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Miré el techo de mi habitación recién despierta. Había dormido poco después de lo que pasó ayer, aunque Mauro sí que pudo dormir bien y todavía lo estaba. No, no le había dicho nada.
Cuando me fui de casa, Emma lloraba sin parar, así que tuve que calmarle un tiempo fuera y por fin llamar un taxi para ir más tranquilas en el viaje. Mis padres no me preguntaron nada por lo que pasó, al igual que mis hermanos, aunque sabía que Miguel lo haría.
Cuando estaba saliendo, me giré a verles y conocía la mirada que me dedicó Miguel. Me solía mirar así cuando simplemente no era el momento de preguntar algo, pero más tarde lo haría, dejándome claro que me tenía que preparar una buena respuesta para no molestarle como ocurrió con Santino.
Suspiré y me senté en el cama, mirando ahora a Emma dormida en su cuna. Por suerte, esta noche no lloró mucho.
Me levanté despacio de la cama, evitando que Mauro se despertase hoy que no tenía que ir a ningún lado. Fui a la cocina y me hice un pequeño desayuno por hacer algo, ya que realmente no tenía hambre.
Después, me senté en el sofá y volví a suspirar, sacando mi celular para ver el mensaje que le envié a mi jefe hace unos minutos, cuando estaba despierta antes de que sonase la alarma. Le dije que hoy no podía ir a trabajar, mintiendole con que Emma estaba muy enferma para que me dejase y fuese él en mi lugar. Luego, desactivé la alarma y me intenté dormir, dándome por vencido.
Dejé el celular y volví mi mirada de nuevo al techo, pensando en todo lo que pasó y me dijo. Realmente tenía razón, les había engañado a todos aún sabiendo que en algún momento tendría que enfrentarme a todo, tal como me dijo Mauro que en algún momento tendrían que saberlo.
Lo peor fue la forma en la que se enteró. Quizás si se lo hubiese contado, no se hubiese enfadado tanto, pero al verme con él y después saber que nadie conocía de la existencia de otra pareja que no fuese Lautaro fue lo que le enfadó de verdad
No podía decirle nada, sabía que tendrían que esperar días para que me dejase hablarle. Después, tardaría más en perdonarme y seguramente, me obligaría a decirle a todos lo que pasaba.
Me tendría que enfrentar de golpe con todos. Tendría que enfrentarme a que Mauro me odiase y seguramente me dejase. Mis amigos se enfadarían también como hice Santino y mi familia...no sabía muy bien qué pasaría. Sólo sabía que todos me iba a odiar por una cosa u otra, así que no me quería enfrentar a todo aquello, a mis mentiras.
Suspiré y oí un ruido en la habitación. Unos segundos después, Mauro salió de allá confundido y recién despertado.
- ¿Qué hacés allá?
- Pensaba.
- ¿Y no podés pensar en la cama?
- Bueno...estaba cansada de estar allá.- me miró más confundido y se sentó a mi lado.
- ¿Pasa algo?
- Nada, nada...
- Angie.- le miré y sonrió, entrecerrando sus ojos al molestarle la luz.- No has dormido en toda la noche y ahora no estás preparándote para el trabajo.
- Ya, bueno...
- ¿Qué pasa? Me podés contar lo que sea eh.
- Ayer discutimos.
- ¿Quién?
- Santino y yo.
- Bueno, son hermanos, es normal.
- Ya...igual se enojó bastante, nunca le vi así.
- ¿Y por qué?
- Porque...porque supo que estaba contigo y con Lautaro.
- ¿Ya lo saben? ¿Se lo dijistes?
- No, no, sólo lo sabe él y porque nos vio despidiendonos.
- ¿Cuándo?
- Cuando nos besamos antes de que te fueras en el auto con tu amigo.
- Ah... bueno, una persona que ya lo sabe al menos.
- Pero se enfadó.
- Pero es normal, se enteró así y no por vos, luego te perdonará y poco a poco estaremos bien.
- Ya...
- Dale, vení a dormir si no vas a laburar hoy.
- Pero no soy capaz.
- Yo hago milagros.
Sonrió guiñando su ojo y yo puse los míos en blanco, haciéndole reír. Se levantó, agarrando después mis manos para ayudarme a mí a levantarme e ir juntos de nuevo a la cama. Nos acostamos y me abrazó con fuerza.
- Luego, si querés, vamos a casa de Cande y estamos allá hoy.
- ¿No tenés nada que hacer?
- Nada más importante que vos.
- ¿Hay algo más importante que yo?
- Y bueno...- levanté mi cabeza para mirarle con el ceño fruncido y él sonrió.- Si no querés la respuesta, no preguntes.
- Bueno, bueno...luego no te quejes.
- Emma es más importante que yo para vos, ¿No? Pues es lo mismo.
- Está bien, está bien, dejémoslo antes de que vayas a seguir durmiendo al sofá.
Rió y yo sonreí, abrazándole más para después cerrar los ojos y dormir un poco. Hasta que Emma se despertó.
Entonces, los dos nos levantamos de la cama para estar en el salón, jugando con Emma o hablando de cualquier cosa.
Pedimos comida a domicilio porque no tenía nada para cocinar y comimos juntos, después, hicimos lo que dijo y me vestí, arreglando luego a Emma para ir a la casa de Cande.
Estuvimos con ella todo el día como Mauro dijo que haríamos, viendo alguna película o hablando de alguna pelotudez mientras que Emma estaba, sin que ellos lo supiesen, en los brazos de su tía y su padre.
Ver aquello me hacía dudar de todo, siempre lo hacía. Sólo tenía ganas de decirles que Emma era de la familia, que tendría que tener el apellido Lombardo y que les he mentido todo este tiempo.
Pero de tan sólo imaginarme sus miradas de odio, prefería callar y mirar sonriendo como jugaban con ella. Se venían días difíciles...

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora