35.

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- Put your head on my shoulder...
- Santino, parecés un gato atropellado.
- Ché, pará, me hace daño que digas eso de mi precioso canto.
Puse los ojos en blanco y él rió sin dejar de mirar su celular. Estábamos los dos solos en mi casa, yo con Emma en mi regazo para jugar con ella tumbada porque aún no sabía sentarse si quiera.
- ¿Hablaste con Juan?
- Está ocupado con su nueva novia.
- ¿Y qué tal los demás?
- Bien, Diana sigue igual que siempre, Claudia más de lo mismo, Nicolás también parece que conoció a alguien y Matías...
- Es Matías.- asentí y él sonrió.- ¿Y vos con Lautaro?
- ¿Y vos? Esto parece un interrogatorio, boludo.
- Bueno, es que no sé qué hablar con vos. Preguntame si querés.
- Dale.- dejó su teléfono y sonreí.- ¿Seguís enamorada de Diana?
- Ché, pará, echá el freno, vaquero.- reí y él sonrió.- ¿Y eso? ¿Te digo ella algo?
- ¿Hace falta?
- No sé, decime vos.
- Se te nota cuando te digo algo de ella.
- ¿Cómo se me nota?
- Bueno, no sé. Si te hablo de un pibe que conoció no querés saber nada, cuando te cuento algo gracioso que le pasó sonreís como un bobo y más cosas.
- Angie.
- ¿Qué?
- Es que cuando uno se enamora no puede olvidar a alguien de un día para otro.
- ¿Indirectas, Santino?
- Yo lo dejo ahí, vos si querés lo tomás.
- ¿Y a qué te referís con eso? ¿Qué no olvidé a Mauro?
- No, yo no dije eso, vos llegaste a pensarlo con lo que yo dije.
- Bueno, pará, hablame claro.
- No sé, ¿Qué tal con él?
- ¿Con quién?
- Lautaro, pelotuda.
- Bien, estamos bien. Le gusta mucho estar con Emma y bueno, ella nunca se niega a nadie que le juegue con ella así que...
- ¿Pero cómo es con vos? Porque parece que andás buscando un padre más que un novio.
- Nada que ver, es bueno, divertido y me conoce.
- ¿Segura? Soy tu hermano y yo no te conozco a veces.
- Bueno, pero no tengo ningún secreto con él.
- ¿Nada de nada?
- Le conté de Mauro, de Candela, toda la historia con él y como me alejé de ella para ir a España y como he vuelto ha hablar con e...
- ¿Con quién?- preguntó frunciendo el ceño. Se me escapó.
- Con nadie.
- Angie.
- Nada, olvídalo.
- Soy tu hermano, ¿Le contás a él y a mí no?
- Dale, tampoco es para tanto.
- Bueno, entonces yo no te digo si sigo enamorado de Diana.
- Respondemos a la vez, ¿Sí?
Asintió y yo suspiré, dejando finalmente de jugar con Emma para mirarle directamente. Sabía que esto se iba a poner feo.
- Una, dos... Candela.
- Sí.
Sonreí y él en cambio no, frunció más aún el ceño y me miró completamente confundido.
- ¿Candela?
- Te lo tenías callado eh.
- Igual que vos con ella, ¿Qué hacés hablandola? Dale, Angie, lo va a descubrir.
- No lo hará.
- ¿Y cuándo venga acá qué?
- Nada, cuando venga nada porque avisará y yo dejaré a Emma con mis viejos, ¿Sí?
- No me parece just...
Y entonces mi teléfono nos interrumpió. Le miramos y luego volvimos a conectar nuestros ojos antes de que estirase la mano para ver quién era.
- Angélica.
- ¿Sí?
- Soy tu jefe, Tomás.
- Oh, sí, ¿Pasó algo?
- Bueno, ya sé que dije que hoy quería laburar yo solo y así vos descansas y yo vuelvo a mi bar un día aunque sea pero...necesito tu ayuda, hay mucha gente para lo viejo que soy.
- Dale, voy para allá, tranquilo.
- Gracias, chao.
- Chao.
Terminé la llamada, le dije a Santino y él aceptó quedarse con Emma mientras que yo iba al bar a ayudarle. Me cambié rápido de ropa y salí en busca de una parada de colectivo que me llevase cerca del bar.
Cuando llegué, le saludé y rápido me puse detrás de la barra. Comencé a ver qué querían los clientes sin atender y finalmente entre él y yo pudimos tener a todos felices.
- Gracias, de verdad.
- Ningún problema.
Sonrió y se fue a la cocina, dejándome a mí en la barra. Decidí quedarme un tiempo más porque esto contaba como hora extra y aunque tuviese ya el departamento seguís necesitando plata.
- Angie, te llaman en cocina.
Avisó, saliendo para dejarme la puerta abierta e ir ahora a ayudar al cocinero. Estuve cocinando a su lado para terminar más rápido, pero parecía que me necesitaban en todos lados.
- ¿Cómo va eso?
- Bien, más rápido.
- Bueno, yo voy a atender una mesa que han llegado nuevos, atendeme la barra.
- Voy.
Me despedí del cocinero rápido y salí de la cocina colocándome mejor el delantal.
Cuando levanté mi mirada buscando al nueve cliente, me paralicé al verle allá. Él levantó sus ojos del teléfono y también se quedó mirándome en silencio y quieto.
- Ho...hola.- saludé, por fin, caminando despacio hacia él.
- ¿Qué hacés acá?
- Laburar, ¿No lo ves?
- ¿Y la facu...?- me miró confundido y suspiré.
- ¿Qué vas a querer?
- Dos birras, estoy con Cande allá fuera.
Asentí y sin decir nada comencé a sacar los dos vasos y ha echarles la cerveza como había dicho.
- ¿No deberías estar estudiando?
- Debería.
- ¿Y qué hacés acá?
- ¿Te importa acaso?- levanté la mirada rápido y le pasé el primer vaso lleno.
- Bueno...si te ponés así.- suspiré y terminé por darle el otro vaso.
- Pregúntale a Cande si tanto te importa, yo no tengo nada que hablar con vos.
Apretó sus labios negando con la cabeza levemente y agarró los dos vasos para irse. Suspiré y me apoyé en la barra mientras que mi jefe volvía y comenzar a llenar vasos.
De repente, mientras me relajaba tras el encuentro, me comenzó a sonar de nuevo el teléfono.
- Santino.
- Tiene hambre.
- ¿No dejé ningún...?
- No, nada, voy para allá porque me ha a taladrar los oídos.- me interrumpió y mi cara cambió por completo.
- No podés.
- ¿Por qué?
- Porque tengo acá a alguien que no la conoce y debería, ¿Sabés que quién hablo?
- Nena, estoy a dos cuadras de llegar, sin adivinanzas por favor.
- Mauro, gil.
- ¿Qué? Yo por ahí no paso.
- Te lo dije.
- Pero tiene hambre.
- Uh, Dios...
- Decile a tu jefe que tenés que irte, dale.
- Está bien, está bien.- terminé la llamada y vi a mi jefe en la mesa sirviendo. Entonces, aunque él y su hermana estuviesen en la de al lado, fui a por él porque sabía que Santino era capaz de todo aunque se hiciese el que no.- Tengo que irme.
- ¿Pasó algo?
- Problemas.
- ¿Emma?- asentí y él hizo una mueca.- ¿Es grave?
- No, no, no tardo nada.
- Los bebés es lo que tienen...- abrí mis ojos al oírle decirlo y recé porque no lo oyeran.
- Angie - y entonces Candela me llamó. Me quiero morir.- ¿Pasó algo?
- No, nada, me voy, ¿Puedo?
- Sí, obvio, contame luego.
Asentí y salí lo más rápido de allá sin mirar hacia atrás porque no quería ver si él me miraba.
Por fin divisé de lejos a Santino y al llegar, antes de tener a Emma en brazos, le di un golpe leve en la nuca.
- ¿Y eso?
- Por pelotudo.
Frunció el ceño y fuimos juntos a un lugar para sentarnos por no estar en mitad de la calle con Emma en mi pecho. Hasta que por fin dejó de llorar y se quedó calmada.
- Gracias, de verdad, me quería morir.
- Dale, tengo que irme o me matan seguro.
- Re exagerada.
- No tardaré, lo juro.
- Dale, andá.
Suspiré, le pasé a Emma y volví al bar lo más rápido que pude, buscándole con la mirada aunque no quisiese. Y ahí seguían, hablando pero con los vasos ya casi vacíos.
- Angie.
- Perdón, tengo que laburar.- le respondí rápido a Candela.
- ¿Pero pasó algo grave?
- No, nada.
Sonreí nerviosa y entré. Estaba más segura detrás de la barra o en mi casa.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora