28.

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- ¡Angie!
- ¡Voy, voy!
- Tenés compañía.
Miré confundida al cocinero dejando mi descanso para comer para atender lo que pasaba. Cuando él se fue, pude ver a qué se refería.
Sonreí levemente y me acerqué a la barra, colocándome mejor la ropa y el delantal.
- ¿Qué vas a querer?
- Un trago de Angie García.
- No queda ya.- sonrió y yo bajé mi mirada antes de comenzar a buscar un vaso para darle una birra y listo.
- Estuviste ausente los dos días.
- ¿A qué te referís?
- A ver, entiendo que en tu día libre te quedes con tu hija porque no pasás tiempo para ella, pero tampoco respondiste mis mensajes y me preocupé, pensé que había pasado algo.
- Bueno...
- ¿Qué? ¿Hice algo mal o...?
- No, no, la que parece que lo hace todo mal soy yo.- suspiré y pasé mi pelo hacia atrás para alejar los mechones de mi cara, viéndole después confundido.
- ¿Pasó algo que no sepa?
- No le conté a nadie.
- Y yo no sé lo voy a decir a nadie.- sonrió y por fin le di la birra.
- Vi a Mauro.
- ¿Mauro?
- Duki, como vos lo quieras llamar.
- Oh, ya, ¿Cuándo?
- Cuando vos te fuiste del bar, caminamos a casa de Juan para irnos en los autos de cada uno, yo en el de Santino, y le vi.
- ¿Y él te vio a vos? ¿Vio a Emma?
- Supongo, sus ojos se quedaron fijos en mí hasta cuándo cruzamos la calle para no encontrarnos.
- Uh, mal ahí.
- Así que...quería relajarme un tiempo. Perdón por no decirte nada.
- No, está bien, todo lo que necesites te lo daré.- sonrió y yo también, viendo cómo después le daba un trago a su vaso.- Pero, ¿Estás bien?
- Sí, estoy bien, ahora sólo espero no encontrarmelo más y ya, así capaz le olvido.
- ¿No lo has olvidado?
- ¿Eh?- ahora me había dado cuenta de lo que había dicho.- ¿Qué? ¡No, no! Sí que le he olvidado, me refiero a...al tema de que pueda saber de Emma, él ya está olvidado, ha pasado mucho tiempo y bueno, ya está.
- Mucho tiempo, pero estabas embarazada de su hija, dudo que sea difícil de olvidarse de él cuando es su padre.
- Bueno, tampoco es eso, ¿No? Costó al principio pero ya sólo la tenía a ella en mi mente, ya te lo dije.
- Ya...supongo que tenés razón, sólo vos sabés que sentís.
- ¿Podemos vernos luego? Igual si querés le digo a mis viejos que venís a cenar a casa.
- Si querés.
- Sí, obvio, ¿Por qué no?
- Entonces te dejo laburar ya, nos vemos luego.
Sonreí y asentí antes de salir de la barra para comenzar a atender a los clientes.
Cuando me di cuenta, ya se había ido y entonces descansé un tiempo antes de acordarme de avisar a mis padres de la cena de hoy. Obviamente no se negaron.
Ya con todo listo, mi cabeza comenzó a dar vueltas a lo que había pasado. ¿Acababa de decir que no le había olvidado?
Claro que lo hice, ha pasado mucho tiempo desde lo nuestro y aunque realmente me llegué a sentir enamorada de él, quizás porque ya me gustaba de adolescente o porque soy muy enamoradiza, lo nuestro acabó de la peor forma posible. Realmente le odiaba y le quería a la vez, algo bastante tóxico y que sólo pasó en unos días.
Me dañó dejarlo como también me hubiese dañado seguir juntos. Pero también Lautaro tenía razón, que Emma sea su hija lo hacía un poco más difícil.
Igual, quería intentarlo con él porque realmente me siento cómoda a su lado, me divierte y me hace olvidar de todo por un tiempo. ¿Qué más pedir?
Lentamente, las horas fueron pasando hasta que por fin llegó la noche y como solía ocurrir estos días, Santino se olvidaba de mí y tenía que ir en taxi hasta casa.
Saludé a mis padres y también a Emma antes de ducharme para cambiarme de ropa, ya que llevaba todo el día con esta.
Después, ayudé a mi madre a terminar la cena mientras mi padre se quedaba con Emma en el salón, aunque al final tuve que ir yo porque él no podía calmar su llanto.
Media hora después, cuando todo ya estaba listo, Lautaro llamó a la puerta. Suspiré y me olvidé de las reflexiones de antes para abrirle, sonriendo al verle.
- Adelante, invitado especial.
- ¿Soy VIP acaso?
- Bueno, eso lo deciden ellos.
- Lautaro, ¿Cómo va todo?- preguntó mi padre poniendo su mano en el hombro de él, que sonrió al verle.
- Bien, todo bien, ¿Y ustedes?
- Haciendo el papel de abuelos, ¿Qué mejor que eso?
Respondió mi madre apareciendo con Emma en sus brazos y Lautaro rió levemente. Ellos se fueron al salón, dejándome a mí con Emma. Él me miró y yo le sonreí antes de seguir a mis padres hacia dentro con él detrás.
Dejé a Emma en su carro y me senté por fin el mesa mientras que Lautaro ya estaba hablando con mis padres para saber un poco más de ellos.
Cuando la cena comenzó, todo volvieron a ser preguntas hacia él para conocerlo y a juzgar por las sonrisas de mis viejos, les gustaba todo lo que oían sobre él. Después, ellos pasaron a contar anécdotas mías como solían hacer para dejarme en evidencia, aunque al final Lautaro sólo se reía y contaba alguna anécdota suya parecida.
Finalmente, la cena terminó y mis padres se fueron a lavar los platos, dejándonos a nosotros solos con Emma en el salón.
Estaba tan despierta que sabía que me tocaría estar también despierta con esta noche, aunque Lautaro intentaba dormirla rápido jugando con ella.
- Creo que ya me tengo que ir, he quedado con unos amigos en casa para ver un par de películas y hacer el pelotudo está noche.
- ¿Y mañana no laburas?
- No, me dan el día libre por fin.
- Que suerte, yo acabo de empezar y ya quiero quedarme acá otro día.- rió y sonreí.- Pero bueno, andá a despedirte de mis viejos que igual los hacés llorar si te va sin más.
Sonrió y me hizo caso, levantándose del sofá para dejarme a Emma en mis brazos e ir a la cocina.
Yo me levanté, dejándola en el sofá para ir a la entrada, esperando que se despidiese de ellos.
- Bueno, todo listo ya, no vas a tener que aguantar sus lloros y los de Emma.
- Menos mal.- rió levemente y le dejé pasar hacia afuera, quedando apoyada en el marco de la puerta.
- Mañana puedo ir con los pibes al bar, así los conoces.
- Bueno, igual hay sitio o igual no, no puedo decirte nada más.
- A mí me gusta arriesgarme, vos ya lo sabés.
- Aunque a veces te piden tiempo.
- Y yo lo doy.- de hablar de sus amigos, pasamos ha hablar de nosotros. Así de fácil era.- Pero bueno, a veces se gana y otras se pierde, ¿No?
- Tampoco perdiste eh.
- ¿No? Pues avisala, que parece que se le rompió el reloj.- sonreí y él también.- Aunque bueno, yo también soy como el vaquero de Toy Story, ¿Lo conocés?
- Un poco, la verdad es que te pareces.
- ¿Viste? Sólo me falta la novia y el sombrero.
- El sombrero lo podés comprar.
- ¿Y la novia donde la encuentro?
- Igual ya la encontraste.
Y sonrió al segundo de oírlo. Quizás ya no necesitaba más tiempo y parece que había elegido. Espero que esta vez para bien.
- Entonces sí que me parezco, sí.
Sonreí y él se acercó mirando atrás mío, supongo que para ver si nos viejos estaban allá antes de besarme.
Cuando nos separamos, volvió a dedicarme su sonrisa y sus ojos se clavaron en los míos.
- Chao.- susurró.- Novia.
- Chao, novio.
Sonrió más aún y me dio un corto beso antes de alejarse para irse a su auto a la vez que se despedía a gritos de mis padres, haciéndome sonreír mientras le veía irse. Comenzaba una nueva etapa o eso esperaba.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora