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- Oye, ¿Y qué tal Lautaro?
- Bien, ma, estamos bien.
- Hace tiempo que no pasa por casa.
- Bueno, es que cuando queréis hacer cena familiar lo decidís con poco tiempo.
- Pues hemos quedado para mañana.- la miré y ella sonrió.- ¿Qué? Me has pedido tiempo, ¿No?
- Ya, pero...no sé, tendré que decirle si puede, sino iré sola yo.
- ¿Tampoco querés ir mañana?
- ¿A qué te referís?
- La otra noche estabas algo callada, no sé, no decías nada.
- No es que no quisiese estar es que...
- Estabas cansada, supongo.
- Sí, pero no era eso, simplemente es que Santino y yo habíamos discutido en el camino y bueno, no tenía muchas ganas después.
- ¿Y por qué?
- Él y sus tonterías.- mi madre se quedó mirandome fijamente, esperando a que siguiese contando.- No es nada, es sólo que no para de preguntar si he olvidado a Mauro para sentirse mejor por no olvidar a Diana.
- Eso no parece nada.
- Pero lo es, algún día tendrá que aceptarlo así que es sólo tiempo.
- Como te pasó a ti.- volví a mirarla y ella a sonreír.- Bueno, esperemos que a los dos os vaya bien.
- Ya...en fin, no tengo muchas ganas de verle.
- ¿Aún no os habéis reconciliado?
- No, todavía no, no nos hablamos desde entonces.
- Eso es mucho tiempo, hija.
- Son días sólo.
- Bueno, pero sois Santino y vos, sois como mellizos, no pueden estar sin el otro.
- Ya, pero él no pide perdón y yo, obviamente, tampoco lo voy a hacer.
- Angélica, ya sabés que el orgullo en es bueno, a veces hasta separa familias.
- Ya, lo sé, pero esto no es orgullo. Fue él quien hizo mal, así que no voy a pedir perdón sólo para hablarle.
- Está bien, vos sos la que decidís.
Asentí sin dejar de mirar el estante del supermercado. Habíamos quedado hace una hora en la casa de mis viejos, estuvimos un rato y después la acompañé a comprar.
Al final acabé yo haciéndole la compra mientras ella llevaba la silla de Emma, que estaba dormida por suerte.
A Mauro lo vi esta mañana, cuando se fue sin despedirse porque pensaba que estaba dormida. Con los demás sigo igual que siempre, casi sin hablar.
Seguí comprando con mi madre hasta estar todo completo y entonces irnos a casa de nuevo. Ella se volvió a quedar con Emma y yo le coloqué todo, volviendo después al salón para quedarme ahora yo con mi hija.
Estuvimos hablando sin mucha importancia, ya que tampoco teníamos mucho de que hablar hoy. Después, Juan me mandó un mensaje diciendo que me esperaba en su casa en una hora, así que me tuve que marchar porque primero tenía que ir a casa a dejar un par de cosas.
Cuando estaba todo bien y listo, volví a bajar a la calle con Emma en su silla, está vez despierta, jugando con sus manos mientras que íbamos a dónde me dijo. Al acercarnos a su casa, lo divisé en su puerta esperándome.
- Juan.
- Al fin.
- Bueno, llego a tiempo, ¿No?
- Sí, sí, pero no sé, igual no venías.
- ¿Qué pasó? ¿Por qué me dijiste que tenía que venir?
- Porque tenemos que ir a un sitio
- Un sitio.
- Sí, pero nada importante eh.
- Está bien, está bien, tampoco tengo nada que hacer.
- Cheto.
Comenzamos a caminar, contándome un poco de su laburo y yo de Emma hasta que supe a dónde íbamos. Me había traído a la cancha de baloncesto donde solíamos jugar todos.
- ¿Acá?
- Sí.
- ¿Por qué?
- ¡Angie, Juan!- de lejos, Nicolás venía corriendo mientras botaba la pelota.- Menos mal, ya pensaba que me quedaba re solo acá.
- ¿Los demás aún no han venido?
- Eu, ¿Alguien me puede decir que hacemos acá?- pregunté por fin, llevando su atención a mí.
- Hemos quedado para jugar, como los viejos tiempos.
- ¿Y no podías haber avisado? Mirá cómo vengo.
- No, no, vos mejor no jugás que sos una menos en el equipo.- fruncí el celo mirando a Nicolás y él rió.- Es joda, es joda...o no.
- Pelotudo.
Rió de nuevo y entramos los tres a la cancha. Yo fui a la sombra para dejar a Emma ahí, donde nos solíamos sentar y dejar las cosas.
Estuvimos los tres hablando, sobre todo Nicolás que al final no nos solíamos ver tanto, y después fueron viniendo los demás. Hasta que al fin estuvimos todos.
Nos repartimos para los equipos, quedando primero Matías, Diana y yo contra Claudia, Juan y Nicolás. Dejé a Emma medio dormida en un lateral, lejos para que no la pudiesemos dar con la pelota.
Comenzamos el partido ganando, sobre todo por Matías que al final era el mejor del equipo. Después, nos empataron y así estuvimos casi todo el partido hasta que Juan parecía no estar tan cansado como los demás, sin haber dormido tanto como nosotros, y comenzó a encestar sin parar, ganando ventaja.
Por suerte, Diana tomó el relevo de Matías y también encestaba mientras que yo corría de un lado al otro de la cancha, sólo dando algunos pases aunque mayormente molestaba a todos haciendo pelotudeces.
Finalmente, acabamos empate y todos cansados. Sonreí recordando lo mucho que había echado de menos esto y fui hacia Emma, donde tenía la botella con agua.
- Hay que repetir más seguido eh, se nota que lo dejamos.
- ¿Y de dónde sacamos tiempo?
- Siempre hay, siempre hay.
- Mírame a mí.- sonrió Juan, haciendo que Matías resoplase.- ¿Qué?
- A vos habría que hacerte un test anti doping, dale, tendrías que estar dormido.
- Y bueno, me tomé un par de cafés, no te voy a mentir.
- Ché, ¿Unas pizzas y películas?
- Lo banco.
- Bueno, dale, ¿Vos qué decís, Angie?
- Por mí bien, mientras que luego me llevéis a casa...
- Eso está hecho.
Asentí sonriendo y salimos juntos de la cancha para ir a la casa de Matías, la única que se encontraba más o menos bien.
Como dijimos, pedimos unas pizzas y vimos una película para al final acabar en el auto de Nicolás, trayéndome a casa después de un día con mis amigos de esos que echaba de menos desde hace meses.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora