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Cerré por fin el bar y suspiré. Llevaba toda la semana pensando no en él ni en lo que me dijo Santino de olvidarle finalmente, sino en todo lo que me habló mi madre.
Ahora pensaba que quizás hice mal ocultándoselo, me precipité y no hice bien. Emma no sabría quién era su padre si seguía con este plan y conseguía mantenerlo en secreto, algo que no era justo y menos porque fue decisión de su madre.
No sabía que hacer y tampoco lo había hablado con nadie desde aquella noche donde me quedé al final a dormir en casa de mis viejos porque se me hizo tarde para volver con Emma.
Sigo viendo a Lautaro. Me sigue visitando en el bar, junto a mis viejos con Emma, y algún día ha venido a cenar a casa. Pero no, por mucho que tenga confianza con él y quiera hacer las cosas bien, no podía decirle nada de esto.
Estaba segura de que sí le contaba sobre que no paraba de pensar en mí pasado con Mauro y el posible futuro que podríamos haber tenido no haría más que perjudicarle y hacerle sentir inseguro en una relación que, aunque no sabía muy bien que pensaba ahora, estaba segura de que quería seguir con ella.
Lautaro me había conseguido traer algo de paz después de mucho tiempo, hacerme sentir querida cómo sólo me sentí a principios de relación con Mauro. Con él todo estaba bien y no quería estropearlo por unas dudas que me aparecieron por aceptar aquella noche que viniese a mi casa a hablar. Definitivamente, tener su mirada fija en mí tan cerca me había hecho más mal que bien.
Seguí caminando mientras pensaba en todo esto y cerca ya de mi casa, decidí sacar el celular para ver si tenía algún mensaje de Juan. Quería venir a cenar a mi casa junto con Diana y Santino, que ya estaba dentro porque se ha quedado cuidando a Emma estas dos últimas horas para que mis viejos descansasen un poco.
- Llegué.
- Ya lo veo.
- ¿Y Emma?
- Durmiendo.
- ¿Hace mucho o...?
- Hace nada, cenó y se durmió.
- Es como su mamá.
Sonrió y volví a suspirar mientras iba a mí habitación. Ahí, estaba dormida en la cuna. Mirándola me di cuenta que al final tenía claro una cosa: todo lo que decida tenía que ser por su bien, no pensando sólo en mí.
Me cambié de ropa y salí de la habitación para ver que Santino ya tenía la cena en la mesa.
- ¿Pediste o cocinaste?
- Cociné, para lo poco que sé...
- No tenías plata eh.
- La verdad.
Reí levemente y me senté a su lado. Me pasó una botella de cerveza y mientras tomábamos nos preguntábamos sobre nuestro día, esperando a que Juan y Diana por fin llegasen.
A ellos tampoco les había dicho nada de todas mis dudas y pensamientos. No quería que de preocupasen o tener que aguantar las opiniones de todos que al final formarían infinitos debates que me darían dolor de cabeza más que despejarme.
- Al fin.- dije abriendo la puerta. Sonrieron y les dejé pasar.
- Sorry, estábamos en un bar y se nos fue la hora.
- ¿No laburan o qué?
- Uh, mi viejo me puso a laburar con él, que paja.
- Mejor que nada.- respondió Santino a Diana.
- Yo más tarde tengo que irme, así que sólo ceno y me voy seguramente.
- Tampoco te creas que vamos ha hacer una fiesta o algo, yo estoy re cansada.
- La vida, Angie, es muy difícil.
- Callate, boludo.
Santino sonrió y por fin comenzamos a cenar, dejando que ahora fuesen los dos que habían llegado los que hablasen sobre sus días.
- Ché, mañana vamos de joda, ¿Venís?
- ¿Quiénes van?- pregunté mirando a Santino.
- A mí no me mires, yo me quedo mañana en casa jugando a la Play con José.
- Aburrido.
- Pelotuda.- sonreí viendo "pelear" a Santino y Diana. Nunca cambiarán.
- Vamos sólo el grupo de siempre.
- Bueno...pero si voy, no me dejen sola que ya os veo.
- No, no, para nada.
- La verdad, Angie, es que nunca se sabe que se hará en el mañana
- Diana la filósofa.
Reímos y seguimos hablando y terminando de cenar, pero no dejando de beber. Obviamente, Emma también se quiso hacer notar y se despertó pidiendo que fuese yo a darle la atención que quería, trayendola conmigo al salón para que los demás también la viesen.
Cuando terminamos de cenar, Santino y Juan quisieron llevar todo a la cocina y yo me quedé con Diana hablando y con Emma en brazos a punto de volver a dormirse.
- Ché, Angie, ¿Me puedo quedar acá? Me da una paja manejar ahora.
- Bueno, dale, no me importa.
- Gracias, guapa.
- Sí, sí, decile ahora cuanto la querés.- Diana sonrió y Santino puso los ojos en blanco.
- Bueno, yo me voy ya, ¿Mañana te veo?
- Sí, ya te dije que sí, salgo de laburar y estoy un poco con Emma antes de irme.
- Tus padres se merecen el cielo.
- Y vos en infierno.- susurró Santino, pero ella le oyó y le fulminó con la mirada al instante.
Nos levantamos para despedirle y de paso dejé a Emma en su cuna de nuevo mientras que él cerraba la puerta.
Cuando nos quedamos solos, pusimos una película hasta cansarnos y finalmente, Diana se despidió para irse en taxi hasta su casa.
Santino y yo acabamos con la película y después, por fin, pude irme a mi habitación y descansar en mi cama con mis ojos en Emma y la misma pregunta de siempre: ¿Y si se lo digo?

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora