56.

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Miré a Emma ya vestida y sonreí antes de mirarme a mí. Definitivamente, ella estaba mejor que yo. La tomé en brazos y salí por fin de casa, llamando a un taxi cuando llegué a la calle.
Esperé y después el conductor me ayudó a guardar su silla antes de subirnos al taxi e ir hacia la casa de Candela.
Cuando llegamos, me volvió a ayudar, me pagué y nos despedimos, llevándome a Emma de nuevo en brazos hasta la puerta de la casa de Candela. Esperé unos segundos y por fin abrió.
- Al fin, tranquila que no hay ninguna joda.
- Por ahora...por ahora...
Rió y me dejó pasar, yendo al salón para tener a Emma en el sofá y así poder abrazarla.
- ¿Y todo esto?- señalé la mesa llena de pochoclos, fernet y demás.
- Bueno, para ver una buena película, vos sabés.
Puse los ojos en blanco y volvió a reír y a abrazarme antes de ir a saludar a Emma. Dejé su silla a un lado del sofá y me senté, suspirando a la vez que desviaba mi mirada del televisor a Candela, que tenía en brazos a Emma.
Cada vez que las veía así, se me hacía más difícil ocultar todo, así que sólo esperaba tener una tarde tranquila e irme a casa sin ningún problema.
Candela se sentó sin dejar de tener a Emma en brazos, jugando con ella mientras yo le daba los primeros sorbos al fernet, mirando mi celular.
- Bueno, ¿Algo para elegir?
- Es tu casa, vos elegís.
- Uh, raro eso en vos eh.
Levanté una ceja mirándola y sonrió, dejándome ahora a mí Emma para poder buscar la película. No era muy tarde, pero pronto anocheceria, así que estaba segura que después de la película cenariamos juntas y entonces ya me tendría que ir.
- ¿Qué tal esta?
- Parece buena, pero como sea de mucho amor acá se forma un quilombo.
- Bueno, la del corazón roto.
Sonreí viéndola reír y por fin puso la película. Me levanté entonces a dejar a Emma en la silla para estar mejor y después comencé a comer pochoclos y beber fernet. Hacía tiempo que no hacía este plan con alguien, es decir, con Lautaro siempre veíamos alguna película, pero ir a otra casa a verla se sentía diferente. Un cambio de planes.
Estuve atenta a la película hasta que Emma empezó a hacer de las suyas, es decir, llamar la atención a base de lloros cortos pero intensos. Así que, me tocó levantarme y tenerla al final toda la película en brazos, haciendo malabares para poder beber y comer también.
- Te dije, mucho amor.- afirmé cuando la película terminó y Candela rió.
- Lo mejor de la película habéis sido vosotras, mirá.
La miré confundida y me enseñó su celular. En él apreciamos Emma y yo, ella agarrando un mechón de mi pelo mientras que yo bebía fernet con mis ojos fijos en el televisor.
- Dale, una foto a escondidas no se vale.
- ¿Qué querés que le haga si te salió fotogénica?- puse los ojos en blanco y sonrió.- Ché, ¿Te quedás a cenar?
- Después de esa foto es lo menos que podés hacer.
- Re dramática.
Reí y ella sonrió mientras tecleaba en su  celular el número de alguna pizzería. Después, estuvimos hablando mientras esperábamos la cena, con Emma por suerte dormida.
Cuando llamaron al timbre, se despertó para hacer saber al pizzero que había un bebé en la casa llorando, su gran especialidad.
- ¿Qué onda con Emma? Salió llorona.
- Le gusta la atención, como su pa...- me callé, desviando la mirada de Candela a Emma.
- Si vos decís, yo no conozco a Lautaro así que...
Asentí y seguí acunando a Emma hasta hacerla tranquilizar. Candela esperó a que dejase de vuelta a Emma en su silla para seguir hablando conmigo a la vez que cenábamos, terminándonos el fernet. De repente, ocurrió lo que más temía.
- A ver si al final va a haber una joda...
- No, no, no sé quién es.
Candela sonrió levantándose del sofá y fue a ver quién llamó a la puerta. Segundos después, apareció con una mirada incómoda y su hermano confundido al lado.
- Angie.
- Mauro.
- Bueno...no era una joda, no.
- ¿Qué hacés acá?
- Vine a ver una película y...
- ¿Y vos?
- Venía a cenar con vos, pero te me adelantaste por lo que veo.
- Se te hizo tarde eh.
- El nuevo disco...¿Qué querés que le haga?
- Bueno, está bien.- me miró y sabía lo que quería decirme, así que levanté los hombros porque no sabía muy bien que responder.- Te podés quedar.
Mauro sonrió, hasta que sus ojos volvieron a mí, entonces se quedó sin una expresión específica, parecía una mezcla de muchas.
Caminó detrás de Candela, lentamente, sentándose en uno de los sillones. Entonces, su mirada fue hacia Emma y ahí me di cuenta, la había visto por primera vez.
- ¿Ella es...tu hija?
- Emma se llama, pelotudo.
- Bueno, pará un poco vos.
- Sí, es ella.- respondí, ignorando la pelea de los hermanos.
- Se parece a vos.
Dijo, bajando su tono de voz y sonriendo levemente. Asentí lentamente, intentando esconder una sonrisa.
La conversación anterior se cortó, dejando entonces que ellos dos hablasen mientras yo escuchaba sin saber muy bien que decir, tan sólo comer y beber a la vez que les miraba.
Hasta que por fin se terminó la pizza, entonces miré la hora y vi que era perfecta para irme.
- Bueno, yo creo que me voy.
- ¿Ya?
- Se va a hacer tarde para acostar a Emma y luego es un desastre.
- Bueno, está bien, mañana hablamos entonces.
- ¿Querés que llame a un Uber?- preguntó entonces Mauro.
- No, está todo bien, gracias igual.
Asintió y yo agarré la silla de Emma para irme a la entrada con ella. Me despedí de Candela con un abrazo y me fui, pudiendo respirar más tranquila que con su mirada en su hija, aunque no lo sepa.
Llamé a un taxi y por suerte, este me pudo llevar a casa antes de que comenzase a llover.
Dejé a Emma en su cuna, limpiando un poco la casa antes de irme a duchar y cambiarme. Fui al salón y estuve un tiempo mirando el celular, escuchando llover afuera. De repente, Emma comenzó a llorar, así que me tuve que levantar e ir a tranquilizarla.
La tenía en mis brazos, acunandola mientras la llevaba de un lado a otro de la habitación y tarareaba cualquier canción que pudiese tranquilizarla. Pero nada funcionaba.
Vi si lo que tenía era hambre, pero tampoco. No tenía nada, pero lloraba y no se calmaba. No sabía que más hacer y mirando el reloj me di cuenta de que me había pasado media hora así.
Entonces, decidí llamar a mi madre, quizás ella sabía algo. Pero no contestó, al igual que mi padre. Resoplé y con algo de miedo, fui a ver si tenía fiebre. El resultado no era lo que más quería siendo madre primeriza y estando sola.
Llamé a Santino, a José y finalmente a mi hermano mayor. Pero ninguno contestaba. Molesta, cansada y asustada comencé a llamar a todos mis amigos, pero nadie parecía tener un tiempo para contestar. Acabé por llama a Luna, era madre también y tampoco contestaba.
Me senté en el sofá sin dejar de acunar a Emma en mis brazos, que seguía llorando, y busqué a quien más podía llamar. No tenía a nadie más, sólo mis tíos que seguramente a estas horas estarían tan dormidos como seguro que estaban mis padres, sus que no tenía ninguna opción cercana. Sólo tenía una, la de siempre.
Llamé con esperanzas de que atendiera, pero tras varios pitidos me di por vencida. Miré la ventana y no dejaba de llover, lo que me asustaba más para salir corriendo sin tener ningún auto e ir a algún hospital viendo como su fiebre aumentaba.
Entonces, volví a llamar.
- Angie.
- Mauro.
- ¿Pasa algo?
- ¿Está Candela?
- Eh no, no está ahora, ¿Qué onda? ¿Qué pasa?
- Necesito que venga, necesito ayuda.
- Bueno, estoy yo acá ahora, es lo único que puedo ofrecert, Angie, decime qué te pasa.- su tono de voz también se había alterado, quizás al oírme hablar tan rápido y angustiada.
- Es Emma, tiene fiebre, no para de llorar y está lloviendo, no tengo a nadie que me ayude, no es que hacer.
- Está bien, Angie, tranquila, voy para allá si querés.
- Sólo necesito ayuda, Mauro.
- Está bien, vos intenta calmarte, ¿Sí?
Y sin más terminó la llamada. Dejé el teléfono sin saber que iba a pasar e intenté calmarme como dijo mientras seguía con Emma en mis brazos.
Los minutos se hacían largos, hasta que por fin oí el telefonillo y fui a abrir directa, abriendo la puerta sin esperar a que llamase.
- ¿Angie?
- Acá.- entró y de repente, detrás de él apareció Sandra.
- La única ayuda que pude encontrar.
- Déjame a mí, Angie.
Asentí sin saber qué hacer y le pasé a Emma, dejando que me ayudase. Se la llevó a la habitación y mientras, Mauro se acercó a mí, sentándose a mi lado.
- ¿Y Candela? ¿Donde está ella?
- Se tuvo que ir por algo de una de sus amigas, ¿Estás bien? ¿Vos estás bien?
- Estoy...no sé, no sé qué hacer, Mauro, no...
- Está bien, vení, estoy acá, tenés ayuda como te dije.
Y me acercó a él para abrazarle. Suspiré entre sus brazos y me apretó con más fuerza, aunque sin llegar a lastimarme, más bien para tranquilizarme.
Estuve con él en el sofá hasta que Sandra me llamó para ayudarla y fuimos los dos, aprendiendo por igual.
- Ya está mejor, tranquila, la fiebre le bajará seguro, no parece tener nada aunque bueno, no soy médica tampoco.
- Gracias, de verdad.
- No sabía que tenías una hija.- vaya.
- Ya...no lo suelo decir mucho.
- Está bien, no pasa nada. Mauro, te espero en el auto si querés.
- Vale, ma.
Se despidió de nosotros y nos dejó solos en la habitación con Emma en la cuna, ya en silencio aunque despierta.
- ¿Viste? Todo está bien.
- Si no llegan a venir...
- Hubieses buscado una forma, Angie.
- Mauro, estaba completamente sola, dale, decime cómo hubiese buscado ayuda mientras mi hija lloraba.
- No pasa nada, es normal...sos primeriza y tampoco veo al pibe por acá así que...
- No lo ves porque terminó conmigo.
- ¿Qué?
- No fue por vos, es decir, sí pero no.- me miró más confundido y suspiré.- Déjalo, ¿Sí?
- ¿Te dejó sola con ella?
- Y bueno, ya me dirá algo, ¿Sí?
- Angie...
- No pienso en eso ahora, Mauro.
- Está bien, está bien... realmente ya no sé en qué pensás así que...
- Eso mismo fue lo que hizo que terminase conmigo.- me volvió a mirar confundido y tenerle tan cerca me hacía débil.- Nada es sólo que...
- ¿Se enteró de lo que hicimos?
- No, no...eso no, fue otra cosa.
- Otra cosa.
- Sí, es sólo que...bueno, no sé, decía que aún no te había olvidado y que no podía estar con alguien que...eso.
- Ya...
Su mirada bajó y subió, volviendo a mis ojos a la vez que dejaba ver una sonrisa. Odiaba que sonríese así, aunque también se veía bien.
- Terminaron por mí entonces.
- Egocéntrico.
- Bueno, ¿Qué querés? Al final yo soy la causa de tus rupturas.
- ¿Y eso es bueno?
- Algo significa.
- Sí, que te metes en todo.
- O vos me metes en todo.- levanté una ceja y él volvió a sonreír.- No es a mí al que han dicho que sigue pensando en su ex.
- Bueno, pará, si lo llego a saber no te digo nada.- rió levemente y yo sonreí.
- Me voy ya, ¿Vas a estar bien?
- Sí, sí...ahora sí.
- Igual, la próxima vez llámame a mí, seguro que te atiendo siempre.- asentí y él sonrió.- Chao.
- Chao.
Se acercó, entrecortado mi respiración hasta acabar por darme un beso corto y lento en la mejilla. Después miró a Emma y sonrió de nuevo.
- Chao, enana.
Si supiera.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora