- Mauro.
- Tenemos que vernos, necesito verte.
- ¿Borracho?
- Dale, Angie, hablo en serio, quiero verte.
- Pero yo a vos no, Mauro, ya está, olvídame y listo.
- ¿Así de fácil? Mirá, ni lo pensé.
- Mauro.
- Por favor.- me quedé en silencio, mirando el techo mientras le oía respirar al otro lado.- Angie, por favor.
- ¿Por qué?
- Porque quiero verte, ya está, sólo necesito...saberlo todo.
- Mauro.
- Por favor, sólo eso, después nada más.
- ¿Y cómo conseguiste mi número?
- No importa, sólo...por favor.
- Está bien.- dije tras un suspiro.
- Dale, mándame ubi y voy.
- ¿A mí casa?
- Si no querés que entre hablamos fuera, pero en la mía hay gente.
- Está bien...si no hay más.
- Dale, gracias, chao.
Y terminó la llamada sin más. Suspiré y no sabía ni lo que hacía, tan sólo pensé que quizás era esto lo que esperaba todo el día. Su llamada.
Volví a mirar a Emma y me levanté de la cama para salir de la habitación, cerrando la puerta mientras agarraba un buzo cualquiera que tenía en la silla de la habitación.
Me senté en el sofá mandándole la ubicación de mi casa y esperé sin un plan, sólo inventarme una historia que pudiese hacer que esto se acabase por fin. Quizás esa era la solución.
De repente, de mis pensamientos me sacó el celular cuando esté comenzó a sonar. Era su número de nuevo, así que supuse que ya había llegado.
No podía dejar a Emma sola, podía pasar cualquier cosa y aunque fuesen unos minutos no quería arriesgarme a nada. Es lo que tenía ser madre primeriza.
Le dejé pasar adentro del edificio y esperé paciente en la puerta de mi departamento hasta que oí el timbre. Me quedé quieta unos segundos por si Emma lloraba, pero nada, así que abrí.
Y ahí estaba él. Con un buzo negro como su pantalón largo. Tenía puesta la capucha y el celular en su mano, mientras que de sus hombros colgaba la riñonera entre sus cadenas.
- Angie.
- Hola...- sonreí levemente y me hice a un lado para que pasase, viendo cómo el pasaba sus ojos por todo el departamento.
- ¿Y tú antigua casa? ¿O acá vive él?
- No, no... acá vivo yo, la antigua la dejé, no la sentía mi casa.- me miró sin decir nada y yo le ignoré para irme a sentar en el sofá, intentando no ponerme muy nerviosa.- Bueno...
- Necesitaba que me contases todo, ayer estaba enojado porque al fin y al cabo me engañaste, pero ahora quiero saber qué pasó, qué hice mal o qué te hizo simplemente irte con otro.
- Mauro, ¿Hace falta esto?
- Quizás sea lo mejor.
Suspiré bajando mi mirada a mis manos nerviosas, ignorando su leve sonrisa antes de sentarse en el sofá.
- ¿Qué querés saber?
- ¿Cuándo?
- Cuando estabas de conciertos, ¿Recordás?- pensé que lo mejor era utilizar aquella experiencia cuando pensé que le había engañado pero no.
- ¿Con él o otro o...?
- No, no, Lautaro se llama.- asintió y yo carraspeé la garganta intentando seguir con mis mentiras.- Estaba molesta con vos, bebí, fumé y... pasó.
- ¿Se siguieron viendo?
- No.
- ¿Y cómo lo encontraste después?
- Porque...porque mi hermano lo conocía de vista o algo así, tipo eran conocidos.
- Ya...
- Después tuve todos los quilombos míos y...y no pude seguir con vos porque ya no me sentía bien.
- Y preferiste ocultarmelo o simplemente no sabías decírmelo.
- No quise hacerlo, sabía que iba a doler.
- Y lo hizo, cuando me lo contó Cande yo...no sé, comencé a pensar en todos los momentos con vos y si cuando no estabas conmigo estaba con él yo...
- No hice nada de eso, sólo fue una vez y ahora...
- Ya...se me hace raro, hace unos meses querías estudiar para laburar y ahora.
- Laburo pero por otra cosa.- sonreí levemente y él rascó su nuca nervioso.- ¿Cómo conseguiste mi número?
- Cande.
- Debí suponerlo.- ahora fue él quién sonrió.- Mauro, lo mejor es olvidar esto, quizás estar juntos fue un error, miranos, de nenes éramos amigos y ahora no podemos, simplemente no podemos.
- ¿Por qué?
- Mauro.
- Mirá, igual terminamos mal, yo te odiaba cuando terminamos, pero después de tanto tiempo y volverte a encontrar no sé, sos la amiga de mi hermana yo...
- Ya no.
- Dale tiempo, seguro que volverán a este bien, ahora no tenés que ocultarle nada.
- Ya...
- Angie, yo no te he olvidado, todas las minas con las que estaba no eran vos así que...necesita verte y justo apareciste.
- Mauro, no puede ser, simplemente no.- bajó su cabeza y después de un suspiro, se levantó del sofá.
- Entonces es mejor que me vaya.
Asentí lentamente y también me levanté para acompañarle lentamente hacia la puerta. La abrió y cuando estaba por salir, se oyó un llanto desde la habitación que nos frenó a los dos.
- ¿Es ella?
- Supongo, a no ser que haya alguien más en la habitación.- sonrió y yo apreté mis labios.- Tengo que ir.
- Ya...bueno, gracias por...por contármelo.
Asentí de nuevo porque no sabía que más decirle y por fin, cabizbajo, se fue marchando lentamente hasta desaparecer.
Entonces cerré la puerta y me apoyé en ella de espaldas, suspirando. Tenerle tan cerca, hablándome tan calmado, me había llevado a recuerdos de nuestros mejores momentos juntos cuando no nos gritábamos.
Después, el llanto de mi mayor secreto casi descubierto me sacó de los pensamientos para ir a ver qué necesitaba y más tarde acabar durmiendo juntas quizás para sentirle más cerca de lo que lo sentí en el sofá.
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Sol y Luna (Duki)
Fanfiction(2° temporada de la novela Piensa en Mí (Duki)) Después de que Angie terminó con Mauro tuvo que aprender de nuevo a estar sola, a cuidarse con la única ayuda de sus amigos y su familia. Pero, cuando parecía que volvía a su vida normal, cuando él apa...