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- Buen día.
- ¿Qué hacés tan temprano acá?
- Bueno, quería verte antes de irme también a laburar.
- Oh, qué lindo.
Sonrió y se acercó a mí para poder besarme con la barra entre nosotros. Sonreí también y seguí limpiando los vasos que me faltaban.
- ¿Cómo está la bebé de un mes y dos días?
- Bien, igual que su madre, pero gracias por preguntar.
- Ya sé que estás bien, te estoy viendo.
- Bueno, bueno, yo sólo digo, ¿Querés café?
Levantó sus hombros, indiferente, y yo dejé lo que estaba haciendo para buscar una taza y comenzar ha hacerle el café, dándoselo minutos después mientras estábamos en silencio.
- Ché, Angie.
- ¿Qué?- pregunté, buscando otra vez el trapo para seguir limpiando.
- ¿Te puedo preguntar algo?
- Ya lo hiciste.
- Otra vez.
- Dale, contame, ¿Qué pasa?
- Bueno, no sé, fue el día que celebramos que Emma cumplía un mes.
- ¿Qué pasó?
- Llegué antes que vos a tu casa y me contaron que vos estabas conmigo.- entonces, dejé de hacer lo que estaba haciendo para mirarle.- ¿Por qué mentiste?
- Primero, no te engañé si es lo que pensás.
- No lo he pensado hasta que lo has dicho.- dijo, sonriendo después.
- Bueno, quedé con alguien y no quise contarle a mi madre ni a mi padre la verdad.
- ¿Por qué?
- Porque no me iban a dejar salir de casa ni con veinte años.
- ¿Posta? ¿Tan malo era?
- Era...- no podía mentirle, siempre le conté la verdad después de que supiese todo sobre Emma.- Era Candela, la hermana de Duki como la conocés vos.
- ¿Ella? ¿Y por qué fuiste a verla? ¿No se supone que no tenés que hacerlo si querés guardar el secreto o es que acaso ya querés que lo sepa?
- No, no, no quiero que lo sepa. La fui a ver porque ella me lo pidió y una parte de mí no podía negarse a volver a ver a mi mejor amiga, así que quedamos y le mentí.
- ¿Qué le dijiste?
- Le dije que desaparecí todo este tiempo porque necesitaba alejarme de ella para olvidarme de Mauro, Duki, y para poder solucionar todos mis problemas de pánico que tuve.
- ¿Se lo creyó?
- Creo que sí.
- ¿Y volvieron a ser amigas?
- Sí, antes me preguntó para salir luego cuando terminase de laburar.
- ¿Y vas a ir?
- Quiero volver ha verla, ha hablarla.
- Pero no podés, Angie, va a saberlo y se supone que no querés eso.
- No tiene por qué.
- ¿Y vas a ocultarle a Emma?
- Supongo.
- Angie...yo te apoyo, pero...esto no va a tener buen final.
- Verás como sí, confía en mí.
- El problema es ese, que confío en vos.
Reí levemente negando con la cabeza a la vez mientras que él sonreía dando el último trago a su café. Después, nos despedimos con un beso y se marchó para dejarme a solas con el cocinero.
Poco a poco, las horas fueron pasando hasta mi descanso para comer y después tuve la visita de Juan con la misma mina que el otro día, ya que habían comenzado a verse, y de mi padre con Emma.
Hasta que, por fin, anocheció hasta que llegó la hora de despedirme del cocinero y cerrar el bar, pidiendo un Uber para volver a casa porque oficialmente Santino se había olvidado de mí.
Llegué y saludé a mis padres antes de irme a duchar, volviendo con ellos para quedarme un tiempo con Emma en brazos hasta que cené con ellos porque esta noche habían decidido esperarme.
Después, como quedé con Candela, les pedí quedarse con Emma una vez más porque yo había quedado con Claudia para ver departamentos y no quería molestarla al estar dormida. La mentira funcionó y unos minutos después estaba saliendo de la casa a la vez que llamaba de vuelta a un Uber para ir a la dirección que me mandó.
Una pequeña parte de mí parecía advertirme del peligro que podía correr yendo a su casa. Ya que, primero que todo, podría encontrarme con él.
Pero, aún así, me hice la valiente y confié en que no ocurriría nada ya que Candela seguramente tampoco quisiese algo así, aunque no hiciéramos una escena dramática si nos viésemos porque yo acabaría paralizada. Como siempre que tengo su mirada en mí.
Llegué por fin a su casa, despidiéndome del conductor una vez le pagué y salí del auto, caminando hacia su puerta. Llamé y esperé hasta que abrió, saludandonos con un abrazo.
- Ché, comiste mucho en este tiempo eh.
- Bueno, la ansiedad se demuestra de muchas formas.
Sonreí mintiendo una vez más. Al fin y al cabo, hacia un mes que había tenido a Emma, no podía tener el mismo cuerpo de antes.
- No te lo dije, pero el pelo así te queda fachero eh.
- Bueno, pará, si te enamoraste de mi decimelo así.- rió y yo volví a sonreír sentándome en su sofá y viendo cómo ella buscaba una película para ver cómo habíamos quedado.- Ché, ¿Sabés que estoy por irme de casa de mis viejos?
- ¿Posta? ¿Te independizas otra vez?
- Sí, Claudia, mi amiga, me buscó uno que pudiese pagar y fuese bueno y tampoco necesitaba mucho así que...
- Así que otro día podríamos ir allá a ver una película.
- Bueno, eso quizás no, es re chico.- en realidad, llevarla era sacrificar todo mi esfuerzo para que Mauro no sepa nada, ya que vería a Emma allá y no tardaría en saber que era mi hija, su sobrina.
- Entonces seguiremos viendo películas acá, pero al menos ya no tenés que esconderte borracha de tus viejos.
- También dejé de beber.
- ¿Qué? ¿Vos sos mi amiga o la mataste y estás disfrazada de ella?
- No, no, soy Angélica García, tranquila.- sonreí y ella se sentó a mi lado, agarrando los pochoclos que había en la mesa.- Pero igual no lo dejé completamente, sólo que ya no tomo como antes, aunque sí dejé de fumar.
- Mira vos...al final va a ser verdad que cambiaste aunque para mí seguís siendo igual.
- ¿Después de todo?- ella subió sus hombros y sonreí de nuevo.
- Ya pasó, ¿No? Seguir con eso es perder más tiempo.
Asentí y está vez ella sonrió antes de darle al play y comenzar a ver la película. Espero que Lautaro está vez se equivoque y tenga un buen final.

Sol y Luna (Duki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora