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- Angie, dale, tenés que salir.
- No quiero.
- Menos mal que te dieron unos días libres que si no...
- No son libres, se supone que estoy enferma.
- Se supone, pero no lo estás, así que al menos podrías venir hoy.
- Estoy bien acá, en mi casa con mi hija.
- Ya a pasado un día, por favor.
- Y no ha llamado aún, no sé nada de él.
- Tiene que asimilarlo, ya te lo dije.- me giré para mirarle sería y chasqueó su lengua.- Imagina que a ti te dicen eso, obviamente necesitás tiempo, ¿No?
- Sí, pero no tanto.
- Eso es cada uno, imagínate él que es famoso y demás.
- Bueno, da igual, no voy a salir
- Angie...
Resopló negando con la cabeza y volvió al salón para sentarse en el sofá.
Hacía un día que Juan había venido a mí rescate, llamando a José para que cuidase a Emma ese día sabiendo que yo no podría hacerlo y que él era el único que me apoyaba de mis hermanos.
José fue el que vino a mi casa mientras que yo estaba en la cama, esperando a que Juan volviese y eso hizo, quedándose conmigo desde entonces. Esa noche, él llamó al boliche para decir que estaba enfermo y no podía ir y a la mañana, hice lo mismo yo con el bar, ocupándose mi jefe estos días que me dio "libre".
No iba a quedarme todo los días a partir de ahora encerrada en mi habitación, pero no tenía ganas de salir todavía porque no lo había asimilado totalmente.
No podía decir que había dejado de llorar, sólo que ahora cuando no aguantaba más ignorar lo que pasaba y terminaba mi paciencia esperando su llamada, Juan estaba a mi lado y me ayudaba y si no era él, era alguno de mis amigos que me venían a ver para que Juan pudiese también descansar.
Realmente, parecía que estaba enferma y ellos me cuidaban. Aún así, cuando me desperté al otro día y Juan me contó que Emma estaba con mi hermano, le llamé y me la trajo de vuelta, quedándose un tiempo conmigo para apoyarme y de paso contarme cómo estaban las cosas en mi familia, ya que no hablaba con ellos.
Ahora, Juan quería que saliese de casa para dar un paseo e ir a casa de Claudia a ver una película tranquilos, con Emma con nosotros como siempre. Pero yo no quería, porque todavía me parecía raro salir sin saber si en algún momento todos mis pensamientos se harían conmigo y volveria a romper a llorar pero esta vez en mitad de la calle.
No quería que eso pasara, así que tenía pensado que hasta que no notase que estaba bien y sobretodo él me llamaba, no saldría si no era para el trabajo, al que volvería pronto. Al final, llorar no arreglaba nada, como me dijo Juan.
Terminé de cocinar y Juan se levantó para preparar la mesa sin decirme nada más sobre salir. Se solía quedar para comer y luego se marchaba para volver un tiempo después y quedarse a dormir.
A veces me quedaba sola, otras veces venía alguien a hacernos compañía a Emma y a mí. Pero, cuando estaba sola lo único que hacía era mirarla a ella e imaginarme mi vida con él si le hubiese contado todo desde el principio.
Lo peor era cuando en ella veía rasgos de él. Al final era su padre y eso era lo que más odiaba cuando estábamos separados y lo que más me gustaba cuando volvimos a estar juntos.
Ahora que parecía que no volveríamos más, no odiaba notar sus rasgos en ella, en su hija, sino que me ponía más triste de lo normal. Pero luego, una pequeña ilusión en que me llamaría para preguntarme por ella me alegraba un poco, sabiendo que al menos mi hija tendría a su padre de lado después de mi egoísmo.
Comí junto a Juan y como dije, se marchó para esta vez quedarme sola con Emma. Me tumbé en el sofá dejándola a ella encima de mí, en mi pecho.
Puse la música a poco volumen y cuando sentí que ella se durmió, yo hice lo mismo unos minutos después, descansado un poco más.
Me levanté después para dejarla en la cuna, más cómoda, e ir a lavar las cosas y arreglar un poco la cocina para evitar pensar en él. Era lo que solía hacer cuando me quedaba sola.
De repente, el timbre sonó y no tuve más que abrir oyendo que era Juan. Lo que no me esperaba es que por las escaleras no sólo subiese él, sino también Claudia, Matías, Diana y Nicolás con bebidas y comida.
- ¿Y esto? Mirá que Emma está dormida.
- Bueno, ya que no venís vos...
- Pues venimos nosotros.- Matías sonrió y sin decirle nada fue a tumbarse en el sofá.
- Ché, haceme hueco, pelotudo.
Diana hizo lo mismo y le siguieron los demás bajo mi mirada atónita. Cerré la puerta y fui a dónde estaban.
- ¿Pero a qué vienen?
- Ya te lo dijeron, como no querías ir a casa de Claudia a ver la película, venimos nosotros a verla acá con vos y Emma.
- Y así no estás sola.
Nicolás sonrió y yo hice lo mismo, mirándole a todos. Después, me senté al lado de Juan, que puso su brazo alrededor de mis hombros para abrazarme por ahí.
Como dijeron, pusieron la película no muy alta para no despertar a Emma, pasándome la bebida y comida que trajeron con ellos.
- Angie.- me susurró Juan para no interrumpir la película a los demás.
- ¿Qué?- le pregunté también en susurro.
- ¿Viste como no estás sola?
Le miré para verle sonreír, sabiendo que es lo que más había sentido estos días tras mi ruptura con Mauro, sabiendo que me había quedado sin el apoyo de mi familia unos días antes por él.
Le abracé y él hizo lo mismo, sin dejar de ver la película con mis otros amigos porque no, al final no estaba tan sola como pensaba. Y sino, sólo tenía que ver a Emma dormir en su cuna de noche, acompañándome cuando nadie más lo hacía.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora