por tener ataques de risa más que grandes pasos de baile.
Cuando nos cansamos y Claudia quería ir a tomar aire, avisé de lejos a Lautaro y me fui con ella y Matías fuera. De lejos, mientras descansabamos apoyados en la fachada del boliche, vimos a Diana hablar con un pibe, sonriendo los tres porque ya sabíamos cómo terminaría esta noche al menos para ella.
Mientras, Claudia fumaba un cigarro que ya estaba medio apagado y yo hablaba con Matías de cosas sin sentido, ya que poco se podía decir aún con la música en tus oídos.
Al terminar Claudia su cigarro, volvimos a entrar y fui a la barra a buscarle. Pero uno de sus amigos que se había quedado allá me dijo que se había ido con un par a dar una vuelta otra vez. Así que, me pedí otra bebida más y seguí bailando y riendo con mis amigos o al menos los que estaban allá.
- ¿Y Diana?- preguntó Santino.
- Fuera, con un pibe.- le dije gritando y cerca de su oído para que me puede por encima de la música. Me miró confundido y luego asintió, sin dejar de bailar.
Sonreí mirándole porque aunque no lo quisiese hacer notar, se veía que estaba algo celoso por eso. Por mucho que lo negase, no la había olvidado del todo porque al final supongo que sí llegó a estar enamorado de ella, pero no tanto como para aceptar algunas cosas. Supongo que no podía ser una relación así.
Seguí bailando y tomando hasta que Claudia me agarró de la mano y me llevó a la barra sin decirme nada.
- ¿Qué pasa?
- Altas ganas de ir al baño, ¿Me acompañas?
- Bueno, dale.
- Igual acabó de ver un pibe re fachero por ahí, voy a ver si pasa algo y vuelvo en nada.
- Yo sigo bailando, vos hacé lo que quieras.
Sonrió y fuimos juntas unos pasos hasta alejarse del grupo e irse a dónde decía.
Seguí bailando con Santino y los demás hasta cansarme e ir con mi hermano a la barra ha hablar.
- Ché, me voy.
- ¿A dónde?- preguntó Santino confundido, mirando a Diana que acababa de llegar sonriendo.
- A casa.
- ¿Y la fiesta?
- Tranquilo, ella la sigue allá.- me miró y sonrió mientras que él puso los ojos en blanco.
Nos despedimos y se marchó, dejándome de nuevo a solas con él hablando. Juan, más tarde, también vino para avisar que también se iba con una mina a su departamento, así que nos volvimos a despedir de uno más y al final mi grupo de amigos, mi hermano y yo quedamos en la barra relajandonos.
- ¿Y Claudia?
- Se fue con un pibe, yo hace banda que no sé ni de ella ni de Lautaro.
- Bueno, Lautaro seguro que está con sus amigos, ¿Viste no está ninguno de ellos?
- Igual.
- Llamala, yo tampoco la veo y eso que he dado una vuelta por el boliche.
Asentí y saqué mi teléfono del bolso pequeño que llevaba, buscando su contacto para llamarla. Pero, no parecía que ella se diese cuenta.
- Dale, vamos a buscarla, el boliche está por cerrar pronto y hay que irnos juntos al after ché.
- Yo voy por la izquierda.
- Derecha.- dije yo.
- Yo fuera.
- Y yo me quedo acá por si vuelve.
- Dale, nos vemos ahora.
Me despedí de todos y fui hacia donde dije, buscándola con la mirada con el celular en la mano por si se me ocurría volver a llamarla.
Llegué a la entrada del boliche y no la encontré. Como no tenía nada de información de mis amigos, comencé a preocuparme y a llamarla mientras seguía dando vueltas por la derecha del boliche, chocandome con todos.
Hasta que, por fin, vi a alguien que parecía ser ella. Tenía su ropa igual o parecida y su pelo era el mismo, sólo que estaba de espaldas.
Cuando fui a ver si era ella, no, no era. Así que comencé a preocuparme y a sentir como me agobiaba.
Fui hasta la derecha del todo, buscando la pared para dejarme apoyar allá, intentando calmar mi respiración mientras la volvía a llamar con la esperanza de que ella contestase o alguno de mis amigos me dijese algo. Sabía que no se iría sin decir nada, como los demás, porque en mi grupo quedamos en siempre despedirnos y la única que a veces no la hacía era yo. Hasta llamé a Lautaro por si él lo había visto, pero decía que estaba fuera fumando y hablando con sus amigos.
Comenzaba a sentir el boliche pequeño y la ansiedad que hacía tiempo no sentía. Resoplé, eché mi pelo hacia atrás y me di la vuelta para apoyar mis codos en la pared y esconder mi cara allá sintiendo como me comenzaban a salir las lágrimas, intentando relajarme y evadirme del lugar para conseguirlo.
- Ché, ¿Necesitás ayuda?
Aquella vos me hizo abrir mis ojos al instante y tensar mi cuerpo, cortando completamente mi agitada respiración y haciendo que mi corazón diese un salto en mi pecho.
Temblorosa y dudosa, levanté la cara para verle. Entonces sus ojos también se abrieron, mirándome fijamente de arriba a abajo hasta que sus ojos negros volvieron una vez más a las suyos.
- Angie.
- Mauro.- dije con un hilo de voz, más para hacerme a la idea de que le tenía delante a que él me oyese.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora